jueves, 7 de marzo de 2013

La importancia de llamarse Ernesto

Recuerdo una asignatura que tuve en la carrera llamada "Alimentación y Cultura". Era la típica "maría" a la que la gente no presta mucha atención y cree que es poco importante. Pero para mí era una de las más interesantes, y le he sacado mucho más partido que a algunas que tienen nombres tan pomposos como "Automatización y Técnicas Instrumentales de Análisis" u "Operaciones Básicas en la Industria Alimentaria". El profesor era un tipo singular, con el que alguna vez compartimos fuera de las aulas lo que él denominada "zumo de cebada". No siendo esto habitual en los profesores que me he encontrado en mi trayectoria académica, me llamaba la atención otro detalle en él. Tenía un nombre que hasta entonces no había escuchado: "Amado". Se me ocurrió que tener ese nombre le pudo poner las cosas un poco más fáciles desde el principio. A fin de cuentas, ser un hijo no deseado es como salir de los tacos de salida de la vida con un poco de desventaja. Y ponerle a un hijo de nombre Amado, debe de ser toda una declaración de intenciones. Independientemente de que un nombre sea más o menos bonito (eso no deja de ser algo subjetivo), no me cabe duda de que hay nombres que, por el hecho de denominar a una persona, influyen de algún modo en su visión de la vida. Hay gente que dice que este mundo es "un valle de lágrimas". Probablemente aquellas personas que repondan al nombre de "Angustias" o "Dolores", sean más proclives a verlo así. Todo lo contrario que "Alegría". Quizá "Ángel" o "Milagros" puedan tener un sentido más trascendente de la vida. O ya puestos a estirar el argumento, seguramente los "César" deberían ser gente poderosa o "Lucio", ser un excelente nadador.
Resumiendo, creo que algunos nombres pueden imprimir carácter en la personas a las que nominan. Pensando así, es un consuelo no haber nacido ni en Alemania ni en Polonia. Mi vida hubiera discorrido por senderos más turbulentos si hubiera sabido que mi mombre prodece del germánico y significa "guerrero belicoso" y que en polaco existe una palabra muy parecida que denomina a los proxenetas.

6 comentarios:

Dina dijo...

Partiendo de la base que hubo un tiempo en que a los bebitos se les ponía el santo del día (por muy horroros que fuera)... y sabiendo que casi me pusieron por nombre Lorenza... no quiero ni pensar que hubiera podido ser de mí

Rufus dijo...

Pues hubieras salido muy laurentina. Una fanática de los danzantes y del chupinazo. Tampoco es tan terrible,¿no?

Dina dijo...

¡¡¡¡MAS LAURENTIA AÚUUUUUUUUUN!!!!... no, por Dior, ya hubiera muerto en el intento

Rufus dijo...

Claro que sí. Ahora sólo eres Laurentina en agosto, pero si te llamaras Lorenza, lo serías todo el año.

Dina dijo...

No veas lo que me tranquiliza no llamarme Lorenza

eAposta dijo...

¡Buena publicación!:)