lunes, 11 de abril de 2011

Manchester

Mi primer contacto con la ciudad de Manchester no fue todo lo plácido que hubiera deseado. A los 5 minutos de patear sus calles, eché la mano al bolsillo para inmortalizar la ciudad y no encontraba la cámara. Me hice un cacheo exhaustivo, pero no aparecía. Mis últimas fotos las hice en Liverpool poco antes de montar en el autobús, así que la cámara debía estar allí.Volví corriendo a la estación, y allí estaba el autobús a punto de salir para Londres. Le comenté mi percance al conductor y me dejó echar un vistazo. Se había llenado de gente con bolsas y maletones.Así que inspeccioné un poco la zona por donde había estado y me fui. Debía de estar por allí, pero una búsqueda exhaustiva con la expedición a punto de partir y el autobús lleno hubiera sido demasiado engorrosa. Este es el motivo por el que esta y otras entradas están huérfanas de fotos, lo cual espero compensar con descripciones lo más gráficas posible.
Asumida la pérdida, me dirigí al hostel, que distaba apenas 10 minutos de la estación.A diferencia del albergue de Liverpool, en este caso se trataba de un establecimiento moderno y funcional. Las instalaciones eran mucho mejores. Aunque para mi gusto le faltaba "alma". Mi habitación era de 4 camas, pero la encontré vacía al llegar. Así que supuse que iba a dormir solo esa noche. Dejé la bolsa y me lancé a explorar la ciudad, que no cuenta con grandes referencias monumentales. Aún así, me parececió una ciudad interesante. Combina edificios clásicos, con otros modernos manteniendo el buenh gusto. El centro lo ocupa una gran plaza llamada Picadilly con jardines para el solaz de los locales, y donde confluyen las principales lineas de tranvía. No pueden faltar, como en cualquier ciudad anglosajona, las calles y centros comerciales en abundancia. Pasé junto a lo que en tiempos fue el mítico club nocturno "The Haçienda", convertido ahora en un edificio de apartamentos. La pateada me había abierto el apetito. En busca de la cantidad, más que de la calidad, di buena cuenta de un buffet libre chino que resultó bastante correcto por su ajustado precio y abundante variedad. A pesar de que era domingo, quise echarle un vistazo a la marcha nocturna. No tenía ni idea de dónde estaba la zona de baretos, así que tiré de talento natural. Tras un rato de búsqueda, llegué a una calle con unos cuantos garitos. La zona estaba muy bien, situada junto a un río. Unas banderas multicolores ondeando en las fachadas me confirmaron que la zona no era de ambiente nocturno, sino de ambiente a secas. No estaba yo ese día para probatinas, así que me volví al hostel. Cuando estaba leyendo en la cama, un individuo con aspecto de seminarista irrumpió en la habitación. No iba a dormir solo. Se trataba de un dublinés que trabajaba de profesor en una universidad inglesa. Me hizo gracia que, al comentarle que yo vivía en Slough me preguntó:¿Es tan horrible como dicen? Y cuando ya estábamos los dos durmiendo, una pareja de rubiones entró en la habitación y ocuparon las dos camas libres.
Al despertar el día siguiente, mi compañero se había marchado, y las compañeras estaban desperezándose. Hablé un poco con ellas, pero no les saqué su origen. No entendía ni papa cuando hablaban entre ellas, así que deduje que debían ser nórdicas o bálticas. Cuando se lo iba a preguntar, se marcharon al baño a acicalarse. Nunca se sabe cuánto puede tardar una mujer en esos menesteres, así que me quedé con la duda y partí a explorar Manchester. Mi primer destino fue el Museo de la Guerra. Estaba a las afueras, cerca del estadio del Manchester United. Tras la correspondiente pateada de más de una hora llegué a Old Trattford y visité la tienda, sin, por supuesto comprar nada.Soy "ni un clavel", el fútbol no me interesa y no tengo sitio en casa para meter nada más. Cerca estaba el Museo de la Guerra donde sí que lo di todo. Destacaba el apartado de las guerras navales, pero lo que más me llamó la atención fue la parte dedicada a la Primera Guerra Mundial. Hacía especial hincapié en la vida en las trincheras, ofreciendo la posibilidad de percibir los olores (nada agradables en general) que se podían percibir en ellas.
Pasé más tiempo del previsto en el museo (lo merecía), así que tuve que volver en tranvía.
Mi última visita fue a una especie de ciudad deportiva que contaba con el estadio del Manchester City, un velódromo y una pista de atletismo. En las proximidades de ésta, destacaba una placa conmemorativa de los Juegos de la Commonwealth de 2002, disputados en Manchester. Volví al centro ya pensando en llenar la panza. El día anterior le había echado el ojo a un "Pizza Hut" con un tentador buffet libre. Cometí un pequeño y craso error, ya que la oferta expiraba a las 3 de la tarde. Así que me tuve que conformar con un humilde plato de pasta, que tampoco estaba mal, pero no es lo mismo. Con este ágape di por concluida mi estancia en la ciudad de Manchester, y la primera parte de mis "minivacaciones".La semana siguiente contaba con otros 3 días libres que habría que aprovechar como fuere.

6 comentarios:

Sosaku Runner dijo...

Buenas minivacaciones, está bien que aproveches el tiempo. Recuerdos que te quedarán para siempre, aunque sin fotos.

Rufus dijo...

Los recuerdos siempre quedan en la memoria.
Espero que tu sobreentrenamiento sea también sólo un recuerdo y vuelvas por tus fueros.

Anónimo dijo...

¿A qué huelen las trincheras?

Saludos

LC

Rufus dijo...

Esto me recuerda al anuncio de compresas:¿A qué huelen las nubes?
Había olor a pies (estaban meses sin cambiarse de calcetines), a humedad, a gas mostaza, a pólvora... Vamos, que no sentía uno mucha envidia por los pobres soldados.

Sebastian dijo...

Muy buen blog. Te invito a visitar elmio:
http://infoplaneta2000.blogspot.com/

Saludos

Rufus dijo...

Gracias Sebastián. Ya le he echado un vistazo. Buen trabajo.