Si algo se puede
destacar de la actividad cultural de Huesca, aparte de su amplitud, es que da
cabida a artistas internacionales de gran calidad, aunque no sean muy conocidos
por nuestras latitudes. Y no hay duda que de ello tiene gran parte (sino toda)
de responsabilidad el mítico periodista musical Luis Lles, cuyo espíritu inquieto consigue que tengamos
actividades tan memorables como la del pasado domingo por la tarde.
En este caso se trataba de una actuación de la
cantante Tié en el C.C. Matadero. A pesar de nunca haber escuchado nada de
ella, me animé a ir. A ello ayudó que en la foto del anuncio pareciera bastante atractiva, que fuera brasileña y todavía más importante, que la entrada estuviera tirada
de precio. A falta de criterios musicales, no es mala idea fijarse en este tipo de cosas.
A pesar de que los argumentos para acudir al
evento eran incuestionables y estaba
anunciado en “La Nueva España”, el salón de butacas no registraba una gran entrada. No pocas veces he escuchado a gente quejarse de que en Huesca “los domingos por la tarde no hay nada" y es un aburrimiento. A ninguna de esas personas vi sentada en las butacas del Matadero. Ellos
se lo perdieron.
Tiê y André Whoong |
Mientras esperaba a que empezara la actuación me preguntaba
si la música brasileña que iba a escuchar iba a ser del tipo carnaval frenético o más tirando a lo plácida bossa nova. El comienzo con la sugerente voz de Tiê mientras tocaba la guitarra española, acompañada de las suaves
melodías del virtuoso guitarrista eléctrico André Whoong, dejaron claro que el concierto
iba a decantarse por la segunda opción.
Se fueron desgranando canciones de amor, de
desamor, de la vida cotidiana, a las que la bonita lengua portuguesa dotaba de un
toque melancólico que se veía compensado por la vitalidad del dúo.
Se trataba de una música ideal para escuchar en casa y crear una atmósfera íntima y plácida. Aunque todavía era mejor sentirla en vivo y en directo.
A pesar de la barrera
del idioma, la cantante se dirigió al público en numerosas ocasiones, presentando
casi todas sus canciones. Por si eso no
bastara para mostrar cercanía con la audiencia, en algunos temas, Tiê se sentaba
en el borde del escenario. Habida cuenta que yo estaba sentado en primera fila y centrado,
por momentos tenía la impresión de que estaba cantando para mí solo. Como si no quisiera que el resto de los asistentes se sintieran celosos, la
artista bajó a la platea y cantó una canción paseándose entre las butacas para
sorpresa y regocijo del entusiasta público.
Pecker y Tiê |
No sería la única sorpresa de la tarde-noche, ya que uno de
los temas contó con la inestimable colaboración de Pécker, uno de los máximos exponentes de
la escena musical oscense (con permiso de Palacho).
Con todos estos
ingredientes, no es de extrañar que Tiê y su acompañante se ganaran con creces al público
que probablemente en su mayoría, desconocían a la artista.
Por ello, los dos
bises estaban más que cantados. Lo que ya no me esperaba, es que al acabarlos,
Tiê bajara al escenario y solicitase un abrazo del público. Nunca había
presenciado algo así tras un concierto, y enseguida correspondimos a la petición, expresando el agradecimiento por su entrega y el buen rato que nos había hecho
pasar.
Mágica atmósfera |
Y es que un concierto es para mí algo más que interpretar unas canciones en vivo. Es expresar sentimientos, emociones, contactar con el público, ver cómo responde y actuar de acuerdo a ello, además de crear una atmósfera especial. Todo eso hicieron Tiê y André y por eso dieron lugar a una actuación inolvidable.