viernes, 11 de julio de 2014

I Cross "Saputo 25 km"

 Este año debutaba una nueva prueba atlética en la que había que recorrer la distancia entre Huesca y Almudévar por caminos. La primera parte del trayecto es una de las rutas que suelo utilizar para entrenar, así que pensé que sería curioso hacer el mismo trayecto como parte de una carrera organizada. Se pensó en hacer una media maratón, pero salían más de 21 km, así que la organización decidió estirarla hasta los 25 km. Dicha distancia se podía hacer corriendo o andando. Los andarines salían a las 8:30 de la mañana. Como a mí no me gusta madrugar, preferí empezar a las 10.30 y hacerla corriendo.
 Una carrera a finales de junio asusta un poco, ya que el calor puede ser sofocante. En este caso tuvimos la suerte de que hiciese un día más bien templado, aunque bastante ventoso.
 Apenas 60 corredores estaban presentes en la salida. Unos tienen la fama y otros escardan la lana. Si no, no entiendo algunas pruebas totalmente anodinas y con circuitos poligoneros congregan a cientos de participantes, y a una tan atractiva como ésta, sólo se presentan medio centenar.  Quizá sea porque era la primera edición.
 En la salida me puse un poco delante para salir en la foto. Por mucho autocontrol que se tenga, la posición de salida influye mucho. Así, aunque no forcé, hice los primeros kilómetros un poco por encima de lo aconsejable. Y más teniendo en cuenta el fuerte viento en contra que tuvimos que sufrir durante gran parte del recorrido.
 En Banariés (más o menos el kilómetro 6) estaba situado el primer avituallamiento. Bastante bien surtido, pero con un pequeño problema para los corredores ansiados: los vasos y botellines estaban en una mesa esperando pasivamente a ser recogidos. Hacer eso en marcha es demasiado complicado, así que nos tuvimos que detener unos instantes y tomárnoslo con calma.
 Un par de kilómetros después de Banariés nos encontramos con una llanura interminable en la que no había nada que mitigase el fuerte viento contrario. En esas apareció un corredor de Barbastro con el que pronto llegamos a un acuerdo de simbiosis y nos empezamos a relevar. La verdad es que se notaba bastante la ayuda. Un rato después se nos unió otro más, y por momentos me parecía estar disputando una contrarreloj por equipos.
 Ya con Torres Secas en el horizonte, uno de los simbiontes se quedó y otro tiró para adelante, volviéndome a quedar solo. Ese fue el momento más complicado del día, ya que, además del viento, nos encontramos una subida bastante larga que no parecía acabarse nunca. Por suerte, al coronarla se encontraba otro avituallamiento
 Los siguiente kilómetros discurrían por campos de labranza recién cosechados, ofreciendo un paisaje de una singular belleza. Los kilómetros y el calor (no era muy intenso, pero estábamos a mediodía) empezaban a pasar factura. Pero pronto empecé a encontrarme andarines que habían partido dos horas antes. Siempre motiva esto de adelantar gente, y más si algunos de ellos hasta te animan.
 Tras coronar una subida corta pero bastante empinada, apareció una llanura en la que ya se podía divisar Almudévar. Gran refuerzo moral, al que se sumaba que la ruta picaba hacia abajo, y que el viento en esta zona soplaba lateral a favor.  Aquí ya pude, por fin, desplegar mi poderosa zancada.
 Pero Almudévar estaba más lejos de lo que parecía, así que este tramo se me hizo un poco largo.
  Entramos a Almudévar por el cementerio, que ademas estaba abierto. No era mi caso, pero se me ocurrió que se lo ponían demasiado fácil a alguien que estuviera llegando "medio muerto" (infrahumor).
 Yo pensaba que esto ya estaba hecho, cuando un andarín, con toda la buena voluntad del mundo me animó diciéndome: " ¡Venga! Que ya sólo te queda kilómetro y medio". Eso no me lo esperaba.
 En efecto, para llegar a la redonda cifra de 25 km, la organización nos hizo callejear y callejear por la localidad. No tenía mucho sentido, ya que los espectadores se habían congregado en la llegada, así que el último tramo de la prueba consistía en serpentear por las calles desiertas con más pena que gloria, teniendo cuidado de no perderme, ya que me había quedado solo.
 Por fin, tras una cuesta que se agarró de lo lindo, llegamos a la plaza donde estaba instalada la meta, parando el crono en 2 horas y 16 minutos, un tiempo correcto teniendo en cuenta las características de la prueba.
 En la llegada nos obsequiaron con una longaniza y la clásica camiseta, aparte de agua y una Coca-cola, que cometí el error de beber. En la plaza se habían colocado unas mesas gigantes, ya que a todos los participantes tanto de la caminata como de la carrera se nos invitaba a comer. Se trataba de un plato de macarrones bastante bueno, con vino de la Mancha, gaseosa, una pera y un trozo de Trenza de Almudévar. La verdad es que por 20 € que había pagado, la organización nos trató de lujo. Y más teniendo en cuenta que disponíamos de un autobús para volver a Huesca después de la comida. Y pensar que en una prueba que corrí en Inglaterra, por un precio similar, me dieron una humilde medalla y un vaso de agua de garrafa....
En definitiva, me complazco en dar la bienvenida a esta prueba, a la que me veré obligado a volver si me siguen tratando tan bien.

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