viernes, 4 de diciembre de 2009

Donegal



Siguiendo con la crónica que había dejado en Derry, a eso de las dos de la tarde me monté en el autobús rumbo al norte de la República de Irlanda. Los paisajes no cambiaban mucho a ambos lados de la frontera. Lo de las dos Irlandas, me recuerda un poco a las dos Alemanias, o las dos Coreas. Es decir, un disparate. Aunque el estar tantos años separadas ha hecho que ciertamente se note un ambiente distinto entre las dos zonas, que, sin embargo, guardan partes en común. A mitad de camino, el autobús se detuvo en Letterkenny, capital del condado de Donegal. No parecía gran cosa. En general, las ciudades irlandesas no son, a diferencia de sus paisajes, muy agraciadas. La llegada a Donegal no me hizo cambiar de opinión. Se trata de una localidad de pequeño tamaño, con una plaza principal y unas cuantas calles que salen de ella. Mi hostel estaba a unos dos kilómetros del centro, de los que uno y medio eran ya fuera de la localidad. Me costó bastante llegar con mi maletón atravesando rotondas y arcenes. La acogida fue de lo más cordial. Una mujer de mediana edad me hizo sentir casi como en casa. La habitación individual salía a precio de risa, así que no pude evitar cogerla. Al igual que en Perth, gané en comodidad, pero limité mis posibilidades de conocer gente. A pesar de que la dueña me dijo que no tenían internet, enchufé mi portátil en mi cuarto por si acaso. Sonó la flauta, lo que me permitió comprobar que España se había complicado la vida en el Eurobasket perdiendo ante Turquía. Todo mi calendario giraba en torno a este acontecimiento. Temía llegar a España con nuestra selección eliminada. Afortunadamente reaccionaron a tiempo.
Volví a inspeccionar el pueblo. Aparte de la plaza principal y un castillo, no había mucho que ver. Tenía que aprovisionarme, así que fui a un hipermercado de las afueras. Allí me pude dar cuenta de dos cosas: a)Irlanda es un país caro. b)Con la libra tan baja, a los que venimos del Reino Unido, aún nos parece más caro. Acostumbrado a los precios del Co-Operative o del Tesco, las mercancías me parecían auténticos atracos. Claro que los sueldos tampoco son los mismos. Compré la cena y volví al hostel a prepararla. En el camino pude ver un cartel que indicaba la presencia de un lago a unos 6 km. Postergué la cena, me calcé mis "bambas" y salí del hostel en pos del "Loch". La ruta discurría por una carretera poco transitada, pero sin arcen. Si a eso le sumamos que estaba en pleno ocaso y que no quiero morir joven, decidí volver. La cena fue un poco triste. La inmensa cocina del hostel estaba vacía, y tuve que hacer la pizza en un microondas. Sin perder la fe, volví al centro. Era lunes y no esperaba gran cosa. Pero no podía irme a dormir así. Había dos o tres pubs abiertos, uno de ellos con música en vivo. Ya que el pototeo iba a brillar por su ausencia, me consolé escuchando auténtica música irlandesa. Y como me gusta. Con gente que se coloca alrededor de una mesa repleta de pintas, sacan los instrumentos y a tocar. Por cierto, uno de los componentes llamaba mucho la atención con su peinado estilo Robert de Niro en "Taxi Driver". Me pedí una pinta, me senté en un sillón y me tomé un merecido descanso arrullado por las plácidas melodías locales. A eso de la una cerraban el bar. No había nada más abierto así que tocaba retirada. En el hostel pude hablar con un grupo de españoles que habían vuelto decepcionados del centro. Ni siquiera pudieron entrar al pub con música, que estaba cerrando cuando fueron. Decididamente Donegal no es un destino para la juerga y el desenfreno. Al día siguiente me pude sacar la espina e ir corriendo de buena mañana al lago cercano. Sólo pude estar 5 minutos a su orilla, pero la ligera neblina que lo rodeaba y la tranquilidad que se respiraba, sumados a la belleza del paisaje, hicieron que valiera la pena el esfuerzo. Volví al hostel para desalojarlo. El día anterior le propuse a la dueña pagarle en libras, ya que me habían quedado muchas monedas sin cambiar, lo cual aceptó sin problemas. No puso tan buena cara su marido al comentárselo al día siguiente, pero aceptó. Además se ofreció para llevarme en su furgoneta al centro. Gran detalle que fue mal correspondido por mi parte. Unos minutos después me di cuenta de que me había olvidado de devolverle la llave.Y no era la primera vez que me sucedía. Cuando dejé mi hotel en Skye, me di cuenta 5 minutos después de despedirme. Gran sprint mediante volví a devolverla con escaso margen para coger el autobús. La segunda vez fue la llave del hostel de Beltfast. Me di cuenta al día siguiente cuando no había manera de abrir la puerta de mi cuarto en Derry. Llamé al hostel y se la envié por correo. Y en este último lapsus, llamé al dueño y me dijo que la dejara en un hotel del centro. Material hay aquí para freudianos, porque tres olvidos son algo más que una casualidad. Sin más novedad cogí el autobús rumbo a Sligo, última escala en mi periplo. Esperaba encontrar algo más de vidilla que en Donegal.

4 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Un placer seguir leyendo esas cronicas sobre la Irlanda desconocida, que muchos nos quedamos sin descubrir. Como bien apuntas, resulta muy loable la mentalidad de integración que tienen en Irlanda con respecto a Irlanda del Norte, y resulta cuando menos curioso, la tendencia contraria que vemos en España con ciertas comunidades autonomas que no hara falta mencionar, a precisamente, promover las barreras a traves de la lengua y otros mecanismos. Pero bueno, dejemos la reflexión así, que esto es meterse en camisas de once varas.

Rufus dijo...

Efectivamente. Muchos nacionalistas vascos se identifican con la problemática de Irlanda del Norte, sin tener en cuenta que lo que buscan allí los católicos es integrarse en la República de Irlanda, no formar un estado propio.

Gabriel Puyo dijo...

Rufus!!! Es apasionante leer tus peripecias aventureras. A ver si este verano organizamos un viaje con Luisito y compañía allende Hispania y dejamos que el viento y el pototeo nos lleve a paraísos desconocidos.
Un abrazo amigo!!!

Rufus dijo...

¡Gracias Drazen!
Será un placer compartir experiencias con Luisito y contigo. Nada puede frenar a tres pototeadores dispuestos a todo.