domingo, 8 de enero de 2017

POTOTEO PACEÑO

   Con las pilas cargadas me dispuse a seguir explorando la ciudad de La Paz. Mis pasos me llevaron al barrio de Miraflores, una zona residencial acomodada que cuenta como principal atractivo (por lo menos para mí, y eso que no soy muy futbolero) el pomposamente bautizado como Estadio Olímpico Hernando Siles. Se trata de un recinto donde acostumbra a jugar la selección de fútbol de Bolivia. Se encuentra situado a 3600 metros de altitud, por lo que se trata de uno de los estadios más altos del mundo. No es de extrañar que la voluntariosa pero modesta selección boliviana haya vencido con suficiencia en él a selecciones de la talla de Brasil o Argentina, aprovechando los problemas de los rivales para adaptarse a semejantes condiciones.
Estadio Olímpico Hernando Siles
 Me resultó curioso que estuviera rodeado de edificios, sin ninguna explanada cercana, por lo que tuve que subir colina arriba para sacarle una foto decente.
 Por lo demás, la zona no ofrecía mayor atractivo turístico que las vistas que ofrecía sobre la ciudad mientras ganaba altura.
 Ávido de más intensas emociones me dirigí al centro histórico, donde me sorprendio una concentración de protesta ante el palacio presidencial. Por lo que me contó mi amigo, el centro de la ciudad está a menudo impracticable por la habitual presencia de manifestaciones y demostraciones contra el gobierno. Como no me gusta inmiscuirme en asuntos ajenos y menos cuando hay gente con ganas de bronca, seguí mi camino.
Cuate...aquí hay tomate. Mejor largarse
 El centro histórico de La Paz no es muy extenso, aunque tiene algunos rincones de interés con buenos ejemplos de arquitectura colonial.
 En esa zona tenía interés en visitar un museo costumbrista. La entrada al mismo incluía el acceso a otros 3 recintos cercanos. Este cuatro por uno me cubicaba bastante.
 El Museo Costumbrista Juan de Vargas muestra objetos, fotos y dioramas de la historia de la ciudad. En ellos se reflejan tanto acontecimientos clave como escenas cotidianas. Me pareció muy interesante y entretenido. No captaron tanto mi interés, a pesar de tener su enjundia, los dos siguientes: Museo de Metales Preciosos (orfebrería y cerámica precolombinas) y Museo Murillo (dedicado al revolucionario independentista Pedro Domingo Murillo).
Patio de uno de los museos. No me acuerdo de cuál, pero es bonito (4 museos en 1 hora son muchos)
 Para postre me esperaba un tema al que los bolivianos son bastante sensibles. El Museo del Litoral Boliviano muestra objetos, fotografías y explicaciones sobre el conflicto bélico que el país andino tuvo con su vecino (que no amigo) Chile, a resultas del que perdió su territorio costero, quedándose sin salida al océano. Hoy en día, la reivindicación sobre esos territorios sigue vigente y provoca muchas tensiones diplomáticas entre ambos estados.
 Satisfecha mi hambre cultural, tocaba hacer lo propio con la física. Para ello me dirigí a un gigantesco mercado donde, aparte de poder comprar todo lo imaginable, se ubicaban numerosas cantinas que ofrecían menús a precios muy competitivos. Era complicado pasearse por delante de ellas para curiosear, ya que las dueñas eran muy insistentes para atraer clientes a su local. Como todos parecían tener precios y productos similares, me decanté por uno muy poco concurrido, por aquello de favorecer el reparto de la riqueza y estar más cómodo.
Sin estrellas Michelín. Ni falta que le hacen
 El "restaurante" no podía ser más humilde. Unas mesas, unas sillas, un fregadero y un infiernillo para calentar las ollas. Era como comer en una casa particular. Turismo gastronómico de bajo coste. Dos platos generosos en cantidad por 10 bolivianos (unas 225 pesetas).
 Seguí callejeando por las bulliciosas calles y plazas paceñas cuando me abordó un simpático joven para hacerme una encuesta sobre dietética. Como el tema me interesa, como acabo de dejar claro en mi anterior párrafo, accedí. El supuesto entrevistador no era sino un comercial de Herbalife (sé que les hago publicidad, pero no es muy positiva) que con gran oficio consiguió que en sólo 2 minutos me encontrara en su oficina mientras me ofrecía unos batidos con los que no me explicaba que hubiera podido sobrevivir hasta ahora sin caer víctima de graves desórdenes y enfermedades. Me costó bastante, pero conseguí salir de allí sin adquirir los milagrosos productos. Un niunclavelista que se precie no puede bajar la guardia ni un momento o te la lían.
 Mi siguiente evento era una conferencia magistral en la Universidad Mayor de San Andrés que, con el título de "Economía e Integración Regional", impartían dos pesos pesados de la geopolítica chilena. Uno de ellos fue candidato a las elecciones presidenciales y el otro es profesor en la Universidad de Nueva York.
 En la disertación se abogaba por estrechar las relaciones comerciales entre Chile y Bolivia para beneficio de ambos países. Me pareció un tema muy interesante, y me sirvió para conocer muchas cuestiones relativas a la problemática de la zona.
 No faltó en el turno de preguntas alguna un tanto capciosa relativa al asunto del litoral perdido por Bolivia a manos chilenas. Los ponentes (de ideología progresista, y pese a ello bastante coherentes) supieron salir relativamente airosos.
 Además de pasar una velada agradable, me gustó sentirme parte del ambiente universitario, aunque fuera sólo por un rato.
Conferencia magistral

