jueves, 22 de enero de 2015

5º Memorial Kamili Skolimowskiej

 En mis pateadas por Varsovia, me encontré un cartel que, a pesar de estar en polaco, entendí bastante bien. Consistía en una foto del velocista Usait Bolt, flanqueado por un ramillete de lanzadores polacos con un estadio al fondo. Se trataba de un mitin atlético de enjundia en Varsovia, que coincidía con mi visita a la ciudad. El "talento natural" a la hora de viajar da estas satisfacciones.
 Como he comentado en mi anterior entrada, la pérdida de la cartera (entrada incluida), puso en peligro mi asistencia. Pero afortunadamente pude comprar otro boleto al mismo y competitivo precio el mismo día de la prueba.
Parece que en Varsovia se quiere más a Bolt que a Putin.
 Aproveché el viaje para hacer un poco de turismo haciendo que mi ruta hacia el estadio pasara por el barrio de Praga. Se trata de una zona un poco apartada del centro que se salvó bastante bien de la destrucción que sufrió Varsovia en la Segunda Guerra Mundial. Por ello, es el único lugar de la ciudad donde se puede apreciar la arquitectura original de la época anterior a la contienda. Está bastante "descojonada", pero tiene su encanto. Eso sí, en el tour comunista nos recomendaron que no la vistáramos de noche. Yo no le pude dedicar mucho tiempo, pero me pude hacer una idea general.
 Conforme me acercaba al estadio iba aumentando la marea humana que anticipa las grandes ocasiones. Entre ellos se veían muchas familias con niños pequeños. Se preveía un gran ambiente, que se confirmó al entrar al estadio. Se trata de uno de los recintos construidos para albergar la Eurocopa de fútbol de 2012, de grato recuero para los aficionados españoles. Es una auténtica maravilla arquitectónica, contando incluso con techo retráctil, que estaba cerrado para la ocasión.
 Todo el subidón que estaba experimentando se vino un poco abajo cuando comprobé que el mitin tenía "trampa". No contaba con pista de 400 metros, por lo que no podía esperar ninguna carrera que superara los 110 metros que tenía una recta situada en un lateral. Además de ello, el foso de salto de longitud y la pista de aproximación estaban en una especie de tarima un par de palmos elevada del suelo.
Panorámica general del estadio.
 Pero esa ligera decepción se esfumó cuando vi aparecer la impresionante nómina de lanzadores que habían acudido al evento: Reese Hoffa, Tomasz Majewski y Christian Cantwell en peso; Piotr Malachowsky y Robert Harting en disco; Betty Heidler, Anita Wlodarczyk,  Krisztian Pars y Pawel Fajdek en martillo. Entre ellos, numerosos campeones de Europa, del mundo y olímpicos. De todos ellos brilló con luz propia el martillista polaco Fadjek. En uno de sus lanzamientos el estadio se vino abajo. Como no entendía al locutor, no sabía lo que estaba pasando. Luego pude informarme y comprobar que los 83,48 m. que había lanzado el "angelito" no sólo eran récord de Polonia (no es poca cosa en un país de grandes lanzadores) sino que era el mejor lanzamiento mundial desde 2008. No contento con ello, completó una serie para enmarcar, con sus 6 lanzamientos por encima de los 80 metros.
83,46 m. Récord de Polonia. Mejor marca mundial del año.
 La otra estrella de la noche no podía ser otro que el mítico Usain Bolt, el velocista más rápido de la historia. Hizo acto de presencia a bordo de una especie de "papamóvil" efectuándo una vuelta al estadio y dándose un baño de multitudes. Cuando vi que no estaba presente en las semifinales de los 100 m, pensaba que su "actuación estelar" se iba a limitar a esa vuelta de honor mandando besos al público. Pero luego puede comprobar con alivio que la organización había decidido evitarle ese trámite para colocarlo directamente en la final. Allí no decepcionó las expectativas depositadas en él (que siempre son enormes) y se impuso con holgura, logrando bajar de los 10 segundos, parando el crono en 9.98, que suponen un récord del mundo, aunque con algo de trampa. Es la mejor marca en 100 m conseguida bajo techo, lo cual suena muy bien. Pero hay que tener en cuenta que es muy raro ver carreras de 100 m. "indoor", siendo habitual que en pista cubierta la prueba de velocidad pura sean los 60 m lisos.
 Con este espectacular colofón se cerró un espectáculo inolvidable, que redondeó mi ya grata estancia en Polonia. Aún me quedaba una semana de viaje, en la que no iban a faltar grandes momentos.

lunes, 5 de enero de 2015

Varsovia (y III)

