viernes, 11 de mayo de 2012

La vida del emigrante

Revisando mi blog, me he dado cuenta de que llevo casi un mes sin publicar. Hay gente que me dice que tengo que escribir más, que lo de vivir fuera tiene que dar mucho juego. Es cierto que al principio pasan muchas cosas y todo es nuevo. Pero con el tiempo, mi vida ha pasado a ser tan rutinaria como lo pudiera ser en España. O más, si tengo en cuenta la naturaleza de mi trabajo (6 días a la semana en una fábrica). También me podría obligar a escribir algo cada día como hizo un andaluz que se lanzó la aventura en Dublín que, a falta de acontecimientos más destacados, ilustraba su blog con fotos y explicaciones de los manjares que se cocinaba a diario. Entre la visión de los Celtas Cortos: "Un Dios maldijo la vida del emigrante" y la idea que tienen algunos de que irse a vivir a otro país es un no parar de irse de fiesta y pototear, hay un término medio en el que me estoy moviendo. Mi situación es relativamente cómoda. El trabajo lo tengo más o menos controlado, voy ahorrando y poco a poco mi inglés va mejorando. Pero el fantasma de la apatía planea en el horizonte. Mi objetivo vital no es formar una familia, comprarme una casa y salir adelante (aunque no sean cosas que descarte), sino el crecimiento interior. Y para ello hay que enfrentarse a los miedos que no aparecen cuando la vida se convierte en monótona. Llega la hora de mover ficha. Sólo me queda decidir a qué casilla.

2 comentarios:

mar dijo...

Acabas dejándonos con un continuara...a ver si no tardas mucho en contar que es lo que tienes en mente, que así no te he ido a visitar y si el próximo destino es mejor... ;-)
Un besazo, guapo! Y come mas, que estas muy delgaducho! :-*

Rufus dijo...

Tengo varias cosas en mente, pero prefiero hacer cosas que decir que las voy a hacer.¿Un destino mejor que Slough? No creo que sea difícil superarlo.
Afortunadamente a mi edad, la delgadez todavía es síntoma de buena salud.