Entre las muchas ideas que se me ocurrieron fui descartando y me quedé con dos: Alemania del Este y Suecia. Ya había estado unos días en Berlín y había visitado fugazmente dos ciudades suecas. Pero eso para mí había sido solo un aperitivo.
Ante la disyuntiva de elegir entre estos dos destinos, busqué si había una forma de conjugarlos. Y la encontré: Un ferry unía Rostock con la ciudad sueca de Trelleborg. Ahora sólo tenía que planear la ruta a seguir. Básicamente se trataba se subir por el este de Alemania, pasar a Suecia y subir al norte, viendo la mayor cantidad de lugares posible. Aunque iba a aprovechar que tenía bastante tiempo para pasar más de una noche en algunas ciudades, a diferencia de lo que había hecho en Portugal.
Pensaba empezar por Dresde, pero me di cuenta de que podía añadir una etapa más al itinerario. Y no una cualquiera: Praga. Eso me permitía no solo conocer una de las ciudades más turísticas de Europa, sino completar la mítica trilogía de haber visitado Fraga, Braga y Praga, un logro que todo viajero que se precie aspira a conseguir.
Decidido ya el esqueleto de mi viaje, reservé los primeros días de alojamiento, además de algunos trayectos y partí rumbo a Barcelona para coger el avión a Praga. Esta vez decidí darme un capricho y no volé con Ryanair, sino con Vueling, que es de bajo coste, pero no tan bajo como la compañía irlandesa.
Llegué a la capital checa de noche, lo cual no ayuda mucho para orientarse. Tuve que coger un autobús desde el aeropuerto y un metro, que me dejaba relativamente cerca del albergue. Fiándome de mi talento natural, sólo contaba con unas anotaciones básicas en mi libreta y un plano gratuito que me había agenciado en el aeropuerto. Lamentablemente mi destino estaba fuera del mapa, y mis anotaciones se mostraron claramente insuficientes. Así que elegí intuitivamente una dirección y presté atención a los nombres de las calles, a ver si encontraba alguna pista. Veía el panorama algo oscuro hasta que vi un cartel publicitario en la carretera que indicaba la ruta a una tienda de informática. Felizmente dicha tienda se encontraba en la calle de mi albergue, así que ya sabía por donde tirar. Aun así tuve algún problema que otro, derivado de que muchas calles contaban con dos nombres y dos numeraciones distintas, lo cual no ayuda mucho a la hora de orientarse.
La Plaza de la Ciudad Vieja. |
Esa noche ya me había pulido los sitios más típicos de la ciudad, pero quería echarles un vistazo a plena luz del día. Antes de ir a dormir degusté un bocadillo de queso empanado, una "delicatessen" propia del lugar.
Me temía que iba a ser una noche difícil en el albergue al estar alojado en una habitación para 16. Nada más lejos de la realidad. Las habitaciones grandes son más espaciosas, por lo que los elementos disturbadores se diluyen.
Un desayuno correcto (muy bueno si se tiene en cuenta que sólo había pagado 10 euros por noche) en el albergue me dio las energías que necesitaba para mi actividad favorita en cualquier ciudad: patear sin descanso. Vi algunos hitos interesantes, como una torre de televisión, que, según me enteré después, había sido elegida como el segundo monumento más feo del mundo.
Los he visto peores. |
Venca, un guía profesional. |
Aún quedaba algo de tarde, así que mi compañero chileno y yo, seguimos nuestra particular ruta turística sin guía. Gabriel resultó ser un gran conversador e hicimos buenas migas dialogando sobre los grandes temas. Aprovechamos la situación para cenar juntos (una de las cosas más tristes del viajero solitario es comer solo) y nos despedimos en pos de nuevas aventuras.
No voy a descubrir Praga a estas alturas. No es un destino turístico de primer orden por casualidad. A una rica historia y un legado monumental enorme se le suman unas dimensiones humanas y unos precios competitivos. Creo que no será la última vez que visite esta hermosa ciudad.
2 comentarios:
Ese tridente Fraga, Braga y Praga bien merece una entrada heterodosa en exclusiva. Debe haber poca gente que lo haya completado como tú.
Por otro lado, la foto de la ciudad vieja tiene un detalle muy bueno, verdad? hay que fijarse bien para verlo...
Las sensaciones que deja haber completado dicho tridente son demasiado intensas para plasmarlas en una entrada. Eso hay que vivirlo.
Muy bien Gus. Mis fotos no están puestas sólo para hacer bonito. Me gusta que mis lectores sean detallistas y curiosos.
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