 Al vestirme por la mañana, comprobé alarmado que mi cartera no estaba en el pantalón.Miré por el suelo de la habitación y no aparecía. La situación se estaba empezando a poner tensa.  Había metido demasiados huevos en el mismo cesto, y de golpe me había quedado sin dinero (excepto una pequeña cantidad), sin tarjeta bancaria, sin DNI y lo que es peor, sin mi entrada para el mitin atlético. Todo ello, con más de una semana de viaje reservado por delante. Por suerte, me había dejado el pasaporte en la taquilla.
 Una vez que me cercioré de que la cartera no estaba en la habitación, me permití 3 segundos de desesperación y empecé a trabajar para solventar el entuerto.
 Lo primero que hice fue preguntar en recepción por si la habían encontrado. Me dijeron que no, pero estarían pendientes y se lo harían saber al personal de limpieza.
 Lo segundo fue rememorar los movimientos monetarios de la  noche anterior. Recordaba que mi último gasto había sido en el supermercado donde acabamos la noche. Así que allí fui, para comprobar que abría a las 10 de la mañana (eran aún las 8 y pico).
 Tercer movimiento. Buscar la oficina más cercana de transferencias de dinero. Había bastantes por la zona, pero no estaban todas abiertas al ser sábado. Me puse en contacto con mi hermano y le puse sobre aviso para que me enviara dinero si la cartera no aparecía.
 Como un clavo esperé a que abrieran el supermercado, donde me atendió una joven que, afortunadamente, hablaba inglés. Buscó en un cajón sin encontrar nada y me dijo que hablaría con el supervisor y que me pasara a las 4 de la tarde para volver a preguntar. No me sonó nada convincente, así que volví al albergue donde me aconsejaron que acudiera a la policía para comunicar la pérdida. Me dijeron que fuera a una comisaría en concreto donde hablaban inglés. Allá fui mientras llamé a mi hermano para que me enviara el dinero necesario para seguir dando mal por Europa del Este una semana más.
 Al llegar a la comisaría, tras un largo paseo, comprobé que iba a ser difícil entenderme con el funcionario que pertencía a la ya mencionada en mi anterior entrada,"vieja escuela". Menos mal que en las dependencias había una "clienta" local que, con un perfecto inglés me hizo de traductora. Aparte de recomendarme encarecidamente anular la tarjeta, me dijeron que allí no podían hacer nada y que fuera a la embajada española.
Por lo menos, la zona de las embajadas era bonita...
 Allá que fui, dando otro paseo, esta vez mucho más largo, para comprobar que nuestra embajada estaba cerrada. Había un letrero con un teléfono de emergencia, pero me estaba empezando a sentir como Josef K. en "El Proceso", así que lo dejé correr.
 Mi hermano me dio un código con dos series de números para presentar en la oficina y obtener el dinero. Mi primer intento fue infructuoso, al no funcionarles internet en la oficina. Al segundo le mostré la primera serie de números y mientras los comprobaba vi que el cambio esloti/euro era bajísimo, por lo que hubiera perdido mucho dinero en la operación, así que no le mostré la segunda serie y me fui poniendo una fingida cara de decepción. A la tercera fue la vencida y pude conseguir los deseados y necesarios eslotis. Luego me di cuenta de que hubiera sido mucho más conveniente pedir el dinero en euros, pero en ese momento no se me ocurrió.
 Ya con dinero fresco en el bolsillo, volví al estadio para ver si quedaba alguna entrada para el mitin atlético. Afortunadamente les quedaban, y además al mismo y competitivo precio.
 La mañana había sido muy movida, así que me volví al albergue a descansar un rato.
Palacio de la Cultura y la Ciencia
 La reunión atlética fue apoteósica, y se merece una entrada propia. Al terminar la misma, volví al centro y aproveché para acercarme al imponente Palacio de la Cultura y la Ciencia que, como explicaron en el tour comunista, no es muy querido por los varsovianos, especialmente por las connotaciones históricas que conlleva. Por aquí se dice que desde sus alturas se tiene la mejor vista de la ciudad...porque es el único sitio desde donde no se puede ver. Estos polacos parecen muy serios, pero en el fondo son unos cachondos...
 A mí, como no soy de allí ni Stalin me ha hecho nada (aunque no sea santo de mi devoción), me gusta.Hay algo que me atrae de la arquitectura monumental.
  Al ser un poco tarde, estaban casi todas las dependencias cerradas, así que me quedé con las ganas de hacerle un escaneo en profundidad, que queda para mi próxima visita.
 Era mi última noche en Polonia, así que había que salir. Volví a quedar con mis grupo de amigos al que se había unido un brasileño que dormía en su albergue. Nada más verlos, les comenté mis peripecias y me dijeron que la noche anterior habían visto a un empleado del supermercado salir blandiendo una cartera en la mano. Parecía que no todo estaba perdido, así que fuimos ipso-facto a la tienda, donde nos esperaba una larguísima cola. Esperamos pacientemente a nuestro turno y me encontré con la misma cajera a la que le había preguntado por la mañana (debe hacer más horas que un reloj). Les comentó algo a unos empleados y me dijo que esperáramos fuera. Al rato salió una pareja con mi cartera en la mano, a la cual no le faltaba ni un céntimo de esloti. Gran profesionalidad y honradez de los empleados del supermercado. Se trataba de un "Carrefour" situado al principio de la calle Novy Swia. Hay que darles publicidad...
 Fuimos a celebrarlo a un bar cercano y nos dimos una vuelta por el centro. Preguntamos a un local por alguna zona de marcha y nos dijo que junto al río Vístula había bastante ambiente. Allí fuimos tras un largo paseo por recónditas y solitarias calles.
Marcha a orillas del Vístula. Si eso nos pasamos otro día..
 En la orilla del río había algunos garitos al aire libre donde sonaba música maquinera, con alta densidad humana, escasa ratio femenina y, según comentó un valiente del grupo que se internó en el tumulto, olor desagradable. Vamos, que no tentaba demasiado. Así que dimos por finiquitada la noche, no sin antes hacer parada en un local para profundizar en mi conocimiento de la gastronomía polaca en forma de zapiekanka (especie de panini con ketchup).
 Mis amigos volvían a España al día siguiente. Tocaba despedirse. En mis viajes en solitario conozco mucha gente, pero con la mayoría sólo coincido un día o dos. Por eso, de vez en cuando se agradece poder compartir más tiempo con gente, con la que además tuve bastante afinidad y "buen rollo". Ainize, Germán y Javier, encantado de haberos conocido. Queda pendiente una visita a Breslavia. Os tomo la palabra.
 La última noche en el albergue, donde volvieron a aparecer motosierras competentes, no empañó la buena imagen que me quedó de Polonia. Un lugar lleno de historia, con buenos precios y gente honrada (cosa que recuerdo cada vez que echo mano de mi cartera).

