Al llegar al punto de reunión, me encontré con dos empresas distintas que hacían exactamente lo mismo. Ya la teníamos liada. Con lo que me cuesta tomar decisiones...
Había unas listas para apuntarse, y lo hice en la que había menos gente, por aquello de repartir la riqueza (aunque sea más bien de derechas, tengo algún tic comunista). Lo que no me había fijado es que mi tour salía media hora más tarde. Así que, aparte de tener que esperar un rato más para empezar, vi como empezaba a venir gente hasta formar un grupo de enjundia. Afortunadamente, nos dividieron en 3. No puede decirse que salir mal parado en el reparto, ya que mi guía fue presentada como "miss free tour". Además demostró mucho conocimiento y, sobre todo una gracia natural que hizo muy amena la visita.
Tour "gratuito" por el centro de Granada |
Para el segundo día, ya no sólo buscaba una cama para descansar. Quería algo de interacción social en mi alojamiento. Así que fui que volví a la residencia a coger el maletón y me dirigí a un albergue más cercano a la Alhambra y con más vidilla. El estilo sobrio y un poco retro del primer establecimiento dio lugar al colorido y estilo juvenil del segundo.
Tocaba compartir cuarto, y en ese momento había una coreana que, para mi decepción morboso-sociológica, no era del norte.
Había llegado el momento de visitar la Ahambra, o por lo menos acercarme todo lo posible a ella, ya que no había conseguido entrada. Hay que sacarla con muchos días de antelación.
Probé suerte en la taquilla, pero no coló. Así que recorrí los aledaños y pude hacerme una ligera idea de lo que me había perdido. Hay que ver el lado bueno: ya tengo excusa para volver a Granada.
Poderosa tapa |
Empezamos internándonos por el Albaicín, auténtico laberinto de callejuelas estrechas y llenas de encanto. Según nos comentó la guía, hace unos años, esta zona estaba totalmente degradada. Pero de un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda y las casas alcanzan precios astronómicos.
Magníficas vistas |
Sacromonte |
Habiendo tantos bares donde elegir, nos costaba un poco decidirnos, y anduvimos un poco errantes. Quizá hizo que la transalpina se despidiera súbitamente del grupo tras haber disfrutado de una sola tapa. ¿Acaso la "despedida a la italiana" sea un híbrido entre la convencional y la francesa? Es decir, digo adiós, pero de repente y sin dar ninguna exlicación.
El nuevo grupo hispano-británico fue más operativo y tras la segunda tapa fuimos a un mirador situado en el Albaicín con vistas a la Alhambra, que estaba muy animado, con improvisados guitarristas y cantaores.
La conversación con Beccah fue más que interesante, y supuso un gran colofón para mi estancia en Granada. Ni siquiera lo empañó el que apenas pudiera dormir en el albergue, entre otras cosas, por el molesto ruido del ventilador con el que contaba mi habitación. ¿O será que las emociones que provoca este monumento hecho ciudad que es Granada hacen que sea difícil conciliar el sueño?