martes, 28 de abril de 2009

No entry tonight

Este fin de semana han venido dos amigos a verme a Glasgow. Aunque casi se puede decir que he ido yo a verles a ellos, habida cuenta de las casi 7 horas de autobús que me he pegado.
Siguiendo con la tradición escocesa, cuando había reservado una habitación para 14 en el hostel, me encontré con una cuádruple. Otra cosa es.La segunda sorpresa, también agradable fue el encontrarme a un profesor de la universidad que estaba en un congreso.
Tras mi anterior visita a Glasgow, tampoco es que ardiera en deseos de volver. Me apetecía ver cómo anda el pototeo por esa ciudad. De todas formas, la primera vez sólo anduve por el centro, pero por lo que he visto esta vez, para ver los lugares más interesantes hay que alejarse un poco.
Nada más llegar pude saciar mi hambre canina con un buffet libre chino. No nos hemos matado mucho la cabeza y hemos comido los tres días en chinos “all you can eat”, aunque por lo menos en tres distintos. Para cenar hemos ido echando bocados por sitios de comida rápida. He probado el típico haggis, aunque en un sitio de estos y rebozado. No está mal. Ahora toca probarlo en condiciones.
La primera noche fuimos a tantear el ambiente. No sé si es que no lo supimos encontrar o es que no lo había, pero yo esperaba más de una ciudad que supera el millón de habitantes. Estuvimos bastante rato en un garito que prometía mucho, pero lo único destacado fue que vendían las pintas de cerveza Tennens a una libra. Luego estuvimos en una especie de “Dylan” glasgowense donde entablamos amistad con una chica que había vivido en España y sus amigas. Se notaba que el español no lo había aprendido en la escuela, porque decía todo el rato:”oye tío”. Luego merodeamos por otros garitos, pero como les quedaba poco tiempo para cerrar no nos dejaban entrar, así que volvimos al hostel.
El sábado aproveché mi madrugón involuntario para ir de compras solo. Esta vez he llevado una bolsa grande casi vacía con intención de llenarla de mercancía. Han caído: unas zapatillas de andar por el monte, la primera temporada de Cheers en DVD,una camistea “imperio”, dos almohadas y una báscula. Todo auténticos chollos, sobre todo la báscula (3 libras)
Tras alguna visita cultural (la catedral, unos jardines con un museo de la ciudad), fuimos a ver un edificio de Mackintosh, un prestigioso arquitecto local. El inmueble no resultó gran cosa, pero para llegar a él pasamos por zonas muy duras. De hecho, nos abordaron dos rufianes, ambos con evidentes señales en sus caretos de haber protagonizado peleas recientes. Creedme que acojona bastante, aunque se limitaron a pedirnos “una ayuda” sin más.
Por la noche teníamos previsto ir a una discoteca en vez de ir de bar en bar. Y si hace unos años me pareció lamentable que no me dejaran entrar en una bar de “la Zona” en Zaragoza por no llevar zapatos, lo de Glasgow ha sido insuperable. Nuestro primer intento se saldó con un “no entry tonight” (no entráis esta noche), sin dar explicaciones. En otros nos decían, “no estáis en la lista de invitados”, en otro, tras un rato de cola, nos dijeron que nones, pero a los que había detrás les dejaron. Alguno nos decía que no íbamos correctamente vestidos, y otro que no éramos clientes habituales. Por último, en la puerta de una discoteca, un portero accedió, eso sí, tras suplicárselo una cliente y además teníamos que pagar 5 libras por estar 20 o 30 minutos, que era lo que faltaba para en cierre. En resumen, nunca había visto un clasismo tan exagerado. Ya sabéis, si queréis veniros a Glasgow de discotecas, camisa, corbata, chaqueta, zapatos y mucha correa.
A pesar de todo pudimos observar una auténtica exhibición de coquetería femenina. El 99% de las mujeres que salen llevan tacones, aunque midan 1,80. Manicuras francesas por doquier, escotes generosos a pesar del frío y faldas reducidas a la mínima expresión hacen que el paseo nocturno resulte, cuando menos, vistoso. El momento rufianesco de la noche se produjo cuando nos pusimos a hablar con un rubión que había estado casada con un español. Se la veía con ganas de hablar con nosotros en español, pero iba acompañada de un matután al que no le hicimos ninguna gracia. Nos miró y nos dijo “que ti foglien”. Ante sus gritos y amenazas, a la pobre no le quedó más remedio que alejarse de nosotros. Su amiguito aún tuvo a bien despedirse de nosotros al grito de “hasta luega, maricones”. Vamos, un encanto el chaval.
Aprovechamos la mañana del domingo para hacer las últimas compras, visitar fugazmente un museo de arte y comer en el correspondiente chino. Palizón de autobús y nuevamente en Portree, donde puedo ir con camiseta y zapatillas y nadie me mira mal.

