domingo, 20 de mayo de 2012

Ostalgie

El término alemán "Ostalgie" se refiere a la nostalgia que sufren algunos habitantes de la extinta República Democrática Alemana de la vida en su país antes de la reunificación. Podría decirse que no sólo de los que vivieron en ese país, ya que, en cierto modo, se puede decir que soy un "ostálgico". Me apasiona toda la información sobre cómo era la vida en la Alemania del Este, entre de mis películas favoritas se encuentran "Good bye Lenin" o "La vida de los Otros" y cuando visité Berlín, no sólo pasé más tiempo en la zona oriental, sino que me alojé en un albergue retro en cuya habitación colgaba un retrato de Erick Honecker.
Para explicar semejante pasión se me ocurren dos explicaciones. La primera es que en mi vida anterior haya sido un alemán ferviente defensor de las ideas socialistas. Pero otra explicación más científica nos lleva al verano de 1990 en Split. Allí se celebró el XV Campeonato de Europa de atletismo. La atletas de la RDA barrieron en las pruebas de velocidad femenina. Recuerdo que me llamaron bastante la atención (no sólo por sus méritos atléticos) Grit Breuer y Katrin Krabbe. El escuchar el bonito himno de la Alemania del Este tantas veces cada vez que estas dos atletas subían al podio debió grabarse a fuego en mi subconsciente. Tanto como para que, una persona como yo, tan amante de la libertad como detractor del comunismo, no pueda evitar una inevitable atracción por un país que empecé a conocer precisamente en su canto del cisne. Pero no es la clase dirigente que tan hipócrita y cruelmente dirigió el país lo que más me interesa. El hecho de dividir un país culturamente homogéneo en dos estados distintos con dos sistemas económicos antagónicos se puede catalogar de un experimento sociológico a gran escala. Allí se pudo demostrar qué sistema acaba funcionando por sí solo, y cual necesita del miedo y la opresión para mantenerse. Y la peor parte se la llevaron los sufridos "ossies" que veían como sus vecinos del oeste mejoraban su poder adquisitivo, disfrutaban de la libertad y montaban flamantes Mercedes o BMW mientras ellos se conformaban con los humildes Trabant. Pero todas las personas buscan de algún modo su felicidad cotidiana. El berlinés "DDR Museum", es el museo en el que más he disfrutado en toda mi vida. Eso pese a que seguramente, cualquier cuadro que está en los sótanos del Museo del Prado esperando su oportunidad para salir a la luz, cuente con mayor valor en el mercado que todo el contenido de este museo junto. Se trata de objetos de la vida cotidiana de la antigua república como tebeos, envases de alimentos,dibujos animados, discos,testimonios, monedas e incluso una reproducción de un salón de una casa cualquiera. Todos estos pequeños detalles, junto con la seguridad y estabilidad en el trabajo y una sociedad más cooperativa hacían en cierto modo soportable la vida en un estado gris y axfisiante. Sin olvidar tampoco los innumerables éxitos deportivos que asombraban al Mundo (y a un servidor), hasta que luego se supo que fueron conseguidos de forma poco lícita y en algunos casos con graves consecuencias para los deportistas.
En definitiva, por mucho que me haya informado de las brutalidades de la Stasi, o de las consecuencias que tiene levantar un muro para dividir una ciudad en dos de la noche a la mañana, el himno de la República Democrática Alemana es mi favorito. Por eso si algún día soy campeón de algo y subo a un podio, solo le pido a la organización del evento que se equivoque con el himno español. Pero no quiero escuchar el himno danés como le sucedió a Alberto Contador en el Giro de Italia. Ni el Himno de Riego como tuvo que escuchar el equipo español de Copa Davis en Australia. Me gustaría que en mi honor sonara el "Auferstanden aus Ruinen". Seguro que me emocionaré aún más que si me tocara escuchar la Marcha Real.

2 comentarios:

Gus dijo...

Gracias al entorno por el que te mueves, ¿has hablado con algún ossie para explicarle tu extraño sentimiento?
Aunque no sea lo mismo, a falta de ossies, bien estaría algún cubano o coreano del norte.

Rufus dijo...

En el entorno por el que me muevo no abundan los ossies. Tuve que irme hasta Dover para conocer a una. Respecto a cubanos y norcoreanos, ni están, ni me temo que se les espere.