miércoles, 23 de mayo de 2012

La gota china

La gota china (a veces mal llamada "gota malaya", incluso por mí)  es una tortura que consiste en inmovilizar a un sujeto y dejar caer gotas de agua continuamente sobre su cabeza. Si se les da el tiempo necesario, las gotas  pueden perforar el  craneo y llegan al cerebro.
 Una gota de agua no parece un arma muy poderosa. No se espera que cause un gran dolor ni que sea dañina. Pero la sucesión de muchas de ellas puede causar un auténtico estropicio, tanto físico como psicológico.
  Últimamente mi trabajo se asemejaba a una refinada tortura aunque no lo aparente. No tengo que hacer un gran esfuerzo físico. Las jornadas laborales no son extenuantes (8 horas con un descanso de media hora). No es un trabajo de mucha responsabilidad. Hay que pensar un poco, aunque no demasiado y cuando hay un problema siempre contamos con el "comodín de la llamada" a nuestra supervisora.Por si fuera poco, una de nuestras tareas denominada "taste panel" consiste en hornear unos cuantos productos y catarlos para ver si cumplen los requisitos. Y lo mejor de todo, sin duda, es el nombre de mi puesto "Quality Controller", que suena a algo importante. Mucha gente firmaría tener un trabajo así, y más en los tiempos que corren(frase odiosa que hace que últimamente se justifique lo injustificable). Pero el trabajo de "Quality Controller" en mi empresa tiene también sus puntos negros. Empezando porque para el propietario no somos más que unas "moscas cojoneras" que frenamos al departamento de producción. Si un trabajo no se ve necesario, no será valorado. Por ello nuestro salario es más bien escuálido. La jornada continua es algo positivo, aunque no tanto cuando me toca el turno de mañanas (de 6 a 14), y si tenemos en cuenta que tengo que trabajar 6 días a la semana. Una fábrica no es el lugar más hermoso y motivador para estar encerrado gran parte del día, por mucho que el tiempo en el exterior no sea siempre apacible. Como en todas partes, hay gente buena, mala y regular. Pero ver los mismos caretos día tras día, sin ningún contacto con el exterior, tampoco ayuda a mantener el ánimo elevado. A todo ello le podemos sumar un trato al trabajador absolutamente mezquino.Como muestra dos botones: En Navidad no recibimos ni un triste "happy Christmas"(y ni mucho menos algún detalle material) por parte de la compañía. El Jubileo de la Reina, que se celebra cada 10 años será día festivo en todo el Reino Unido...menos en "Montana Bakery". Mis tareas son relativamente variadas, pero se repiten día tras día. Y eso 6 días a la semana, durante más de un año acaba siendo un auténtico castigo. Para echar un poco de sal en la herida me enteré de que mi departamento les había subido el sueldo a mis compañeros cuando un operario de limpieza me preguntó por qué yo cobraba menos que ellos. Quizá mi supervisora sepa por qué, ya que ha luchado en más de una ocasión porque así fuera. Los últimos meses han sido una batalla en la que no he luchado por media libra más a la hora, sino porque se me tratara con justicia. Ha sido al darme cuenta de que mi batalla era inútil cuando he decidido que debía evaporarme mientras me quedara un rescoldo de dignidad. Sin darme cuenta, esta gota malaya había convertido mi vida en algo muy estrecho. Mi semana consistía en trabajar, llegar a casa y no hacer nada, quedándome el sábado para aprovecharlo haciendo algo que me evadiera (viajes o fiestas). Lo mismo tocaba en vacaciones. Así, no me quedaba margen para pararme a observar qué pasaba conmigo y qué quería hacer con mi vida. Lo peor de una tortura es que no sabes cuando va a acabar. En mi caso sé que habrá terminado en 15 días. Y eso es ya una auténtica liberación.