 No quería irme de La Paz sin, por lo menos, salir una noche de baretos.  Mi amigo me llevó a uno que se caracterizaba por tener unas despampanantes camareras que lucían provocativos modelitos. Sin despreciar el bonito espectáculo visual que proporcionaban, comprobé, como era de esperar, que la clientela era mayoritariamente masculina. Pronto fuimos a otro local más animado y paritario. Mi amigo no estaba para muchos trotes y más teniendo que trabajar al día siguiente. Así que pronto me quedé solo con la idea de volver a casa en cuanto me acabara el trago que tenía entre manos.  Pronto lo extraordinario de los acontecimientos iba a hacerme cambiar de planes.
 Estaba tranquilamente sentado apurando mi cervezón sin meterme con nadie, cuando observé que un grupo mixto que estaba bailando se acercaba a mi, invadiendo mi zona de seguridad. Una de sus componentes se colocó justo delante de mí, echándome alguna mirada de soslayo. Uno de sus amigos me hizo un ademán con la cabeza incitándome a la ofensiva. No estando acostumbrado a estas situaciones tan claras desconfié un poco, pero como soy una persona que se crece ante las facilidades me levanté y le dije algo a la señorita, que me contestó amablemente. En ese momento comenzó una auténtica exhibición de buen gusto y saber estar de las mujeres del local sin precedentes en mi dilatada historia pototeadora. En apenas dos horas conocí a más chicas que en meses de incursiones nocturnas por Huesca. Acostumbrado a las generalmente correosas y altivas españolas, me parecía encontrarme en el paraíso, rodeado de las simpáticas y acogedoras paceñas. La ausencia de los endemismos ibéricos como las Clarisas, Rescatadoras y Cara Estaca, hacían de ese local un lugar perfecto para el pototeo como exaltación de la fraternidad humana.
 Pero tanto tiempo en la sombra me ha hecho perder chispa, y a pesar del gran número de interacciones, me llegó la hora de la retirada sin ninguna base sólida para profundizar en el conocimiento mutuo. Tampoco ayudaba el que me tuviera que marchar al día siguiente a primera hora, ya que alguno de mis contactos mostró interés por quedar a plena luz del día, siendo ya materialmente imposible. Me consolé con la idea de que aún me restaban dos noches más en Bolivia, donde visto el panorama, lo iba a dar todo. Esa noche me había devuelto la fe en el pototeo y casi en la humanidad.

 
 


 

2 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Muy divertido lo de los endemismos ibéricos. Clarisas, rescatadoras... quien más quien menos hemos sufrido la hospitalidad de dicho especímenes. Como diría Nietzsche la cultura tradicional cristiana ha hecho estragos en España y donde debería haber libertad y alegría vital nos encontramos recato y encorsetamiento.

En cuanto a la selección peruana si que tenía conocimiento de sus hazañas como local,aunque como visitante lejos de la baza de la altura sus prestaciones bajan bastante lo que explica lo poco que se prodiga dicho equipo en los mundiales.

Rufus dijo...

Lo malo de estos endemismos ibéricos es que no están, ni mucho menos, en peligro de extinción. Aclaro que no tengo nada en contra del recato. Hay personas a la que le gusta más pototear más que a otras. Lo que no veo correcto es la altivez y falta de empatía que muestran muchas de nuestras compatriotas. También aclaro que el nombre de Clarisas no tiene nada que ver con el de las religiosas. Son aquellas mujeres que cuando se las entra dicen "claro,claro", sin prestar la menor atención a lo que se le dice. También existen otras variantes como las "Yaísas" o las "Siísas"
Te pasa lo que a mí. A veces no sabía si estaba en Perú o en Bolivia. En este caso, se trata de la Selección Boliviana.