jueves, 23 de abril de 2009

Ba-lon-ces-to

Cuando España ganó el Mundobasket de Japón, Pepu Hernández, el entrenador defenestrado de forma lamentable dijo una frase: Ahora quiero que se hable de ba-lon-ces-to. Al remarcar cada sílaba, Hernández quería hacer hincapié en la importancia que este deporte tiene para mucha gente, como por ejemplo para mí.
Cuando planeé mi aventura escocesa, daba por hecho que iba a estar unos cuentos meses sin practicar este deporte, mucho menos popular aquí que otros como el fútbol, el rugby,etc. Pero ha querido la casualidad (si es que existe, que lo dudo) que un compañero de trabajo, Duncan, entrene con el equipo de su instituto. Hablando con él me dijo que consultaría con su entrenador si podía entrenar con ellos. “You are wellcome”, fue su respuesta, que me produjo gran alegría. La cita era en el gimnasio del instituto a las 7.30pm del lunes.
Por otra parte, me he apuntado a un curso de inglés para extranjeros. ¿Qué día se hace? El lunes. ¿A qué hora? De 6.30 a 9.. Llevaba 10 días sin ningún compromiso y se me juntan dos a la vez. Ya di por descartado el baloncesto. Al fin y al cabo estoy aquí para aprender inglés.
Estaba en el cursillo, y vino una conserje con el mensaje: “Duncan te espera en el gimnasio”. Fui a explicarle la situación y vi las canastas. Me recordaban a las canastas que suele haber en las universidades americanas. Vino el entrenador a hablar conmigo, todo amabilidad. Les dije que no podía, que tenía curso hasta las 8 (me colé una hora).Me dijeron que no pasaba nada, que acababan a las 9 y que me pasara después. Hablé con la profesora y le dije que me tenía que ir a las 8. Al final acabé confesando que era para jugar a baloncesto. Me daba la impresión de estar jugando a dos bandas, y en estos casos se suele quedar mal con las dos. Tampoco puso ninguna pega.
A las 8 salí del cursillo, fui corriendo a casa a cambiarme y volví al instituto. Nada más llegar me dijeron que empezaban un partidillo. Se trataba de tinajeros entre 15 y 18 años, incluidas tres féminas. Normalmente yo no pintaría mucho allí, pero el baloncesto es algo universal que puede unir culturas, edades y sexos.
Y todas las ganas que tenía de jugar se juntaron con el agradecimiento a la oportunidad que me brindaban. Creo que nunca había disfrutado tanto en una cancha. Procuré no abusar de mi físico (soy un tirillas, pero un adulto al fin y al cabo) ni intentar demostrar nada a nadie. Disfrutar jugando y que los demás también lo hicieran. Repartir juego y darlo todo en la cancha, respetando siempre al contrario y teniendo en cuenta con quién estaba jugando. Me parece que perdimos de dos puntos, pero me da igual, porque disfruté del auténtico baloncesto. Ese que, como decía mi amigo Bergic se disfruta sin corsés y sin ataduras. Sin la presión de ganar ni de demostrar nada. Que se disfruta por el mero hecho de practicarlo. En definitiva, como decía Pepu: Ba-lon-ces-to.

lunes, 20 de abril de 2009

De este a oeste (y viceversa)