domingo, 20 de mayo de 2012

Ostalgie

El término alemán "Ostalgie" se refiere a la nostalgia que sufren algunos habitantes de la extinta República Democrática Alemana de la vida en su país antes de la reunificación. Podría decirse que no sólo de los que vivieron en ese país, ya que, en cierto modo, se puede decir que soy un "ostálgico". Me apasiona toda la información sobre cómo era la vida en la Alemania del Este, entre de mis películas favoritas se encuentran "Good bye Lenin" o "La vida de los Otros" y cuando visité Berlín, no sólo pasé más tiempo en la zona oriental, sino que me alojé en un albergue retro en cuya habitación colgaba un retrato de Erick Honecker.
Para explicar semejante pasión se me ocurren dos explicaciones. La primera es que en mi vida anterior haya sido un alemán ferviente defensor de las ideas socialistas. Pero otra explicación más científica nos lleva al verano de 1990 en Split. Allí se celebró el XV Campeonato de Europa de atletismo. La atletas de la RDA barrieron en las pruebas de velocidad femenina. Recuerdo que me llamaron bastante la atención (no sólo por sus méritos atléticos) Grit Breuer y Katrin Krabbe. El escuchar el bonito himno de la Alemania del Este tantas veces cada vez que estas dos atletas subían al podio debió grabarse a fuego en mi subconsciente. Tanto como para que, una persona como yo, tan amante de la libertad como detractor del comunismo, no pueda evitar una inevitable atracción por un país que empecé a conocer precisamente en su canto del cisne. Pero no es la clase dirigente que tan hipócrita y cruelmente dirigió el país lo que más me interesa. El hecho de dividir un país culturamente homogéneo en dos estados distintos con dos sistemas económicos antagónicos se puede catalogar de un experimento sociológico a gran escala. Allí se pudo demostrar qué sistema acaba funcionando por sí solo, y cual necesita del miedo y la opresión para mantenerse. Y la peor parte se la llevaron los sufridos "ossies" que veían como sus vecinos del oeste mejoraban su poder adquisitivo, disfrutaban de la libertad y montaban flamantes Mercedes o BMW mientras ellos se conformaban con los humildes Trabant. Pero todas las personas buscan de algún modo su felicidad cotidiana. El berlinés "DDR Museum", es el museo en el que más he disfrutado en toda mi vida. Eso pese a que seguramente, cualquier cuadro que está en los sótanos del Museo del Prado esperando su oportunidad para salir a la luz, cuente con mayor valor en el mercado que todo el contenido de este museo junto. Se trata de objetos de la vida cotidiana de la antigua república como tebeos, envases de alimentos,dibujos animados, discos,testimonios, monedas e incluso una reproducción de un salón de una casa cualquiera. Todos estos pequeños detalles, junto con la seguridad y estabilidad en el trabajo y una sociedad más cooperativa hacían en cierto modo soportable la vida en un estado gris y axfisiante. Sin olvidar tampoco los innumerables éxitos deportivos que asombraban al Mundo (y a un servidor), hasta que luego se supo que fueron conseguidos de forma poco lícita y en algunos casos con graves consecuencias para los deportistas.
En definitiva, por mucho que me haya informado de las brutalidades de la Stasi, o de las consecuencias que tiene levantar un muro para dividir una ciudad en dos de la noche a la mañana, el himno de la República Democrática Alemana es mi favorito. Por eso si algún día soy campeón de algo y subo a un podio, solo le pido a la organización del evento que se equivoque con el himno español. Pero no quiero escuchar el himno danés como le sucedió a Alberto Contador en el Giro de Italia. Ni el Himno de Riego como tuvo que escuchar el equipo español de Copa Davis en Australia. Me gustaría que en mi honor sonara el "Auferstanden aus Ruinen". Seguro que me emocionaré aún más que si me tocara escuchar la Marcha Real.

lunes, 14 de mayo de 2012

Nos las quitan de las manos...

Ante la crisis que también ha llegado con fuerza al Reino Unido, las grandes cadenas comerciales se han lanzado a una agresiva política de reducción de precios. Como muestra, esta oferta que rebaja el precio de una pizza nada menos que en un 0'386%. Si hay alguien interesado que no se duerma y corra al Sainbury's de Slough antes de que vuelen.

sábado, 12 de mayo de 2012

¿Pero por qué no te callas?

Esta mañana a las 7.30 me ha despertado un pájaro que no paraba de trinar con un estilo monocorde y desagradable. Pasando tan molesto trance lamentaba que Su Majestad Don Juan Carlos no se hubiera dedicado a la caza de aves en las Islas Británicas en vez de a la de proboscideos en el sur de África.

viernes, 11 de mayo de 2012

La vida del emigrante

Revisando mi blog, me he dado cuenta de que llevo casi un mes sin publicar. Hay gente que me dice que tengo que escribir más, que lo de vivir fuera tiene que dar mucho juego. Es cierto que al principio pasan muchas cosas y todo es nuevo. Pero con el tiempo, mi vida ha pasado a ser tan rutinaria como lo pudiera ser en España. O más, si tengo en cuenta la naturaleza de mi trabajo (6 días a la semana en una fábrica). También me podría obligar a escribir algo cada día como hizo un andaluz que se lanzó la aventura en Dublín que, a falta de acontecimientos más destacados, ilustraba su blog con fotos y explicaciones de los manjares que se cocinaba a diario. Entre la visión de los Celtas Cortos: "Un Dios maldijo la vida del emigrante" y la idea que tienen algunos de que irse a vivir a otro país es un no parar de irse de fiesta y pototear, hay un término medio en el que me estoy moviendo. Mi situación es relativamente cómoda. El trabajo lo tengo más o menos controlado, voy ahorrando y poco a poco mi inglés va mejorando. Pero el fantasma de la apatía planea en el horizonte. Mi objetivo vital no es formar una familia, comprarme una casa y salir adelante (aunque no sean cosas que descarte), sino el crecimiento interior. Y para ello hay que enfrentarse a los miedos que no aparecen cuando la vida se convierte en monótona. Llega la hora de mover ficha. Sólo me queda decidir a qué casilla.