lunes, 22 de agosto de 2011

Orgullo de corredor

 Llevo casi un año por estas tierras y todavía no había participado en ninguna carrera. Me había quedado con la copla de que es casi imposible conseguir plaza en la Maratón de Londres, y un par de medias maratones a las que tenía intención de apuntarme estaban copadas hace tiempo.
 Pero hay vida más allá de las maratones y medias maratones londinenses. Hace poco encontré una página web en la que pueden consultar todas las carreras que se hacen por la zona. Y son muchas. Casi cada fin de semana hay alguna.
 No pudiendo aguantar por más tiempo, decidí ir a por la primera que hubiera. Se trataba de una prueba de 10 km que se iba a celebrar un sábado por la mañana en el Este de Londres. Ya a punto de apuntarme me di cuenta de una cosa. La carrera se llamaba "Pride Race"(Carrera del Orgullo) y trasteando en la página de los organizadores me di cuenta de que se trataba de un club "de ambiente".  En este caso, lo habitual es dejar claro que uno es muy hombre, aunque intentando que no se le acuse de homófobo, afirmando que "tengo muchos amigos homosexuales". En mi caso, simplemente soy del género masculino, sin necesitar reforzar esa condición, y no tengo ningún amigo homosexual, aunque tampoco rechazaría a ninguno por ese motivo.
  A los dos días me dije que me daba igual quién organizara la carrera. Casi un año sin correr una prueba es demasiado. Así que el sábado me presenté en el "Victoria Park", en una mañana en la que lucía un sol que parecía de importación.
 Aparte de un arco de meta hecho con globos de colorines, el ambiente previo no distaba mucho de una carrera "heterosexual". Tenía tantas ganas de correr, que no importó mucho que me soplaran 19 libras por la inscripción. La carrera consistía en dar tres vueltas a un circuito dentro del parque que transcurría íntegramente sobre asfalto, lo cual hace la prueba más rápida, aunque las articulaciones lo acusen.
 Debía haber unas 800 personas participando, lo que hizo la salida un poco lenta. Una vez despejada la ruta, me puse un ritmo en torno a 4'30, con el objetivo de hacer una marca por debajo de los 45 minutos.
 No tenía ni idea de cuál iba a ser mi ritmo. No he entrenado mucho últimamente (pateadas aparte) y no tenía ninguna referencia. Mantuve bien el ritmo durante las dos primeras vueltas. En la última empecé a acusar la falta de fondo, pero una prueba de 10 km no es muy exigente con las reservas, así que sufriendo un poco más, y motivado porque iba superando a bastante gente pude, incluso acelerar un poco más y acabar a tope. El resultado, unos 43'04'' más que satisfactorios. Las abundantes pateadas y mi afilada figura han compensado mi falta de rodaje.
  Nada más llegar se nos obsequió con una medalla, un bollo llamado "bagel" y la clásica bolsa del corredor que contenía agua, un botellín de ciclista, una barra energética y una toalla. Después de un rato saboreando el mágico ambiente post-carrera, me planteé que hacer el resto del día (era alrededor de la 1 de la tarde). Un compañero de trabajo me comentó que un barrio cercano a donde se celebraba la carrera era uno de los más desfavorecidos de Londres. Un adalid del turismo alternativo no necesitó más acicate para recorrerlo de cabo a rabo. Efectivamente, Hackney contaba con muchas colmenas o "estates", y no me imagino a la familia real británica frecuentando estos parajes. También me vinieron unos cuantos a pedir dinero, cosa poco frecuente en el resto de Londres. Pero la zona contaba con joyas como el impresionante edificio del ayuntamiento, con varios siglos a sus espaldas, el museo de Hackney, donde se explicaba la historia de la ciudad-barrio y una calle a la que llegué de casualidad donde, aparte de un ambiente extraordinario, había montado un mercadillo de alimentos tan tentadores como tortellinis de jabalí.
 La carrera sobre duro asfalto, sumada a un rato de furiosa lluvia y la pateada de enjundia por Hackney me habían dejado destrozado. Pero había valido la pena. Aparte del turismo alternativo, la "Pride Race" me había devuelto el orgullo de corredor.