En mi segundo día libre en Portree mis posibilidades de viajar estaban muy limitadas. Casi todos los autobuses isleños guardan fiesta en domingo. Haciendo de la necesidad una virtud, he intentado matar dos pájaros de un tiro me he trazado una ruta para hacer a pie, corriendo y andando.
Mirando el mapa de la isla, he visto que hay una carretera que, saliendo de Portree, sigue una línea bastante recta que lleva a la costa oeste. Además, por esa zona, en mi plano aparece un lugar de interés turístico llamado Dun Beag Broch.
Poco más allá del mediodía he comenzado mi ruta al trote. Según mis cálculos tenía unos 15 km de ida y otros tantos de vuelta. He planeado correr una hora a la ida y otra a la vuelta, para hacer el resto andando. Pero cuando uno sale a la aventura los planes se suelen ir al carajo, lo cual le da parte de su encanto.
Tras hacer la hora por una carretera estrecha, llena de toboganes y con unos paisajes que me recordaban al mítico Aubisque he visto el mar en lontananza. Eso había que saborearlo, así que me he puesto a andar. Las apariencias engañan y el camino seguía y seguía. Tampoco importaba porque hacía un día estupendo y el entorno era magnífico. Tras una buena caminata he llegado al principio de una ría.
En teoría mi objetivo estaba conseguido, pero me apetecía seguir un poco. Empezaba a tener sed y todavía faltaba la vuelta. Ví un anuncio de un bar a 1 milla y ya me hacía bebiendo una jugosa pinta de bebida isotónica. Al llegar al bar, estaba cerrado. Seguí andando un rato a ver qué había más adelante y vi un cartel: Dun Beag Brog. Alcé mi vista y lo que vi fueron unas ruinas de una fortaleza prerromana. Supongo que serán míticas, pero yo prefiero una buena catedral gótica un palacio renacentista. Ya que estaba allí le eché un vistazo. No está mal, pero la sed empezaba a apretar. Había un desvío en la carretera que indicaba un hotel con bar a 1,5 millas con vistas al maren un pueblo llamado Ullinish. Ir de excursión conmigo tiene más peligro que llevar de compras a una esposa manirrota. No puedo evitar ir siempre a verlo todo. Allá que fui. Paisaje excelente, pero el hotel tenía pinta de estar cerrado. Además, el hecho de que tuviera tropecientas estrellas turísticas que se suelen traducir en serruchazos, no me invitó a investigar. Así que me volví pensando en que la vuelta se me iba a hacer ligeramente penosa.
Pero como dijo mi primo, la suerte ayuda a los valientes. Me senté en una silla exterior del bar que había encontrado cerrado a la ida, y en la mesa había una botella de “Lucozade” casi enterita. No sé quién la había dejado allí ni me importó que hubiera estado unas horas al sol. Me eché unos tragos y la dejé cerrada como si no hubiera pasado nada. Desaparecida la sed, proseguí el camino de vuelta. A pesar del “Lucozade” mi piernas llevaban un tute de los buenos, así que el regreso lo he hecho andando casi todo el rato. Se ha hecho muy duro. El paisaje ya me lo conocía y las fuerzas iban justitas. Parando cuando la ocasión lo requería, he podido, tras unas siete horas de caminata-carrera volver al punto de partida.
Como curiosidad destacar que a la ida se ha parado un hombre ofreciéndome a llevarme en su coche sin yo pedírselo. A la vuelta me ha pasado lo mismo con un taxi. Aquí ya no sé si tan altruistamente como el primero.

