lunes, 24 de octubre de 2011

Llegada a Nueva York


Tras un verano en el que, por diversos motivos, no pude cogerme vacaciones, el mes de octubre se presentaba como la ocasión perfecta para salir de la rutina en la que se había convertido mi vida y cargar mis baterías, que estaban ya en la reserva. Nada mejor para ello que pasar unos días en Huesca. Allí pude dormir, comer decentemente y olvidarme por un tiempo de revisar detectores de metales y pesar panecillos. Pero la vida no es sólo trabajo y descanso. Así que, para la segunda parte de mis vacaciones, había reservado un destino más dinámico que una ciudad últimamente en decadencia como Huesca. Aprovechando que tengo un amigo residiendo allí por un tiempo, he venido a la mítica ciudad de Nueva York.
El viernes pasado me dirigí al aeropuerto de Heathrow al que, a diferencia de mi anterior viaje a Zagreb, pude llegar andando desde casa(un sueño hecho realidad). El largo viaje se amenizó gracias a un buen surtido de películas y música disponibles desde el asiento y una amable tripulación que no paraba de ofrecer comidas y refrescos. Siendo habitual de las líneas de bajo coste, se me hacía extraño tal despliegue de ofrecimientos.
El temido control de inmigración fue un mero trámite que se resolvió en un par de minutos. Un tren me condujo a Manhattan donde cogí un metro que me dejó en Harlem, barrio donde mi amigo tiene su apartamento. Hasta ahora todo había transcurrido de forma impecable, pero había que ponerle algo de emoción al asunto. El timbre del apartamento no funcionaba, y había olvidado anotar el teléfono de mi amigo. Eran ya casi las 11 de la noche, y estaba con un maletón, casi 500 dólares en el bolsillo y en el "temido" Harlem, por donde pululaban innumerables grupos de negros con capucha. Afortunadamente, a pesar de la idea que he tenido durante muchos años, Nueva York es una ciudad muy segura, y estos negros con capucha son absolútamente pacíficos.
No quería pulsar otros timbres del edificio, ya que era muy tarde. Así que probé el plan "B". Grité el nombre de mi amigo unas cuantas veces. Pero su casa da a un patio interior, así que no me oyó y fui a por el plan "C".Buscar un cíber para mandarle un correo y buscar su teléfono. No se veía ninguno por la redolada, así que pregunté en una tienda. Me dijo que no había ninguno en la zona, pero sí en el Bronx, a donde podía llegar en autobús. Demasiado complicado. Así que volví al portal, esperando que sonara la flauta y mi amigo bajara a recibirme. No sonó esa flauta sino otra. Un vecino salió del portal y fue a pedir un taxi. Volví a timbrar sin resultado, pero el vecino, al verme merodear por su portal me preguntó si podía ayudarme. Le expliqué la situación y me abrió amablemente la puerta. Por fin pude subir y encontrarme con mi amigo. Nueva York, la Gran Manzana, la ciudad de los rascacielos, me esperaba...