viernes, 6 de noviembre de 2009

Derry / Londonderry



Había dejado mi crónica del viaje de regreso un poco olvidada. Espero que las musas me acompañen hasta que la concluya. Me había quedado en Belfast,tras una noche de grandes expectativas y escasos resultados. La mañana siguiente di un paseo de despedida visitando un jardín botánico cercano. Como era domingo, los invernaderos estaban cerrados. No me parece una medida muy lógica, pero si algo ha brillado por su ausencia estos 5 meses, es precisamente la lógica. Cogí un autobús que me conduciría a mi siguiente destino: Derry. O Londonderry, como les gusta llamarlo a los unionistas. A mí tanto me da, pero desde ahora diré Derry, más que nada por ahorrar un poco.
Tras poco más de una hora y media de trayecto por verdes y ondulados paisajes llegué a Derry. Tras la clásica visita la oficina de turismo me encaminé al hostel de turno. Cuando llegué me encontré con la puerta cerrada. Llamé al timbre, pero nadie acudió. En la puerta, había un cartel con un teléfono para llamar en caso de que no hubiera nadie. Así lo hice, pero pude comprobar que ese teléfono era el que estaba dentro del hostel. Como se suele decir por aquí:"Hacer un pan con unas tortas". Si no hay nadie en el hostel para abrirte tampoco habrá nadie para coger el teléfono. En fin... Así que cargando con el maletón, me fui a comer para hacer hora. Recordaba haber puesto en casilla de hora aproximada de llegada, las 15. Claro que la reserva estaba hecha 3 semanas antes y uno no es tan cuadriculado como para conocer estos detalles de antemano con tanta precisión. Me fui a comer para hacer hora. Una enorme hamburguesa vegetal regada con cerveza hicieron más agradable la espera. Volví al hostel a eso de las 3 y, entonces sí, me abrieron las dueñas del hostel. Mi hogar por un día estaba impregnado de aire revolucionario y pro irlandés. Aunque realmente yo lo elegí porque salía barato.Mi habitación tenía 4 camas, aunque sólo estaba ocupada una, aparte de la mía. Mi compañero era Kevin, un estadounidense muy majete, profesor universitario pese a su juventud. Dejé los bultos y salí a conocer la ciudad. Mi referencia era, al igual que en Belfast, el problema político-religioso, muy bien reflejado en la película "Bloody Sunday", ya comentada en este blog.
La situación llegó a estar tan tensa que, incluso los católicos se encerraron en un barrio, al que no tenía acceso la policía, y que denominaron "Free Derry". Antes de recorrer estos escenarios pude comprobar que el centro de la ciudad tenía bastante encanto, y una historia de varios siglos, aunque siempre marcada por el conflicto entre las dos comunidades. Pero era hora de "bajar al barro". Lo primero que atrajo mi atención era la pared en la que se había conservado el mensaje "you are now entering Free Derry", situado a la entrada de lo que fue durante un tiempo una auténtica "ciudad sin ley". O por lo menos sin la ley británica. No faltaban los murales, lo que me hacía sentir en una especie de Belfast en pequeño. Me costó bastante encontrar el barrio unionista, que era, además muy pequeño. Luego me enteré de que la mayoría de protestantes se habían mudado al otro lado del río. Por tanto, los que quedaban aquí debían ser los más bravos. Aunque muy interesante, la visita por estos barrios me cargó bastante. Nada mejor que un paseo a orillas del río para relajarme.
Volví al hostel y allí me encontré con varios personajes curiosos. Una francés, ya en sus cuarenta y muchos años que vino con una guitarra. Era músico y venía a empaparse de los ritmos celtas. A pesar de mi insistencia y mi intento de soborno (le ofrecí una hamburguesa de pavo) no conseguí que nos hiciera una demostración musical. Andaban por allí una pareja de vascos. Parece ser que muchos vienen atraídos por el ambiente nacionalista que se respira. También conocí a una chica neozelandesa mientras me hacía la cena. Le ofrecí la otra hamburguesa de pavo que me sobraba y charlamos un rato. Alguna vez he comprobado que muchas mujeres, normalmente sin venir a cuento, mentan a su novio a los pocos minutos de conversación como para evitar ser objeto de ataques. En este caso, mi nueva amiga no mencionó al novio sino a la novia. La tenía durmiendo en el mismo hostel. La propuse ir a echar una cerveza y aceptó. Fuimos a un pub lleno de banderas irlandesas, celtas, vascas, bretonas,etc. No quedaba duda de qué bando estaban. La conversación con la neozelandesa fue de lo más interesante. El hecho de que fuera sáfica y además con pareja alivió la presión que todo hombre tiene cuando está a solas con una mujer para conseguir conquistarla. Eso hizo que pudieramos hablar con más libertad, tocando temas muy profundos, poco habituales incluso con gente que conozco hace años. Cuando estaban cerrando el segundo pub que visitamos, nos encontramos con mi compañero de cuarto acompañado de una chica israelí, que también pernoctaba en el hostel. Volvimos los 4 al mismo, donde aún nos quedamos hablando un rato antes de acudir a nuestros aposentos.
La mañana siguiente habíamos planeado una excursión al otro lado del río con Kevin y la israelí. No dio para mucho, ya que carecía totalmente de atractivo. Y eso que yo soy capaz de dar un paseo por Nou Barris y tener el síndrome de Stendhal. Me despedí de ellos y fui a la estación a coger el autobús con el que abandonaría el Reino Unido tras 5 meses viviendo en sus verdes campos. Derry resultó ser una ciudad muy interesante. En su pequeño tamaño se concentraba una densa historia que le otorga un carácter especial. Y si a todo eso le añadimos la gente que pude conocer allí, el resultado es una experiencia inolvidable.

2 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Esperabamos tus crónicas restantes como agua de mayo. Israelies, neozelandeses, estadounidenses, realmente Derry es una torre de Babel. Me encantan los sitios donde se respira un ambiente cosmopolita.

Rufus dijo...

Es lo bueno de dormir en un hostel. No sólo encaja con mi filosofía de viajar en plan cutre, sino que son ideales para conocer gente de muy diversas procedencias.