Castillo de Duvengal


En mi larguísimo pero impresionante viaje de casi 7 horas desde Glasgow a Portree, uno de los momentos más emocionantes fue cuando vi el primer castillo genuinamente escocés, el de Eilean. Uno ve “Los Inmortales” de pequeño y luego se emociona con estas cosas.
He querido aprovechar mi primer día libre para visitar uno de estos castillos detenidamente. En este caso ha sido en Dunvegal Castle, hogar del clan McLoud durante siglos. Un autobús en el que íbamos 3 (literalmente) me dejó a los pies del castillo. Para acceder a él, además de pagar, se atraviesan unos jardines bastante currados, pero yo quería castillo y no les hice mucho caso. Al plantarme frente al edificio me llevé una pequeña decepción. Una parte es del siglo XVI, otra se añadió en el XVII, otra se reformó en el XIX, etc. Eso y el hecho de que las paredes estén cubiertas de cemento o similar me dieron la imagen de un auténtico pastiche. Mi lado huesqueta no pudo evitar compararlo con el Castillo de Loarre, ganando éste por KO.
Pero aún no había dicho su última palabra, ya que por dentro sí vale la pena. Se pueden visitar unas cuantas habitaciones donde cuelgan retratos de los líderes del clan y se exponen objetos pertenecientes a la familia. Estando en las lujosas habitaciones, viendo esas pinturas y leyendo las explicaciones me hice una idea de qué ambiente se respiraba en un castillo y cómo era un modo de vida que se fue perdiendo a raíz de la unión con Inglaterra en el siglo XVIII.
Aún tenía 3 horas para coger el autobús de vuelta. Así que tirando de talento natural, y ayudado por un pequeño mapa me encaminé hacia el norte con la esperanza de llegar a mar abierto. El castillo está al final de una pegueña ría o como lo llaman aquí, Loch. Seguí una estrecha carretera que bordeaba la ría. Tras una hora trufada de bonitos paisajes, vi un aparcamiento y un cartel que rezaba: Coral Beach 1 mile. Eso me hizo recordad que en una revista que tengo había un pequeño comentario sobre esta playa que ahora había encontrado de casualidad. Y allí me dirigí. Tras unos 10 minutos vi una pequeña cala donde un valiente pretinajero estaba dándose un baño hasta la cintura. La verdad es que el nombre de Coral Beach me pareció un poco exagerado. Como aún me sobraban 10 minutos seguí andando un poco y allí vino mi sorpresa. Llegué a la auténtica Coral Beach. Formada por trozos diminutos de conchas que dan la impresión óptica de ser arena. En Galicia hay cientos de ellas, pero supongo que por estos lares no abundan y resulta muy curioso. Apenas pude estar 5 minutos es tan evocador escenario. Tenía que volver raudo y desandar lo andado para coger el autobús de vuelta, en el que, por cierto, además de ir cuatro, es el primer autobús que veo con 5 asientos por fila, evidentemente muy apretados. Espero que los de “La Oscense” no se pasen por aquí o ya sabemos lo que nos toca.

viernes, 17 de abril de 2009

Agradecimiento y disculpas

Debido a mi limitada conexion a internet no he podido contestar a vuestros comentarios. Solo puedo estar media hora al dia en la biblioteca.Voy a intentar volcar los datos al boli USB y contestaros a todos.
Os agradezco mucho todos los comentarios. Me dan muchisima vida y me siento muy apoyado.

Vuelva usted mañana (Versión escocesa)

El mordaz Mariano José de Larra hubiera triunfado sin duda en tierras escocesas viendo cómo se las gasta la burocracia por estos Lares.Para muestra dos ejemplos:
-Número de la Seguridad Social:A pesar de estar trabajando con todas las de la ley, todavía no estoy registrado en el sistema de seguridad social británico. Es algo que hay que solicitar expresamente.Mi jefa me indicó dónde se solicitaba. Dado mi aún precario inglés fui a otro edificio que resultó ser el centro de atención al ciudadano. Allí, un señor muy simpático, tras estar hablando conmigo un cuarto de hora y tomarme todos los datos, me indicó a dónde debía acudir. Y eso que tenían puesto un cartel en el que pedían disculpas por no poder abrir más tiempo debido a falta de personal.
Acudí al "Job Center" donde una señorita no menos amable me dio un folleto y me dijo que tenía que llamar a un número. Con lo divertido que es hablar por teléfono en inglés...LLamé al número y un señor muy paciente me preguntó unas cuantas cosas y me dijo que me llamarían para concertar una entrevista en el "Job Center", es decir, el edificio que acababa de visitar.Si alguienn lo entiende que me lo explique.
-Cuenta en el banco:Ya me las prometía muy felices tras mi cita en el Royal Bank of Scotland(la verdad es que suena muy elegante). Acudí a ella y una señorita muy atenta, como viene siendo costumbre por estos lares me pasó a su despacho. Allí me empezó a acribillar a preguntas. Si no fuera porque necesito una cuenta como el comer (cobro en cheques) la hubiera mandad a paseo.¿Dónde trabajas?¿Cuánto ganas?¿Casado,soltero?¿Tienes hijos?¿Cuál era tu dirección anterior? Y la que me dejó de piedra..¿Cuántos años has vivido en tu dirección anterior? Se fotocopió mi DNI,mi pasaporte e incluso la hoja de la agencia donde se explicaban las condiciones de mi oferta de trabajo.Me pidió también que le dijera una clave de seguridad.Fue gracioso deletrearle "pototeo".
Tras unos 20 minutos de acoso me dijo que había que hablar con "Inland Revenue" para no se qué de unas tasas y que ya me llamarían.Se lo comenté a la casera y me dijo que se pasaría por la oficina a ver que pasaba.Y lo que le dijeron es que no me abrían la cuenta. No entiendo esas ínfulas.No les estoy pidiendo un crédito, les voy a dar fondos. Pero bueno, que hagan lo que quieran.Lo que ya no tiene pase es que me mareen. El Royal Bank of Scotland se ha ganado un enemigo...

