jueves, 27 de febrero de 2014

Rock Estatal

 Hace un tiempo, mientras hojeaba las revistas expuestas en un kiosco, me llamó la atención que una se llamase "Rock Estatal". La denominación de "estatal" aplicada a la música me rememoraba a  las orquestas y coros gubernamentales de la antigua Unión Soviética o de los países comunistas. Pero en este caso no se trata de grupos de rock dependientes del gobierno. La revista habla de grupos musicales de rock españoles. Pero los editores debieron pensar que no era buena idea que la palabra "España" o "español" o incluso "nacional" apareciera en la portada, denominándola de esa forma tan forzada.
 Franco provocó dos fenómenos letales para España. El primero de ellos fue el franquismo, del que ya se ha hablado mucho y no hace falta abundar en él. El segundo, mucho más sutil y aparentemente inofensivo, es el antifranquismo que, básicamente, consiste en el razonamiento siguiente: como todo lo que hacía Franco era malo, hacer lo contrario, será bueno. Y cuanto más se lleve al extremo, mejor será.
  La ventaja del franquismo es que, por lo menos, tuvo fecha de caducidad. El antifranquismo no la tiene de momento ni se le adivina. Y otro inconveniente de éste último es que era útil y encomiable estando Franco en vida, pero lamentablemente, el número de antifranquistas que hay en la actualidad es mucho mayor y hacen más ruido que entonces, cuando no hacen ninguna falta (por si quedaba alguna duda tras la intervención televisiva de Arias Navarro, el juez Garzón nos confirmó hace poco que Franco ha muerto).
 Una de las características del periodo franquista fue la exaltación de los símbolos nacionales, junto con la centralización del estado.
 Así, hoy en día es casi de mal gusto lucir la bandera nacional (excepto por motivos futbolísticos en fechas señaladas). Si el problema fuera asociar ese gesto a una exaltación del nacionalismo, el afeamiento de esa conducta sería, en parte comprensible. Pero precisamente aquellos a los que da más urticaria la visión de la enseña rojigualda, son los más proclives a lucir los estandartes autonómicos correspondientes. Y no sólo sucede con los simbolos. La palabra "España" hay que evitarla como sea, con circunloquios de todo tipo, entre los que parece que ya no se puede usar el de "nacional". Eso está reservado a las nuevas naciones peninsulares. Así, el INEM ya no es el Instituto Nacional de Empleo, sino el  SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), cosa que dudo que consuele demasiado a sus sufridos usuarios. Y parece que el clima no ha mejorado mucho a pesar que nuetro arcaico INM (Instituto Nacional de Meteorología) ha cambiado a la flamante denominación de AEMET (Agencia Estatal de Meteorología).
 Respecto al modelo territorial, cuanto más se descentralice el estado, más moderno, menos "facha" y hasta mejor persona se será. Ciertamente, la descentralización es muy útil en muchas ocasiones, ya que se acercan servicios al ciudadano, y se pueden gestionar los recursos con mayor conocimiento del medio. Pero en otros casos supone un derroche de recursos y no tiene ningún sentido. En el caso de que tuviera que ir a juicio (todos tenemos esqueletos en el armario)..¿me impondrá una menor sanción el juez si pertenece a la administración autonómica que a la central? O por ejemplo, me es indiferente que mi doctora de cabecera pertenezca al Sistema Nacional de Salud o al Salud aragonés, o si me habla en fabla o castellano. Lo que quiero es que atine con el diagnóstico.
 Ante el complejo de culpa e inferioridad que arrastra la derecha española (vale...el centro-derecha. Perdón) y el antifranquismo sobrevenido de la izquierda, los antes autonomistas, luego nacionalistas y ahora abiertamente secesionistas lo han tenido "chupado". En muchos estados del Mundo hay grupos irredentistas. Lo que no es normal es que cuenten con la no-oposición, cuando no la colaboración de los que no lo son. Sería como si los sindicatos impulsaran el abaratamiento del despido o la patronal apoyara el incremento de los salarios. Son como dos extremos de una balanza, y uno debe intentar compensar el peso del otro. Ejemplos de ello son el "café para todos", la "cláusula Camps" o el seguirles el juego a los nacionalistas con su retórica empeñada en ningunear todo atisbo de conceder que España sea algo más que un "estado", es decir, una construcción meramente administrativa, sin ningún rasgo común cultural o de afinidad entre sus habitantes.
 Señores secesionistas catalanes, vascos, gallegos, andaluces, manchegos, bercianos o cualquiera que sea su nacionalidad correspondiente. Si quieren abandonar España, no seré yo quien se lo impida.  Pero no cuenten con mi colaboración, ni esperen que les ría las gracias.