lunes, 26 de marzo de 2012

Media Maratón Selsdon



Los últimos meses he descuidado un tanto mi faceta atlética. No pudiendo aguantar por más tiempo dicha carencia, la semana pasada salí a trotar por las proximidades de mi casa. A pesar de la falta de rodaje, las sensaciones no fueron malas. Así que nada más llegar a casa busqué alguna carrera para el fin de semana. Lo único que había el sábado con posibilidades de llegar en transporte público era una media maratón en Croydon, barrio situado al sur de Londres.
 La prueba estaba organizada por la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días (los mormones para los amigos). En la página web de la prueba se explicaba que, dado que el domingo es un día sagrado para ellos, organizan sus pruebas en sábado. Por una vez una de las reglas religiosas, que normalmente me parecen absurdas, me favorecía.
  Croydon no está precisamente cerca, así que el sábado tocó madrugar de lo lindo. El día empezó con la caminata de rigor hasta Heathrow donde cogí el metro hasta Wimbledon. Allí cogí un tranvía que me iba a dejar cerca del lugar de comienzo de la prueba. Pero no iba a ser tan fácil como parece. En el tranvía pasó el revisor y al comprobar mi tarjeta "Oyster" me hizo bajar en la siguiente estación. Antes de coger el tranvía hay que pasar la tarjeta por una máquina verde. Yo había pasado mi tarjeta en la estación por una máquina, pero no recordaba el color. Dado que en Wimbledon convergen lineas de metro, tren y tranvía, es fácil que me hubiera columpiado. Ante mis explicaciones y mi cara de buena persona, que lo que me quita de morbo respecto al sexo contrario me lo da en confianza de la gente hacia mí, accedió a que pasara la tarjeta por la máquina de esa estación, librándome así de la multa.
  Tras este pequeño sobresalto, cogí el siguiente tranvía que me dejó en mi destino.
  De allí ya solo tuve que caminar unos 20 minutos para llegar a la parroquia desde donde partía la prueba. Me había inscrito "on-line", pero no había pagado las 15 libras de inscripción, ya que había que enviar un cheque o hacer un ingreso bancario. Se podía pagar el mismo día con un recargo de 5 libras que iban a ir destinadas a caridad. La amable señora de la organización sólo me cobró las 15, por lo que en este caso apliqué el conocido refrán "la caridad bien entendida empieza por uno mismo". Y yo la entiendo muy bien.
  Me cambié en una habitación donde ponía "changing room". Estaba tan centrado en la traducción del mensaje, que no me di cuenta del monigote con formas femeninas plantado en el centro de la puerta. Eso explica que mientras me estaba cambiando abriesen la puerta dos féminas, que, haciendo gala de la tradicional cortesía británica, no me dijeron nada. Tras todas estas peripecias, venía la parte fácil:correr la media maratón. Después de muchos meses sin apenas entrenar, no esperaba gran cosa de mi rendimiento. Me puse el objetivo psicológico de la hora 45 minutos y empezé tranquilo.
 Nada más empezar, un voluntario nos animó diciendo:"enjoy every minute"(Disfrutad cada minuto). Bonita filosofía que intenté llevar a la práctica. Sin ninguna presión ni nada que demostrar, me limité a disfrutar del inmenso placer que es correr. Y lo es más si se hace por territorios inexplorados como era el caso.
 Nada más pasar la primera milla, una subida de enjundia confirmó que la página web de la prueba no mentía cuando prometía un recorrido "con colinas y ondulado". El recorrido era de lo más variado. Tan pronto nos internábamos en un bosque como recorríamos insulsas zonas residenciales.
 La organización no contaba con muchos medios, aparte de la ilusión de los voluntarios. Por ello había momentos en los que había que buscarse la vida para cruzar la calzada cuando la ruta hacía un giro. Si a eso le sumamos que la participación no era mayoritaria (menos de 200 atletas) y había momentos en los que me encontraba sólo, el resultado es que a ratos parecía un dominguero corriendo por la calle más que un participante de una media maratón.
 Mi objetivo de frisar los 5 minutos por kilómetro se iba cumpliendo. Pero a partir de la mitad de la prueba, mi falta de fondo me empezó a pasar factura y las piernas no rodaban con la misma alegría. A pesar de todo, pude con la "trampa" que nos puso la organización casi al final en forma de una subida de medio kilómetro que no se acababa nunca.Superado este último escollo pude llegar a la meta coreado por la pequeña pero animosa parroquia allí congregada.
  Mi tiempo de 1h 48' no es una marca para tirar cohetes, pero es aceptable si tenemos en cuenta mi falta de rodaje, las dos o tres horas que había dormido y lo duro del recorrido. Eso sí, había contado con la ayuda divina (en este caso mormona).
 La bolsa del corredor fue bastante correcta, con un plátano, una chocolatina, una camiseta de algodón y, ¡como no! la inevitable medalla. Me quedé un rato en la zona de meta, esperando algún tipo de ceremonia. Pero dado que no paraban de llegar corredores que se lo tomaban con calma (el último hizo más de 3 horas) me fui a recorrer Croydon.
  Hacía un día espléndido y había que aprovecharlo al máximo. A pesar de mi humilde marca, estaba contento. El palizón antes y durante la carrera había valido la pena. La primavera me ha devuelto la motivación que necesitaba para volver a correr. Ya no hay quien me pare.

domingo, 11 de marzo de 2012

Vota a Gundisalvo


En mi última vista a España pude agenciarme una auténtica joya en forma de película que aúna dos de mis grandes pasiones:la política y el cine español de los 70.
Nuestra incipiente democracia celebra elecciones generales. Dentro del partido "Concordia Democrática del Estado Español" , un contructor llamado Gundisalvo se presenta como candidato a senador. La película narra la peculiar campaña que el aspirante al Senado, interpretado por Antonio Ferrandis,realizará ayudado por un peculiar "staff" dirigido por un agresivo publicista experto en anuncios de detergentes. Con estos mimbres, y si además tenemos en cuenta que el humorista Antonio Mingote (que hace un cameo en la película y fue el creador del personaje Gundisalvo) participa en el guión, no es de extrañar que la película sea tremendamente divertida. Pero más allá de las situaciones cómicas, es una sátira mordaz sobre los políticos que buscan el voto a toda costa. El partido "Concordia Democrática del Estado Español" se denomina como "de amplio espectro". Lo que le llevará a defender una cosa o su contraria según el público al que vaya dirigido el discurso.Así, de una forma sutil se critica la demagogia de la izquierda y la doble moral de la derecha (aunque un primo mío me dijo una vez:"De doble moral nada, el que puede meter, mete").
La película está dirigida por el prolífico y denostado Pedro Lazaga, cuyo mérito artístico es inversamente proporcional a su prestigio como cineasta. Y es que muchas veces a los críticos se les olvida que las películas no están hechas para ellos, sino para los espectadores.
Gundisalvo está magistralmente interpretado por el genial Antonio Ferrandis, al que tanto le da hacer de emigrante a Alemania, cura de pueblo, marinero retirado, cacique o aspirante a senador. Lo borda siempre. De hecho, si ahora fueran las elecciones, buscaría la papeleta de "Concordia Democrática" para votarles. Al final harían lo mismo que todos, pero como decía Gila..¿y lo que nos hemos reído?...