miércoles, 15 de abril de 2009

Mi primera cita

Esto empieza a funcionar. Acabo de conseguir mi primera cita en Portree. Es el jueves 16 a las 10 de la mañana. Al principio se hizo de rogar, pero una persona le habló de mí y eso le hizo decidirse.

A ver si todo sale bien y el jueves abro mi cuenta en el Royal Bank of Scotland. La cita es con un empleado de la oficina, al que le he tenido que llevar una carta de mi casera.

Solo en el Paraíso


Como ya he comentado, hasta ahora los alojamientos escoceses han estado mejor de lo que esperaba. La agencia que me ha gestionado todo este embrollo en el que he tenido a bien meterme, me comentó que el alojamiento sería en un “piso compartido de tres habitaciones”.
Es la clásica casa británica de dos pisos bastante correcta, aunque un poco fría. Efectivamente, el piso tiene tres habitaciones, pero la única ocupada es la mía. Mi “Landlady”(casera) me ha dicho que a lo mejor mete a más gente después. Mientras tanto tengo toda la casa para mí, lo cual es una gozada ¿o no?
Lo sería en condiciones normales, pero hay que tener en cuenta varios aspectos:
-El piso tiene un salón muy correcto, pero carece de televisión.
-He venido totalmente “me llamaban Trinidad”(solo)
-El pueblo tiene unos 3000 habitantes.
-Necesito hablar inglés como sea.
-De momento trabajo pocas horas, por lo que tengo mucho tiempo libre.
Resumiendo, estoy más sólo que la una, en una casa sin televisión, en un pueblo pequeño donde no conozco a nadie, aparte del “staff” del restaurante, y con muchas horas para mí.
Cuando me di cuenta de dónde me había metido y lo que me esperaba, mi primer pensamiento fue tomar las de Villadiego. Pero…viéndolo de otra manera:
-Vivo a medio minuto de mi trabajo.
-Tengo una casa de dos plantas para mí solo.
-Me he traído el ordenador y puedo ver pelis y jugar(estoy enganchado al Gothic II)
-Empiezo a trabajar a las 12 de la mañana.
-Tengo el mar a un minuto de mi casa.
-Y la montaña a 10.
-Estoy en un trabajo que, aunque no sea muy lucido, es bastante llevadero.
-He conseguido, aunque sea temporalmente, mi absoluta independencia.
-Acabo de hacerme socio de la biblioteca, con cientos de libros y películas por descubrir.
-Nunca se sabe quién o quienes se pueden cruzar en tu camino.
Por lo tanto, aunque pase momentos un poco difíciles, hay otros en los que me siento un privilegiado. Eso sí, nunca había sentido envidia de ver a un grupo de amigos cenando en un restaurante hasta ahora.