lunes, 15 de agosto de 2011

Elvis está vivo



El viernes pasado había anunciada una actuación de un imitador de Elvis Presley en un pub cerca de mi casa. Cansado de largos desplazamientos a Windsor, Londres o Birmingham para encontrar algo de vidilla, no podía desaprovechar la oportunidad que se me brindaba. No es que sea un fanático de Elvis, pero podía ser divertido.Además, a un amigo le gustó la idea y se sumó a última hora. Así que nos presentamos en el pub "The Queen´s Arms" a las 9 de la noche. Ciertamente el ambiente no era muy tentador. Un puñado de parroquianos con edades comprendidas entre los 10 y los 60 y muchos años, la mayoría más interesados en pedirse el trago que en seguir las evoluciones del sosias del cantante americano. En el humilde escenario, un hombre de mediana o más edad, vestido de negro interpretaba los más célebres temas de Elvis Presley. No se conformaba con ello, sino que también imitaba sus más caraterísticos movimientos. Nunca he visto a Elvis en vivo y en directo, pero me daba la impresión de que la imitación estaba bastante lograda. Poco a poco el público se iba soltando. En primer lugar saltaron a la pista dos presuntas solteronas (a pesar de llevar unos cuantos meses en el pueblo, no estoy puesto en la crónica rosa del lugar) que se marcaron un baile que motivó al resto de la audiencia. Cuando la cosa se había empezado a animar, el cantante se tomó un descanso, que fue aprovechado por el personal para repostar. Ya le pueden poner impuestos al alcohol, que aquí no se perdona. La gente no va al pub a contar chistes precisamente. Al cabo de un rato, el Elvis vestido de negro dio paso al más festivo de traje blanco de solapas con collar hawaiano. Para entonces la parroquia se había desatado, destacando dos personajes que lo dieron todo en busca del pototeo: un hombre trajeado cuyos rasgos y vestuario parecían sacados de una comedia británica de los 70 y un indio con turbante, barba y gafas estilo "Eugenio". No faltaron los espontáneos que se atrevieron con el micrófono para hacer duetos con el falso Elvis e incluso alguna "gruppie" madurita. Como se puede comprobar, hubo tanto o más espectáculo delante del escenario que en él. Lo cual no desmerece el mérito del cantante. No sólo por sus buenas y atinadas interpretaciones. Sino por mantener el interés y la profesionalidad en un lugar tan humilde. Porque para darlo todo en Wembley ante 50.000 personas no hace falta mucha motivación. Pero sí para hacerlo en un modesto pub de Cornlbrook ante una audiencia tan limitada como variopinta. Y hablando de pintas, cayeron unas cuantas, pero al lado de la población nativa (auténticas esponjas), no soy más que un aprendiz.
En resumen una noche de lo más divertida e interesante. Desde entonces no puedo evitar emocionarme cuando escucho "Suspicious Minds"...

martes, 9 de agosto de 2011

Nostalgia Laurentina (espero que "y 2")

Hace exactamente dos años publiqué esta entrada http://blogheterodoso.blogspot.com/2009/08/nostalgia-laurentina.html en mi blog. También me perdí el primer día de las fiestas de Huesca. Aunque he progresado desde entonces. He pasado de ser KP a QC, ya no visto un delantal sino una bata y no empuño un estropajo sino un portafolios y un bolígrafo rojo. Pero da igual, la emoción es la misma. Estar en una fábrica sin ver la luz del día entre gente que no sabe quién es San Lorenzo ni dónde está Huesca, y no ha bebido calimocho en su vida se hace muy cuesta arriba la mañana del 9 de agosto.