miércoles, 29 de julio de 2015

XL TRAVESÍA AL PANTANO DE ARGUIS

 El pantano de Arguis está situado a unos 20 km al norte de Huesca. Más destacable para mí que la belleza de su entorno entre montañas de la Sierra de Guara, es la carretera que lleva hasta él. En mi adolescencia, la subida a Arguis en bici era una de las etapas más míticas de nuestra particular "Vuelta a Huesca", con sus 6 kilómetros de exigente (para nosotros) subida. Más de una vez me hubiera dado un chapuzón en sus aguas, pero nunca me decidí.
 Hasta que hace unos días vi un cartel en la calle anunciando una prueba de natación en el pantano. Mi único contacto con el líquido elemento (higiene personal aparte) este año han sido dos baños cerca de Salou y unos chapuzones en Benidorm. Pero mi estado cardio-vascular es bastante bueno debido a mi afición por correr. Así que lo tenía medio pensado cuando en un foro de whatsapp (sí, alguna vez tienen utilidad práctica) una chica manifestó su deseo de participar . Ello me dio el empujón que me faltaba.
 El día de antes, y para dar mayor imagen de profesionalidad, me hice con un bañador semipaquetero, un gorro y unas gafas, con los que mi parecido a David López Zubero era asombroso. Evidentemente en la actualidad, no cuando ganó la medalla en Moscú.
 Al llegar al pantano vi que mis rivales iban a ser de enjundia. La mayoría lucían distintivos de clubes y se los veía muy finos. Mi amiga no es Mireia Belmonte, pero por lo que me dijo, llevaba muchas horas de piscina este año. Así que el farolillo rojo llevaba mi nombre...si conseguía terminar.
 La prueba consistía en nadar hacia una isla situada en medio del pantano, rodearla y volver al mismo punto, lo que suponían 1200 metros de nada. La ignorancia es atrevida, así que yo estaba de lo más confiado esperando empezar la travesía.
 La salida fue un momento un poco comprometido. La temperatura del agua era agradable, pero yo no estoy acostumbrado a nadar rodeado de gente. Y hay que estar muy atento para no chocar con los brazos y piernas que aparecen por todos los lados.
Foto cortesía de radiohuesca.com
 No duró mucho ese problema, ya que, al poco tiempo, empecé a descolgarme del pelotón. Y no solo eso. Me estaba empezando a quedar sin fuerzas. Mi salida "explosiva" había sido una temeridad. Me preguntaba cómo iba a ser capaz de acabar, siendo que la isla aún se veía lejana.
 Intenté mantener un ritmo lento, pero regular. Aun así, me desfondaba por momentos. Probé a nadar de espalda, o a braza, pero apenas avanzaba. Así a lo tonto vi que la isla estaba a tiro y me motivé para seguir en mi empeño.
 Lo que parecía un islote minúsculo desde la orilla, asemejaba Gran Bretaña visto desde cerca. Con mucho sufrimiento, conseguí ganar las costas del norte de Escocia, y cual barco derrotado de la Gran y Felicísima Armada tomé rumbo sur para volver a mi origen.
 No hizo falta que me hostigaran desde las costas de Irlanda. Iba con la reserva, mis movimientos eran cada vez menos gráciles, y cada dos o tres brazadas me echaba un traguito de agua al cuerpo.
 En este tramo se me acercaba de vez en cuando una lancha con voluntarios, supongo que preparados para echarme el lazo en cuanto me hundiera sin remisión.
 Pero si algo soy, es tenaz, y es muy difícil que me rinda. No siempre es algo positivo. No tenía ninguna necesidad de acabar esta prueba que me estaba matando. Pero mi orgullo (otro que tal baila), me impedía subirme a la lancha de salvamento.
 Así que tirando de casta fui poco a poco acercándome a la orilla, hasta que vi una figura a mi izquierda. Pensaba que iba el último con diferencia, pero mi amiga, que había regulado mucho mejor que yo su esfuerzo, me estaba dando alcance y superando. En un gesto de compasión, fue a la par conmigo hasta que llegamos a la deseada orilla. Estaba totalmente exhausto y me costaba mantenerme en pie. Parece mentira que un ejercicio que parece tan ligero pueda cansar tanto. Y más si se hace sin la preparación adecuada.
 En cualquier caso, pude sobrevivir a la experiencia, aunque con unas agujetas que me duraron una semana, y la lección bien aprendida.
 Dos semanas después volví al "lugar del crimen" con un amigo. Hacía una tarde deliciosa, y el baño en el pantano de Arguis, sin competir contra nadie ni tener que demostrar nada fue maravilloso.

3 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

La natación es un deporte que engaña, quizas no sea tan exigente como trotar pero es fundamental tener una buena práctica para no acabar reventado.

Dices que la temperatura del agua era agradable, yo pensaba que por esos lares sería más bien gelida, aunque para alguien que se ha dado un chapuzon en el báltico supongo que cualquier cosa es soportable.

Rufus dijo...

Totalmente de acuerdo, y esa práctica yo no la tenía.
Piensa que ha habido días de mucho calor. Además en en Báltico apenas estuve un par de minutos, per la gesta ahí queda.

Unknown dijo...

La travesia era un dia muy especial en mi vida...no solo en nadar...pero mas importante, pasando muy bien al estilo aragones.. con amigos y familia !