Eye on the Skye (y IV)

Tal y como preveía,la facilidad para conectarme a internet descendería al acercarme a mi destino. Si en Edimburgo o Glasgow me parecían varias redes wifi al intentr conectarme, ahora brillan por su ausencia. Además he llegado en pleno Easter(Pascua).Hasta ayer no pude mirar internet en la biblioteca. A partir de ahora podré actualizar más a menudo mi blog.
Aunque hayan pasado unos días, procuraré seguir el relato cronológicamente. La mañana del jueves, tras arrastrar mi pesado fardo y dejarlo a buen recaudo en la consigna de la estación me dediqué a hacer aquello para lo que fue creada Glasgow:Comprar.Mi mejor adquisición fue una guía de carreteras de Gran Bretaña de más de 100 páginas por una libra. Si se saben buscar, hay auténtico chollos.
Tanto dar vueltas hizo que se me echara el tiempo encima, por lo que, además de comer cutre tuve que hacerlo rápido.Tras comprobar que los pizza hut estaban hasta las trancas, me conformé con una pizza margarita con aires turcos que tuve que engullir a toda prisa.
A las 3pm partió mi autobús rumbo a Portree. Lo que se preveía un pesado viaje de casi 7 horas se convirtió en una sucesión de paisajes absolutamente impresionantes. Ríos, lagos, montañas, valles... se sucedían haciendo que no quisiera que el trayecto acabara nunca.
Cerca de las 10pm llegué por fin a mi destino. Allí estaba mi contacto en Escocia que recibió y me condujo a la que va a ser mi morada durante los próximos meses.

miércoles, 8 de abril de 2009

Eye on the Skye (III)

Como el chollo este del wi-fi no sé cuanto me durará escribo también la crónica de hoy. Tras el copioso y esta vez esperado desayuno, me dio tiempo a ver el último museo en Edimburgo. El escogido ha sido uno de efectos visuales (otra vez las 3D) Hologramas, engaños ópticos, juegos... Muy poco serio pero muy entretenido. Destacar que en una demostración llamada "la cámara oscura", unos italianetas han sugerido que se diera la explicación en su idioma o cuando menos en español. La chica, un poco azorada ha reconocido que sólo hablaba inglés. Eso sí,ha dicho las gracias que debe repetir día tras día aunque sólo le entendían 2 ó 3.(Yo alguno he pillado)
Sin tiempo para más he cogido el bus a Glasgow. Hay uno cada cuarto de hora, así que no ha habido que esperar mucho.
Esta vez el hotel estaba un poco alejado del centro. Con mi mochilón es todo un problema y más si a mitad de camino pierdo el mapa. Tras tirar de talento natural y entrando en otro hostel a consultar un plano he acabado encontrando el hotel. Y ya en el hotel he encontrado el mapa perdido en un bolsillo. La próxima vez, o viajo con menos peso o renuncio a mis principios y pago tasa por sobrepeso.
Primera sorpresa en el hotel. A diferencia de lo que sucede en España, aquí las sorpresas de los hoteles son agradables. Una habitación triple para mí solo. He preguntado en recepción por si acaso pero me han dicho que todo es correcto.Y yo tampoco me voy a quejar.
Glasgow no es una ciudad muy interesante monumentalmente, pero comercialmente es lo máximo. El centro es tiendas,gente, y más tiendas. Quién las pillara con un maletón como el mío pero vacío.
He comido en un buffet libre chino con un ambiente más lujoso que lo que se estila en España, comida bastante buena (había incluso platos Halal) y precio de risa. La jugada me hubiera salido bordada (amén de cutre) si hubiera pedido agua del grifo como hicieron dos clientes después de mí.
El índice de rufianismo es mucho más elevado que en Edimburgo. Destacar a un personaje al que he seguido unos metros que en un minuto ha revisado un parquímetro en busca de monedas, ha llamado a todos los timbres de 2 portales y ha hecho el clásico gesto con el dedo corazón a un coche que casi le atropella.
Sin duda lo más destacado (por supuesto según mi parcial opinión) de Glasgow son unos colmenones de escándalo que dan un toque berlinesco oriental a la ciudad.

