lunes, 26 de diciembre de 2011

Si no puedes con el enemigo, únete a él.


Cuando uno vive en un país extranjero, se supone que va a aprender el idioma del país de acogida muy rápidamente. Ciertamente las posibilidades son mucho mayores. Pero el entorno condiciona mucho. Y Slough no es el mejor sitio del mundo para aprender inglés. Mis compañeros polacos utilizan su lengua materna la mayor parte del tiempo y la mayoría de canales de nuestra televisión se escuchan en el idioma de Jaruzelski. En mi fábrica, el panorama no mejora demasiado.Aparte de una gran cantidad de polacos, la colonia asiática es muy numerosa con representantes de Pakistán, Sri Lanka e India. Suelen hablar en sus lenguas de origen entre ellos, con lo cual no me entero de nada. La situación no mejora mucho cuando se pasan al inglés, compitiendo con el acento de Glasgow en la lucha por ser más ininteligible. A falta de una fiesta organizada por la empresa,parte de esta gente, que pertenece al departamento de producción (mayormente operarios y algún supervisor) se monta una fiesta por su cuenta en fechas navideñas. Mi mánager me comentó la jugada y me animó a apuntarme. En realidad no tengo mucha relación con la gente que iba a ir, pero viendo que me esperaba una Navidad tan triste o más que la pasada, le pregunté all organizador si me podía apuntar. Aceptó de muy buen grado e incluso me puso en contacto con un par de operarios que viven en mi zona para que me llevaran.
Así, esa tarde me recogieron en coche y fuimos a Slough a buscar a otro compañero. Mientras esperábamos por él, uno de ellos nos hizo pasar a su casa donde esperamos en el salón. Con esta persona apenas había hablado y ahora me franqueaba la puerta de su casa y me invitaba a sentarme en su salón rodeado de su familia. Bonito detalle. Al rato nos montamos en el coche y fuimos rumbo a Southall al son de una atronadora música india. Southall es una zona del Oeste de Londres copada por gente del subcontinente indio. No en vano algunos la conocen como "Little India" e incluso el rótulo de la estación de tren es bilingüe.
El lugar elegido para el fiestorro era un local que parecía sacado de una película de "Bollywood". Me senté a la mesa junto a un compañero pakistaní que tiene familia en Barcelona y chapurrea el español, lo cual facilitó bastante la comunicación. Al rato empezaron a aparecer camareros con bandejas de comida. Dejaban unas fuentes en la mesa y casa uno se servía lo que quería. Evidentemente quise probarlas todas y la verdad es que estaban deliciosas. Las bebidas alcohólicas no iban incluidas en el menú, pero los mánagers que habían montado el tinglado insistieron en invitarme a todo el alcohol que quisiera beber. Fueron sólo dos pintas de cerveza, más por lo lleno que estaba que por no abusar del ofrecimiento. Una vez acabada la comida,un voluntarioso Dj emepzó a pinchar los últimos éxitos que más pegan en las pistas de baile de Bombay o Calcuta. La pista se empezó a llenar y una vez asentada la comilona, también me animé a mover el esqueleto para sorpresa de algunos compañeros ante los que, hasta entonces, había sido todo seriedad. La mayoría de mujeres presentes en la fiesta iban ataviadas con los trajes típicos indios, que a todas mis compañeras les sentaba infinitamente mejor que la bata y el gorro preceptivo en la fábrica. Aunque generalmente las indias son muy dispares en cuanto a belleza, las muy guapas son auténticos monumentos. No me faltaron las ganas de intentar algún frotamiento, pero, a pesar de encontrarnos en el corazón de Inglaterra, el ambiente no era precisamente muy anglosajón, así que me contuve. Un par de horas después se empezó a formar una cola bastante larga en el centro del restaurante. Se trataba de la recena o resopón versión india. Había que pasar con un plato delante de unas fuentes donde los camareros servían arroz, pollo al curry, pan de pita, garbanzos y ensalada. Aquí también piqué de todo, además de un postre bastante bueno, aunque ya al final era casi por vicio. No me cabía ni un átomo de hidrógeno en el estómago. Un rato después la pista de baile fue tomada por un grupo de bailarines profesionales ejecutando llamativos números musicales. Nos dejaron paso a los amateurs al acabar su coreografía, pero no me dio tiempo a hacer mucho ya que los compañeros que me habían traido se retiraban y me tenía que volver con ellos. Me despedí de la gente y volvimos a casa. La experiencia había valido la pena. No sólo por lo bien que me lo pasé, y la comilona que me pegué. Después de haber compartido esta fiesta con mis compañeros los veo de otra manera. Y para ellos soy ya algo más que el "QC".

2 comentarios:

Gus dijo...

Esa fiesta tiene una pinta excelente, qué suerte, esa comida tan apetecible no se encuentra por aquí.
ya que no son cristianos, qué festejaban ellos? el video lo hiciste tú?
Son curiosos esos países (India y Pakistán, entre otros). Son muy heterogéneos y tienen tremendos conflictos internos, pero suelen ser muy hospitalarios. te dio esa sensación?

no olvides ir a quemar esas pantagruélicas comidas, estos días hay que alternar fartallas con trotes desengrasantes.

Rufus dijo...

Supongo que celebran lo mismo que la mayoría de la gente estos días. Cualquier cosa menos la onomástica de Jesucristo.
El video lo hice yo con mi cámara Samsung. ¿No se nota viendo a dónde apunta el zoom?
Entre los indios y pakistaníes de la mesa se entendían en el mismo idioma. Aunque parece ser que hay cierta animadversión entre los dos países. Sí que es cierto que parecen ser hospitalarios.
Claro que sí. No han faltado los trotes pre y post comilona.