viernes, 2 de enero de 2015

Varsovia (II)

 Esta vez no hubo problemas, y el folleto indicaba claramente dónde era el punto de encuentro de tour por la "parte vieja". Las comillas se deben a que Varsovia quedó tan arrasada después de la Segunda Guerra Mundial, que hubo que reconstruir todo el casco histórico.
 Unos cuantos viejos conocidos se habían sumado a la actividad. Estaba la pareja hispano-chilena que había conocido en el tour comunista y con la que había compartido comida el el "milk bar". Además apareció Sarah, la británica con la que había explorado las minas de sal de Cracovia, y que para más INRI, dormía en el mismo albergue que yo.
 Como ya he dicho antes, los nazis habían dejado la ciudad hecha una auténtica ruina. Tras la guerra, y gracias a la ayuda soviética, el casco antiguo fue reconstruido procurando ser fieles a la arquitectura original. El resultado es asombroso, ya que la impresión que da pasear por el centro de Varsovia es la misma que se tiene al hacerlo en cualquier otra ciudad que conserve edificios de hace muchos siglos.
Comienzo del "tour"

 Como suele ser habitual en estos casos, el guía destacó tanto por sus conocimientos como por su simpatía. De hecho, al final se ofreció para hacer una "visita guiada no oficial por los baretos del casco antiguo". Pese a lo tentador de la propuesta, la rechacé, ya que había quedado con los compañeros de viaje que había conocido en Cracovia, a los que se sumó la británica Sarah para echarle un tiento a la noche varsoviana.
 Como no quiero que se me tache de superficial y/o sexista, no diré nada sobre la destacable belleza de las mujeres polacas. Sí diré, no obstante, que en general son bastante cordiales.
 Por lo que pude comprobar, en general hay un cambio generacional muy grande en Polonia. La "vieja guardia" parece ser más cerrada y apenas hablan inglés. La siguiente generación, por contra, es más receptiva y muchos de ellos hablan inglés, y además bastante bueno.
 Precisamente por no haber alcanzado ese nivel, Germán (uno de los integrantes de nuestro grupo) tuvo un malentendido con una camarera. Le preguntó si le iba a cobrar 14 eslotis por una ronda, pero le entendieron que quería 14 cervezas y las sirvieron. Lo que en otro país hubiera sido casi una tragedia financiera, en este caso fue una anécdota jocosa, habida cuenta de los competitivos precios del país. Y más si añadimos que Germán le pidió a la camarera que nos guardara las botellas abiertas en el frigorífico para que nos las sacara mientras íbamos bebiendo el resto.
Las cervezas se nos apoderaban

 Malentendidos aparte, lo pasamos muy bien en los dos garitos que estábamos echándonos unas risas entre nosotros y con los turistas y locales que pululaban por allí.
 A eso de las dos de la noche, decidimos dar por concluida la salida, no sin antes pasarnos por un supermercado para echarnos un bocado al cuerpo.
 Volvimos cada mochuelo a su hostel para dormir, o intentarlo. En mi caso, un par de motosierras con las que compartía pieza, lo hicieron ciertamente difícil. Pero eso no fue nada comparado con lo que me esperaba a la mañana siguiente...