lunes, 10 de diciembre de 2012

Nunca correrás solo

Si la soledad del corredor de fondo es más que un tópico, en mi estancia en tierras británicas ha sido la tónica. Aparte de las carreras, rara vez he conseguido que alguien me acompañe en mis trotes. Eso hasta que un amigo me comentó que "Sweatshop", una tienda deportiva de Windsor organizaba unas quedadas para correr unos 5 kilómetros en grupo todos los lunes por la tarde. Por si correr con más gente no fuera suficiente premio, te daban una camiseta técnica si acudías cinco veces. Y todo ello sin pagar un penique. El primer día no me lo tomé a título de inventario y ya desde el principio me sumé a los puestos de cabeza. Para mí era un auténtico lujo correr con un grupo, y la emoción me empujaba hacia adelante. Aunque no tanto para que pudiese seguir a un par de gacelas que se disputaron la victoria (no es un evento competitivo, pero cada uno va a su ritmo). Los perdí de vista en un cruce casi al final y no sabía por dónde tirar. Pregunté una chica que estaba esperando el autobús si los había visto, ante su respuesta negativa, "hice un Bahamontes" y esperé un par de minutos a que viniera algún lazarillo en mi rescate. Como no aparecía nadie y me estaba poniendo nervioso tomé una dirección que acabó siendo la correcta. Una vez reagrupados los participantes (entre los que se incluía alguna participante femenina de enjundia)en la tienda, nos ofrecían un vaso de agua o refresco. Evidentemente, a partir de ese día fui un incondicional del evento. Y eso a pesar de que muchos días me tocaba ir después de haber trabajado 8 horas de pie sin darme un respiro o debía ir desde mi casa situada a 6 km (y volver después) y no siempre con un clima agradable. Los duelos con un par de corredores locales y un sueco jugador de hockey sobre hielo eran épicos, pero siempre dentro de la más absoluta deportividad y compañerismo. Un día incluso salimos a echarnos unos tragos para celebrar la despedida de dos dependientes que se iban a estudiar a otra ciudad. Y recientemente han incluido una ruta alternativa de unos 10 km para los más intrépidos (entre los que me incluí, obviamente). Si correr es un placer (alguna veces sufrido, pero un placer al fin y al cabo), hacerlo con esta gente, y en un entorno tan privilegiado como Windsor es una auténtica maravilla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He de hacerte la ola primo, yo me he sentido muchas veces así, pero en vez de en Windsor en Astorga...mucha veces he corrido por esas gélidas tierras con la única compañía de mi sombra y te creo cuando dices que es agradable correr en grupo...aunque yo prefiero grupos reducidos. Un abrazo

Rufus dijo...

A ver si ponen una sucursal de "Sweatshop" en Astorga y se acaban tus días de trote solitario. Y por supuesto cuenta conmigo cuando me acerque por tierras maragatas.
Un abrazo