Eye on the Skye(II)

Mi primer día completo en Edimburgo amaneció con una sorpresa. Bajé a desayunar y había lo típico:leche,cereales,tostadas,mermelada, mantequilla y zumo. Mientras desayunaba me vino una camarera y me preguntó si quería desayuno. Ante mi cara de sorpresa me dijo, está incluido en el precio. Yo le dije que sí extrañado. A los cinco minutos me aparece con un Scottish breakfast de auténtica enjundia.Vamos, que hasta las 4 pm no empecé a tener atisbos de hambre.
Por la mañana visité tres museos gratuitos (historia de la gente de Edimburgo,infancia y nacional de Escocia) Muy correctos los dos primeros y magnífico el último. Destacando en él la bicicleta con la que Obree batió el récord de la hora, una foto de Robert Millar y muchas más cosas sobre la historia de Escocia. El cuarto fue el único de pago y el más cutre. "Loch Ness experience" en que echaban una película en 3D sobre la búsqueda del famoso monstruo. No me transmitió mucha credibilidad, les interesa que el mito siga vivo, pero a mi eso de ver una película en 3D me gusta, aunque no sea muy allá.
También fui al Parlamento escocés. Parece que Miralles se esmeró más en Escocia que en Huesca. Lástima que ese día no había sesión.
En cuanto a la gastronomía, busco más saciar el hambre que disfrutar experiencias sensoriales y culturales. Tiempo habrá de degustar la auténtica cocina de las Highlands. Curiosamente en un "Subway" tuve que recurrir casi a la mímica para seleccionar los ingredientes del bocadillo. Así que me conviene estudiarme un poco los ingredientes para que no me entiendan tomate cuando diga lechuga (que es lo que me pasó)
Muy destacable que en las inmediaciones de Murrayfield (estadio de rugby donde juega Escocia) vi a un grupo de chavales jugando a Touch Rugby. Esto ya no hay quien lo pare.
En resumen, gran ciudad Edimburgo. Y no sólo lo pienso yo, sino cientos de españolitos que voy escuchando continuamente por la calle. En Glasgow las cosas cambian en este y otros aspectos.
Vease la siguiente entrada.

lunes, 6 de abril de 2009

Eye on the Skye (I)

Por si alguien no lo sabe a estas alturas, he cambiado mi plácida vida de parado cobrando prestación y haciendo un cursillo por la de emigrante en trabajo de baja cualificación. Tras unos meses de búsqueda no he podido ir a Irlanda como era mi deseo, pero he acabado en Escocia, que es lo más parecido. Estoy aprovechando el viaje para hacer un poco de turismo antes de comenzar mi periplo de "kitchen porter" en la isla de Skye. Voy a estar dos días en Edimburgo y otro en Glasgow.
De momento, lo poco que he visto de Glasgow,no sólo no me ha gustado sino que me ha deprimido un poco. Menos mal que esa sensación ha desaparecido al llegar a Edimburgo.La ciudad desborda historia y además parece muy dinámica. Sólo he dado un paseo pero mañana la voy a exprimir a fondo. Muero por ver el edificio de Miralles que, por el bien de los parlamentarios escoceses, parece que no ha corrido la misma suerte que el pabellón del Peñas.
En estos momentos lo que más me urge es encontrar un adaptador para el enchufe del portátil, o mis crónicas llegarán a su fin.

sábado, 4 de abril de 2009

Peña 10 d'Agosto 67- Gaypu 74

Nada, que ni siquiera me puedo ir a Escocia con una victoria. Se lo había pedido a los del equipo, pero ni por ésas. El partido ha sido reñido, pero hemos ido en todo momento por debajo.
Sabedores de que uno de nuestro mayor peligro es nuestro escolta-ametralladora Casanueva, Gaypu nos ha planteado una defensa individual. No era muy fuerte, pero ha sido más que suficiente para evitar nuestros triples y, ya de paso, robarnos unos cuantos balones. Y esos robos han propiciado contraataques, que junto a numerosos fallos nuestros cerca del aro, han hecho que llegáramos al descanso unos 10 puntos abajo.
En la segunda parte hemos empezado a jugar un poco más en equipo y ha empezado una ligera remontada. Sin prisa pero sin pausa nos hemos llegado a acercar a 4 a falta de menos de 2 minutos. Pero allí hemos vuelto a perder algún balón, lo que nos ha sentenciado.
Mi actuación ha sido correcta, con 12 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias y un tapón.Y ese mal sabor que me queda por acabar la temporada habiendo perdido los últimos partidos. Cara al año que viene necesitamos un "morlaco" que me libere de tareas poco apropiadas para un peso pluma como yo.