viernes, 2 de enero de 2015

Varsovia (II)

 Esta vez no hubo problemas, y el folleto indicaba claramente dónde era el punto de encuentro de tour por la "parte vieja". Las comillas se deben a que Varsovia quedó tan arrasada después de la Segunda Guerra Mundial, que hubo que reconstruir todo el casco histórico.
 Unos cuantos viejos conocidos se habían sumado a la actividad. Estaba la pareja hispano-chilena que había conocido en el tour comunista y con la que había compartido comida el el "milk bar". Además apareció Sarah, la británica con la que había explorado las minas de sal de Cracovia, y que para más INRI, dormía en el mismo albergue que yo.
 Como ya he dicho antes, los nazis habían dejado la ciudad hecha una auténtica ruina. Tras la guerra, y gracias a la ayuda soviética, el casco antiguo fue reconstruido procurando ser fieles a la arquitectura original. El resultado es asombroso, ya que la impresión que da pasear por el centro de Varsovia es la misma que se tiene al hacerlo en cualquier otra ciudad que conserve edificios de hace muchos siglos.
Comienzo del "tour"

 Como suele ser habitual en estos casos, el guía destacó tanto por sus conocimientos como por su simpatía. De hecho, al final se ofreció para hacer una "visita guiada no oficial por los baretos del casco antiguo". Pese a lo tentador de la propuesta, la rechacé, ya que había quedado con los compañeros de viaje que había conocido en Cracovia, a los que se sumó la británica Sarah para echarle un tiento a la noche varsoviana.
 Como no quiero que se me tache de superficial y/o sexista, no diré nada sobre la destacable belleza de las mujeres polacas. Sí diré, no obstante, que en general son bastante cordiales.
 Por lo que pude comprobar, en general hay un cambio generacional muy grande en Polonia. La "vieja guardia" parece ser más cerrada y apenas hablan inglés. La siguiente generación, por contra, es más receptiva y muchos de ellos hablan inglés, y además bastante bueno.
 Precisamente por no haber alcanzado ese nivel, Germán (uno de los integrantes de nuestro grupo) tuvo un malentendido con una camarera. Le preguntó si le iba a cobrar 14 eslotis por una ronda, pero le entendieron que quería 14 cervezas y las sirvieron. Lo que en otro país hubiera sido casi una tragedia financiera, en este caso fue una anécdota jocosa, habida cuenta de los competitivos precios del país. Y más si añadimos que Germán le pidió a la camarera que nos guardara las botellas abiertas en el frigorífico para que nos las sacara mientras íbamos bebiendo el resto.
Las cervezas se nos apoderaban

 Malentendidos aparte, lo pasamos muy bien en los dos garitos que estábamos echándonos unas risas entre nosotros y con los turistas y locales que pululaban por allí.
 A eso de las dos de la noche, decidimos dar por concluida la salida, no sin antes pasarnos por un supermercado para echarnos un bocado al cuerpo.
 Volvimos cada mochuelo a su hostel para dormir, o intentarlo. En mi caso, un par de motosierras con las que compartía pieza, lo hicieron ciertamente difícil. Pero eso no fue nada comparado con lo que me esperaba a la mañana siguiente...


 



No hay comentarios: