lunes, 23 de noviembre de 2009

II Torneo de Touch Rugby "Cassoulet"



Hace unos meses publiqué una entrada en la que hablaba de la creacción en Huesca de un club de una modalidad de rugby llamada "touch". Poco a poco hemos ido creciendo hasta el punto de ser invitados a un torneo internacional celebrado en Toulouse. Yo había estado unos meses desconectado, y ando un poco perdido, pero me apetecía vivir esta experiencia.
El viernes por la mañana, con un "ligero retraso" hicimos de avanzadilla para preparar el terreno en Toulouse. El largo viaje fue amenizado por las anécdotas que el capitán del equipo fue desgranando con su particular sentido del humor y su gracejo extremeño. A pesar de no llevar GPS pudimos llegar al hotel, no sin haber tenido algunos titubeos. A pesar de eso, yo prefiero ir con el plano. La sensación de aventura es mayor, aunque se pase algún momento de apuro. Nuestro hotel era un "Etap". De la misma familia que los "Formule 1", aunque con un punto más de confort. No me gustan mucho estos hoteles, todos tan igualitos y funcionales, sin alma. Aunque hay que reconocer que son muy prácticos y económicos. Lo más destacado de los alrdedores del hotel era la "Ciudad del Espacio", un espacio temático en el que destacaba la imponente presencia del cohete francés Arianne. Nos vino muy bien como referencia para guiarnos hacia el hotel en muchos casos. Una vez unificada la expedición fuimos a cenar a una pizzería cercana. La comida era correcta, con raciones generosas. Un poco cara la comida, pero la verdadera clavada nos la metieron en la bebida. Medio litro de cerveza, 7 euros. Parece ser que en Francia ser un borracho sale caro, y no sólo por la cirrosis.
La situación periférica del hotel y la necesidad de guardar fuerzas para el día siguiente hicieron que nos retiráramos pronto a dormir.
El sábado era el día del torneo. Como empezaba a las 12 aprovechamos la mañana para dar un voltio por Toulouse. Se veía una ciudad bastante animada. No pudimos ver gran cosa, pero tenía buena pinta. La visita más esperada por muchos miembros de la expedición fue la tienda del "Stade Toulousain", equipo local de rugby, uno de los mejores de Europa.Los precios, nada populares, echaron a más de uno hacia atrás, aunque alguno se llevó algún balón conmemorativo. Después nos dirigimos, por fin al estadio. Allí nos recibió la organización y se hizo una demostración para que quedaran claras las reglas a todos los equipos. En los prolegómenos mi presencia se hizo necesaria como intérprete, ya que era el único jugador de nuestro equipo que hablaba francés. Me gustó poder practicar esa lengua, un poco oxidada tras mi paso por Escocia. Nuestro debut fue contra el equipo de Nantes. En un partido poco vistoso, pero muy emocionante logramos imponernos por 1 a 0. Nuestro principal objetivo, que era ganar algún partido se consiguio a las primeras de cambio. Y además ante, nada menos que el equipo de Nantes. La alegría y la euforia se apoderaron del grupo. El siguiente partido se encargó de devolvernos a la realidad. El Saint Marcellin tenía menos nombre que el Nantes. Además sus comonentes eran bastante veteranos. Pero se notaba que sabían jugar. Y así lo hicieron, ganándonos por 5 a 2. El siguiente partido fue contra Pau. Se trataba de un equipo con mucho oficio, con el culo pelado de jugar durante muchos años. Hicieron uso de numerosas triquiñuelas y marrullerías para llevarse el gato al agua. Lejos de amilanarnos,esto hizo que el equipo sacara lo mejor de sí mismo, luchando hasta la extenuación. Llegamos a adelantarnos por 2 a 1, aunque nos remontaron para vencer por 3 a 2. En los dos siguientes partidos pagamos el esfuerzo perdiendo contra Toulouse y La Rochelle. A continuación jugamos el cruce contra los sextos del otro grupo, un equipo de Barcelona, con el que conseguimos empatar a 3 y quedar tan amigos. A la salida, mientras tomábamos unas cervezas junto al estadio, se nos acercó un argelino empleado del estadio para hablar. No sé dónde se habrá informado, porque nos dijo que España iba a ser en 10 ó 15 años la cabeza de Europa. También pudimos recordar el mundial España '82, en el que tan buen papel hizo su selección. Volvimos al hotel, nos adecentamos y nos encaminamos a la fiesta que preparó la organización. No estaba muy lejos el Etap, así que fuimos andando