martes, 21 de septiembre de 2010

La Tasca

Afortunadamente el sábado tenía el día libre. No sé si hubiera sobrevivido dos días seguidos en esas galeras. Ese día tenía una entrevista en un restaurante español de Windsor llamado “La Tasca”. También se trataba de ayudante de cocina. Tras la experiencia del viernes me apetecía tanto ir a esa entrevista como a Hitler volver a hablar con Franco tras su entrevista de Bayona. Pero tenía que cumplir mi palabra y me presenté. El mánager se trataba de una persona joven bastante simpática. Me comentó el trabajo y el horario. El trabajo era lo que era, pero el horario era bastante asumible. Me dijo que podía hacer una prueba de 3 horas esa misma tarde para ver si me encontraba cómodo. Me pareció buena idea, y el mánager me dio buena impresión, así que acepté. Eso sí, pude ver que el local tenía capacidad para más de 100 comensales, y que sólo contaba con un kitchen porter. Aparecí por la tarde y bajé a la cocina. A pesar de ser un restaurante español, todos los cocineros y casi todos los camareros eran polacos. También lo era el kitchen porter, al que le pregunté inmediatamente qué tal era el trabajo. “Very busy”(mucho jaleo) fue su lacónica pero atinada respuesta. Y vaya si era busy. El pobre iba a piñon. Mis cálculos eran acertados. 4 cocineros, 5 ó 6 camareros y más de 100 clientes alimentando a una sola persona es una ratio muy descompensada. Y allí me di cuenta de que este trabajo no es para mí. Una persona reflexiva que suele alimentarse a base de latas, no tiene sitio en una cocina. Aún así, me pareció mucho mejor sitio que el grecochipriota. El personal parecía muy agradable, y las camareras polacas estaban pero que de muy buen ver.
Así que pensé que, aunque el tipo de trabajo no me encajaba (ya era hora de que me diera cuenta), podría ser un buen sitio para estar un mes o dos mientras buscaba otra cosa. Así se lo comenté al mánager, que me dijo que necesitaba alguien que estuviera por lo menos hasta fin de año. La perspectiva de celebrar la Nochebuena entre montañas de platos no me convenció, así que lo dejamos correr. Con la certeza de que mis futuro profesional debía alejarse cuanto antes de los fogones me presenté la mañana siguiente en el restaurante que casi acaba conmigo el viernes.

2 comentarios:

Gus dijo...

si casi todo eran polacos, dónde estaba la esencia española del bar? el dueño? el menú? cafés a 1'40€? no servir agua del grifo?

Rufus dijo...

Habia dos camareros españoles, los nombres de los platos y banderitas rojigualdas por doquier.