jueves, 30 de julio de 2009

El Pícaro


Una vez que supe que mi destino iba a ser la Isla de Skye, me planteé que en un lugar de clima tan variable y con escasas alternativas de ocio, necesitaría llevarme material para distraerme en los largos atardeceres veraniegos septentrionales. Hace tiempo me había comprado la serie “El Pícaro” en DVD y aún no le había echado un ojo, así que pensé que no sería mala idea llevarme un testimonio de la España más genuina a tierras británicas. Con la misma filosofía y acierto me acompaña la mítica “Juncal”
“El Pícaro” está compuesta por unos 15 episodios de media hora de duración. Son pues, historias cortas que narran las aventuras y sobre todo las desventuras de un rufián llamado Lucas Trapaza que se gana la vida como puede en la España del Siglo de Oro. En tan arriesgada empresa se hace acompañar de un jovenzuelo llamado Alonso, que le da mucho más juego a la historia.
La serie está inspirada en textos clásicos, adaptados por Fernando Fernán Gómez, que además encarna al protagonista. En esta ocasión, Fernán Gómez demuestra que tiene tanto o más talento que mal genio. Las historias son auténticas perlas rebosantes de humor. Es una gozada escuchar a Lucas Trapaza hablando un castellano antiguo plagado de cultismos y frases redondas. Además la recreación de personajes y lugares está muy lograda, situando al espectador en pleno siglo XVI.
En definitiva, una serie de culto, de las que ya no se hacen. Es dudoso que en una época en la que abunda la mediocridad puedan reponerla. En ese caso no me cabe duda de que sería en un horario infame, compitiendo con los no menos infames concursos saca-cuartos. En ocasiones, el aumento de la competencia redunda en beneficio del usuario (por ejemplo, en la telefonía). En el caso de la televisión no ha sido así, y yo echo de menos los tiempos del VHF y el UHF. Aunque ahora tenemos el dudoso consuelo de que podemos elegir entre bastantes tipos de bazofia.

martes, 7 de julio de 2009

Mi nuevo hogar

En una lista de prioridades de mi hotel, el bienestar del personal estaría varios puestos por debajo del último lugar. El primero, como suele ser habitual en las empresas con ánimo de lucro sería el dinero. Y aquí el dinero lo dejan los clientes. Por eso, haciendo bueno el dicho de “donde caben dos, caben tres”, este hotel carece de”numerus clausus”.
Hasta el año pasado, todo el personal, excepto los peces gordos, se alojaba en una casa anexa al hotel denominada “staff block”. La primera vez que lo oí, entendí “establo”. En este caso, el “falso amigo” no resultó ser tan falso. Por lo visto se trata de una covacha llena de agujeros y carente de agua caliente. Vamos, que las chabolas del “Campo de la Bota” barcelonés eran suites al lado de este habitáculo. La necesaria reforma no se ha hecho ya que le salía muy cara, y se decidió reubicar a la gente en habitaciones de huéspedes. Mejor para mí, que me tocó en suerte una habitación doble con vistas a la montaña. El agua caliente de la ducha no funcionaba, lo que hizo que me aficionara al relajante baño. Pero claro, llega la temporada turística y más gente. Y no es cuestión de perder ni una libra. Haciendo un alarde de “ingeniería habitacional” se han juntado dos personas en fase de pototeo dejando la habitación de una de ellas para mí. El mánager , con esa mezcla de sutileza y medias verades que caracteriza a la gente por estos lares me preguntó el día anterior: ¿Te gustaría cambiarte de habitación? Se trata de una con agua caliente… Como ya me conozco un poco el pescado, le dije que vale, pero que quería verla primero. Se quedó un poco cortado y a los 10 minutos volvió y me comentó que el cambio de debía a que tenían que arreglar la ducha de mi cuarto.
Al día siguiente pedí la llave de mi nueva pieza y al llegar a ella me quedé de una idem. La puerta estaba desencajada, y estaba llena de ropa y objetos. Pensaba que se trataba de una broma hasta que la recepcionista me confirmó que ese era mi destino, y que pensaba que su anterior propietario ya la había desalojado. A la media hora me dijeron que desalojara mi cuarto ya que la “housekeeper” debía acondicionarlo para los clientes que llegaban “de inmediato”. Yo ha había recogido todo, pero preferí ver antes mi nueva habitación. Ciertamente ya estaba vacía...de objetos. Porque lo que es suciedad, había bastante. Bajé a recepción, les dije que me llamaran cuando estuviera lista y me senté en mi cuarto. La limpiadora volvió a la carga y le dije que la otra habitación no estaba lista. Me dijo que ellas no limpiaban cuartos del personal . Muy bien, pero yo no me pensaba mover hasta que mi futura morada estuviera habitable. Sabía que si salía de allí y entregaba la llave, perdería mi única arma para conseguir una mínima asepsia en mi destino. Media hora después, me comunicaron que, por fin, la habitación estaba lista. La housekeeper no se tomó nada bien que la hubiera hecho esperar, pero no vi otra alternativa. Al tomar posesión de mi nuevo emplazamiento, afortunadamente ya limpio, pude observar las siguientes deficiencias:
-A pesar de tener una repisa colocada “ad-hoc”, carece de televisión.
-No tiene bañera, sólo un plato de ducha, eso sí, con agua caliente.
-La ventana no enfoca a una montaña sino a un patio interior.
-Del tejado surge un chorro de agua que cae durante las 24 horas del día, yendo a rebotar sobre una repisa a escasos centímetros de mi ventana.
-En el piso inferior se halla en pub del hotel, al que no le vendría nada mal un tratamiento de insonorización.
-La lámpara del techo, aunque funciona perfectamente, está totalmente desvencijada.
A pesar de todo, parece ser que me puedo considerar afortunado. Por lo menos más que unos cuantos que ahora ocupan el piso del mánager, a razón de dos personas por habitación, incluyendo el cuarto de estar.