por las desoladas calles que caracterizan los suburbios franceses. En un local perteneciente al equipo de rugby se celebrabra una cena amenizada con música y regada con buen vino de mesa francés. Unos patés de aperitivo dieron paso a la estrella gastronómica de la zona: el cassoulet. Se trata de un plato a base de alubias, salchichas y pato. Lo trajeron en unas enormes cazuelas horneadas. No sé si porque estábamos muertos de hambre después de haber jugado 6 partidos o porque el plato era delicioso, pero no dejamos ni rastro. En la fiesta coincidimos con varios equipos a los que nos habíamos enfrentado. El ambiente, como suele ser habitual en los "terceros tiempos" fue de lo más cordial. También sirvió para unir lazos dentro de nuestro propio equipo. A eso de la una se dio por finiquitada la fiesta. Unos cuantos se fueron directamente al hotel. A otros nos motivó la idea de continuar la noche en una discoteca, y un tercer grupo se ofreció a guiarnos hasta la puerta. Con ayuda de un GPS llegamos a la calle donde se suponía que estaba la "boite". Eso sí, el artilugio nos hizo dar una vuelta impresionante por calles desiertas, colmenas, y zonas tugurientas y solitarias. La discoteca no se divisaba, y como ya veíamos el Arianne en lontananza decidimos volver al hotel.
La mañana siguiente la consagramos a conocer un poco más la ciudad. A pesar de ser domingo, estaba llena de gente. Había un gran número de mercados, unos callejeros y otros cerrados, donde se podían adquirir un gran número de exquisiteces culinarias como quesos, marisco, vinos. Otros eran más humildes y ofrecían frutas, verduras o ropas. Pero todos ellos daban un aire especial a la ciudad, más humano y entrañable que el que nos brindan los modernos centros comerciales. Aún nos quedaron algunos rincones de Toulouse por visitar. Espero que podamos recorrerlos en año que viene en el próximo torneo Cassoulet. A todos nos gustó la experiencia, y sería buena señal que volviéramos el año que viene. Esto ya no hay quien lo pare.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Derry / Londonderry



Había dejado mi crónica del viaje de regreso un poco olvidada. Espero que las musas me acompañen hasta que la concluya. Me había quedado en Belfast,tras una noche de grandes expectativas y escasos resultados. La mañana siguiente di un paseo de despedida visitando un jardín botánico cercano. Como era domingo, los invernaderos estaban cerrados. No me parece una medida muy lógica, pero si algo ha brillado por su ausencia estos 5 meses, es precisamente la lógica. Cogí un autobús que me conduciría a mi siguiente destino: Derry. O Londonderry, como les gusta llamarlo a los unionistas. A mí tanto me da, pero desde ahora diré Derry, más que nada por ahorrar un poco.
Tras poco más de una hora y media de trayecto por verdes y ondulados paisajes llegué a Derry. Tras la clásica visita la oficina de turismo me encaminé al hostel de turno. Cuando llegué me encontré con la puerta cerrada. Llamé al timbre, pero nadie acudió. En la puerta, había un cartel con un teléfono para llamar en caso de que no hubiera nadie. Así lo hice, pero pude comprobar que ese teléfono era el que estaba dentro del hostel. Como se suele decir por aquí:"Hacer un pan con unas tortas". Si no hay nadie en el hostel para abrirte tampoco habrá nadie para coger el teléfono. En fin... Así que cargando con el maletón, me fui a comer para hacer hora. Recordaba haber puesto en casilla de hora aproximada de llegada, las 15. Claro que la reserva estaba hecha 3 semanas antes y uno no es tan cuadriculado como para conocer estos detalles de antemano con tanta precisión. Me fui a comer para hacer hora. Una enorme hamburguesa vegetal regada con cerveza hicieron más agradable la espera. Volví al hostel a eso de las 3 y, entonces sí, me abrieron las dueñas del hostel. Mi hogar por un día estaba impregnado de aire revolucionario y pro irlandés. Aunque realmente yo lo elegí porque salía barato.Mi habitación tenía 4 camas, aunque sólo estaba ocupada una, aparte de la mía. Mi compañero era Kevin, un estadounidense muy majete, profesor universitario pese a su juventud. Dejé los bultos y salí a conocer la ciudad. Mi referencia era, al igual que en Belfast, el problema político-religioso, muy bien reflejado en la película "Bloody Sunday", ya comentada en este blog.
