lunes, 27 de febrero de 2017

PASADO DE MODA

 Hace poco acudí a una óptica de mi localidad para ver si podían arreglar la montura de mis gafas, que habían sufrido un percance recientemente. El amable empleado me explicó que no podía repararse. 
 Al ser una fractura limpia, me comentó que podía probar a pegarla yo. Dada mi condición de manazas, descarté esa opción. El optometrista vio la posibilidad de intentar aprovechar los cristales (intactos) para incluirlos en una nueva montura, aunque aventuró que sería complicado. Y tanto. 
 A los dos días me llamó y me comentó que ahora "se llevan" las gafas con cristales más grandes, por lo que en ninguna de las monturas que tenían en la tienda se podían acomodar mis ya desfasadas lentes.
 Mucho se habla hoy en día sobre el manejo que los medios y el poder (¿acaso se pueden separar?) hacen sobre nosotros, impidiendo más o menos sutilmente nuestra libertad. Pero poco se comenta sobre la moda como forma de control de las masas.
  ¿Qué sentido tiene que alguien a quien no tengo el gusto de conocer y no sabe nada sobre mí como individuo particular y genuino decida qué tipo de gafas tengo que llevar, independientemente de mis gustos o necesidades? ¿Quién piensa que es mejor idea acarrear un mamotreto que apenas cabe en el bolsillo y al que hay que cargar dos veces al día en lugar de los sólidos y manejables teléfonos móviles de hace unos años? ¿Por qué el año pasado nos invadieron unas cazadoras tipo paracaidista de dudoso gusto estético y este año apenas se han dejado ver? ¿Cómo se puede aceptar que al comprar un ordenador de sobremesa de última generación, un auténtico pepino, no se incluya un lector de DVD y haya que comprar uno externo? 
 Con los coches pasa algo parecido. En cuanto jubile el mío (espero que dentro de muchos años), seguro que me las veo y me las deseo para encontrar un modelo sin elevalunas eléctricos, cierre centralizado y demás pijadas que no me facilitan mucho la vida y se estropean con mucha más frecuencia que sus homólogos analógicos.
 Independientemente de que mis gustos sean más o menos tradicionales me pregunto si como consumidores, no deberíamos rebelarnos contra el hecho de que haya alguien que decida qué productos son los que necesitamos. ¿No debería la demanda del consumidor tirar de la oferta?
 Si ya me cuesta entender que aceptemos resignadamente seguir estas absurdas directrices, lo que ya escapa a mi comprensión es que haya gente que se empeñe en hacerlas suyas, e incluso adelantarse a ellas. 
 No faltan en muchas revistas artículos que nos anticipan "lo que se va a llevar" para que estemos preparados, nos deshagamos de los objetos ya obsoletos (aunque estén en perfecto estado de uso) y nos lancemos a adquirir los que nos van a hacer estar a la moda.  
 Quizá en todo esto haya una necesidad de aceptación por el resto de la sociedad. En mi caso, aun existiendo (aunque sea inconscientemente) esa necesidad, mi niunclavelismo sirve de excelente vacuna contra ella.  Así que, en la medida de lo posible, procuro ser lo más pragmatico posible a la hora de comprar. 
 Por cierto, en la óptica me pegaron la montura y ha quedado como nueva (por lo menos desde el punto de vista técnico y ergonómico). Son las gafas más robustas y cómodas que he tenido nunca. 
 Curiosamente, en el momento en el que me las compré (hace unos 12 años)  era un gafapasta retro, para años después convertirme en un hipster. Ahora supongo que perteneceré a otra estirpe o subespecie urbana. Todo ello sin hacer nada. 
 Espero que estas humildes gafas me duren otros 12 años, aunque eso me suponga peregrinar por diversas corrientes sociales y se me acuse de hacerme el antiguo, o algo mucho más sonrojante: estar pasado de moda. 

3 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Interesantes reflexiones, hay que ver lo rápido que cambian las modas. El pasado octubre me paso exactamente lo mismo, sólo que en mi caso el problema era que mis cristales eran mas grandes que los que admitía la montura, con lo que en mi caso la solución fue dejar mis gafas viejas para que me limaran los cristales a medida de la nueva montura.

Y especialmente sangrante me parece el ejemplo de los coche. Los coches eléctricos, contaminan menos, son menos ruidosos, consumen menos, casi no requieren mantenimiento y si me apuran son más seguros que los gasolina/diesel. Sin embargo, y a pesar de que ya hay prototipos que funcionan a las mil maravillas, muy pocas marcas se han animado a producirlos en serie. Y las electrolineras brillan por su ausencia a pesar de que de cuando en cuando se recuerda que el futuro está en los coches eléctricos.

A quien beneficia que sigamos consumiendo gasolina o diesel?, una fuente de energía no renovable, altamente contaminante y muy cara para el usuario. Será que las multinacionales petroleras se resisten a ser desplazadas y el Gobierno no quiere perder un buen pellizco de los ingresos que genera la gasolina via impuestos? Será que les importa más eso que el respeto al medio ambiente, la salud y la seguridad de los ciudadanos?

iulius caesar dijo...

Pues esas gafas tuyas siempre me han gustado. Has estado muy acertado manteniéndolas.

Rufus dijo...

En realidad todo esto de las modas surge por intereses comerciales. Además de los casos que citas está la obsolescencia programada, que por lo visto, empezó cuando una empresa fabricó unas medias prácticamente irrompibles y vio que así no iba a hacer mucho negocio.
Gracias Iulius. La presión para que gastemos más de la cuenta es brutal, pero resistimos como podemos.