Al año siguiente, pude disfrutar de una de las mejores vueltas de la historia, con Marino Lejarreta, Julián Gorospe y Alberto Fernández plantando cara al todopoderoso Bernard Hinault. Si la carrera fue apasionante, no le fue a la zaga la sintonía que, al igual que el año anterior había sido compuesta por el dúo de música tecno Azul y Negro. A partir de entonces se convirtió en mi grupo favorito.
Durante unos años, sus irresistibles samples se utilizaron como sintonías en anuncios, cortinillas y concursos televisivos, mientras su música arrasaba en las discotecas y no conocía fronteras. Estaban hasta en la sopa. ¡Y qué rica sabía esa sopa!
Pero a finales de los 80, sin saber muy bien por qué, su estrella empezó a decaer y casi desaparecieron de los medios. Aún volvieron por sus fueros para dar sintonía a la Vuelta del 93, pero fue su canto del cisne, al menos si consideramos el dúo original. Porque desde entonces Carlos García Vaso, unas veces en solitario, y otras con algunas colaboraciones, ha intentado mantener viva la llama, con el mismo espíritu aunque con menor repercusión mediática.
Me presenté el día "D" a la hora "H" en la sala "Z" de Zaragoza, y apenas me dio tiempo a pedirme un trago antes de que los dos miembros de Azul y Negro salieran a escena. Lucían unos llamativos "tecnotrajes", con casco incluido, y estaban arropados por un montaje audivisual que proyectaba unas imágenes en el fondo del escenario que se compenetraban perfectamente con la música.
Carlos García Vaso, que tanto le da usar el teclado como tocar la guitarra, se acompañaba para la ocasión del teclista Carlos López, mostrando ambos su pericia con los sintetizadores y el minucioso trabajo de preparación que habían realizado. Los temas tenían un sonido logradísimo, no habiendo apenas diferencia entre los temas tocados en directo con los de estudio.
Los grandes clásicos de la primera etapa de la banda como "La Torre de Madrid", "No tengo tiempo"(sintonía de la Vuelta '83)," Números Rojos", "The Night"(nueva versión que no me gusta tanto como la original, aunque aquélla era poco menos que insuperable), "Hitchcok makes me happy" o la entrañable "Isadora" , se sucedían intercaladas con temas de la segunda etapa, menos conocidos, pero no exentos de calidad, como "Baila con la Luna", "Dejà vu" o "El Maniquí"(con caracterización incluida).
Tras más de una hora y media de concierto, la actuación llegó a su fin con el mítico "Me estoy volviendo loco", sintonía de la Vuelta '82, que es quizá su tema más conocido. Y el que hizo que muchos nos empezáramos a volver locos con su música.
Una vez acabado el concierto, los dos integrantes accedieron gustosamente a firmar discos y hacerse fotos con la gente. Ese detalle, junto al haber empezado el concierto con puntualidad, dan muestra del respeto que tiene la banda por sus seguidores. Como ya comenté en una entrada de mi blog en la que relataba una actuación de un imitador de Elvis en un pequeño pub inglés, es fácil darlo todo cuando se toca en templos de la música ante miles de personas. Pero cuando se hace en una pequeña sala de conciertos, se agradece que un grupo que lo ha sido todo en la música ponga todo su empeño en ofrecer un espectáculo de calidad.
En definitiva, una noche inolvidable, en la que además pude encontrarme por sorpresa con un amigo entre el público al que hacía más de 10 años que no veía. Eso sí, me quedé con ganas de más. A ver si se pasan por Huesca a tocar un día de éstos, que en provincias también tenemos derecho a disfrutar de lo bueno.