La situación llegó a estar tan tensa que, incluso los católicos se encerraron en un barrio, al que no tenía acceso la policía, y que denominaron "Free Derry". Antes de recorrer estos escenarios pude comprobar que el centro de la ciudad tenía bastante encanto, y una historia de varios siglos, aunque siempre marcada por el conflicto entre las dos comunidades. Pero era hora de "bajar al barro". Lo primero que atrajo mi atención era la pared en la que se había conservado el mensaje "you are now entering Free Derry", situado a la entrada de lo que fue durante un tiempo una auténtica "ciudad sin ley". O por lo menos sin la ley británica. No faltaban los murales, lo que me hacía sentir en una especie de Belfast en pequeño. Me costó bastante encontrar el barrio unionista, que era, además muy pequeño. Luego me enteré de que la mayoría de protestantes se habían mudado al otro lado del río. Por tanto, los que quedaban aquí debían ser los más bravos. Aunque muy interesante, la visita por estos barrios me cargó bastante. Nada mejor que un paseo a orillas del río para relajarme.
Volví al hostel y allí me encontré con varios personajes curiosos. Una francés, ya en sus cuarenta y muchos años que vino con una guitarra. Era músico y venía a empaparse de los ritmos celtas. A pesar de mi insistencia y mi intento de soborno (le ofrecí una hamburguesa de pavo) no conseguí que nos hiciera una demostración musical. Andaban por allí una pareja de vascos. Parece ser que muchos vienen atraídos por el ambiente nacionalista que se respira. También conocí a una chica neozelandesa mientras me hacía la cena. Le ofrecí la otra hamburguesa de pavo que me sobraba y charlamos un rato. Alguna vez he comprobado que muchas mujeres, normalmente sin venir a cuento, mentan a su novio a los pocos minutos de conversación como para evitar ser objeto de ataques. En este caso, mi nueva amiga no mencionó al novio sino a la novia. La tenía durmiendo en el mismo hostel. La propuse ir a echar una cerveza y aceptó. Fuimos a un pub lleno de banderas irlandesas, celtas, vascas, bretonas,etc. No quedaba duda de qué bando estaban. La conversación con la neozelandesa fue de lo más interesante. El hecho de que fuera sáfica y además con pareja alivió la presión que todo hombre tiene cuando está a solas con una mujer para conseguir conquistarla. Eso hizo que pudieramos hablar con más libertad, tocando temas muy profundos, poco habituales incluso con gente que conozco hace años. Cuando estaban cerrando el segundo pub que visitamos, nos encontramos con mi compañero de cuarto acompañado de una chica israelí, que también pernoctaba en el hostel. Volvimos los 4 al mismo, donde aún nos quedamos hablando un rato antes de acudir a nuestros aposentos.
La mañana siguiente habíamos planeado una excursión al otro lado del río con Kevin y la israelí. No dio para mucho, ya que carecía totalmente de atractivo. Y eso que yo soy capaz de dar un paseo por Nou Barris y tener el síndrome de Stendhal. Me despedí de ellos y fui a la estación a coger el autobús con el que abandonaría el Reino Unido tras 5 meses viviendo en sus verdes campos. Derry resultó ser una ciudad muy interesante. En su pequeño tamaño se concentraba una densa historia que le otorga un carácter especial. Y si a todo eso le añadimos la gente que pude conocer allí, el resultado es una experiencia inolvidable.