miércoles, 13 de febrero de 2013

Pollo al Picantón

Este invierno mi inspiración literaria se ha tomado un descanso. Ha sido la fiesta de Carnaval la que me ha permitido salir de mi letargo.
Soy un amante de las tradiciones. Así que, como llevo haciendo desde hace más de 10 años, mi disfraz elegido para celebrar tamaño acontecimiento era el de mosquetero. Es una ventaja repetir, ya que sólo hace falta lavar el disfraz de un año para otro y comprar alguna espada o sombrero si no han llegado sanos a casa. El único "sacrificio" es estar 3 semanas sin afeitarme para lucir la clásica perilla mosqueteril.
La noche empezaba con una cena en una brasería del Casco Viejo de Huesca. En principio íbamos a ser 8 personas en una mesa, pero hubo dos incorporaciones de última hora y tuvimos que dividir nuestras fuerzas. Así me tocó ocupar la mesa de la esquina del restaurante junto a otro mosquetero, un Fiscal General del Estado y un...bueno, un amigo que llevaba un sombrero cordobés, una capa, una peluca de rizos rubia, un jersey y unos vaqueros.
La mayoría de comensales del local iban disfrazados, lo cual le daba un ambiente curioso y distinto. No pude evitar fijarme en una dama caracterizada como "druga" de la película "La Naranja Mecánica". No en vano es una de las películas que más me han impactado... aparte de que el modelito no le sentaba nada mal(me temo que soy más superficial de lo que me gustaría ser).
Antes de elegir nuestro menú, vi a un camarero llevar a una mesa un plato estrecho y muy alargado que contenía una ristra de longaniza con patatas. Se trataba de un "metro de longaniza", que fue aceptado unánimemente como nuestro primer plato. Para el segundo me decanté por un pollo picantón a la brasa. Mi compañero de mesa (el del disfraz inclasificable) también lo pidió a pesar de no saber lo que era. No en vano me preguntó si era muy picante y en su candidez lo llamó "pollo al picantón". Hay gente que se ríe con trompazos o humor soez. Yo me río con estas cosas.


A la hora de pagar, ocurrió algo poco habitual. En la cuenta se habían olvidado un plato (una "hamburguesa vikinga") y nos cobraban de menos. Siguiendo con nuestro particular sentido del humor me dirigí a la camarera en tono serio para decirle que se habían confundido en la cuenta. Ese tono y esas palabras son en un 99'9 % de las veces para reclamar un exceso en la factura. Se quedó muy descolocada cuando le dije que nos habían cobrado de menos y sólo un rato después ya recuperada del "shock" nos agradeció habérselo advertido.
La otra mesa de amigos estaba recreándose con los chupitos ante mi impaciencia por salir cuanto antes y saborear el Carnaval. Y es que la marcha en Huesca está últimamente de capa caída. Y sólo se recupera en días como éste, en las fiestas de San Lorenzo, en Nochevieja y el día del Vellocino de Oro. Así que no era cuestión de estar toda la noche en el restaurante. Ya pasada la una de la noche enfilamos los bares que, afortunadamente estaba más animados que de costumbre. Y con casi toda la gente disfrazada, que es lo que le da el toque especial a esta noche. Poco a poco empezamos a perder unidades. Primero los que no iban disfrazados, que se retiraron al salir del restaurante. Posteriormente lo hicieron el Fiscal General del Estado y el...bueno, el que se pidió el "pollo al picantón", dejándonos a los cuatro mosqueteros dispuestos a dar la estocada.

Los "clásicos"(dícese de las mujeres a las que llevamos años encontrándonos por los bares y sólo conocemos de vista) que acostumbran a ser bastante herméticas son más receptivas en noches como ésta, lo cual hace más fácil socializar. Así cual estado comunista socializamos lo que pudimos mientras avanzaba la noche. Sin que sirva de precedente se nos hizo de día en la tarea, así que tocaba volver a casa. Estábamos ya sólo dos mosqueteros y el más valiente aún se quedó a un "after-hours" versión fumadero heavy, al que yo no hubiera entrado ni pagando pero que a él le costó 10 euros. La marcha llegaba a su fin para mí. Mi traje de mosquetero llegó intacto a casa, el próximo sábado será duro, pero ya queda menos de un año para que los cuatro mosqueteros nos juntemos de nuevo.