Una de los principales acontecimientos con los que nos obsequia la primavera es la presencia de numerosas medias maratones. Este año he decidido comenzar mi temporada con una carrera en la que en su segunda edición ha conseguido reunir la extraordinaria cifra de 2000 atletas.
Este invierno he entrenado como de costumbre, pero por diversos motivos estoy muy ligero. Tenía curiosidad por ver si mi pérdida de peso se iba a reflejar en el cronómetro. La noche anterior a la carrera, una pertinaz y abundante lluvia no auguraba buenos presagios. Pero el "día D" amaneció nublado aunque seco, con una temperatura suave, muy apropiada para correr. Mi colocación en la salida fue muy conservadora. De hecho, hasta el segundo kilómetro no adelanté al globo de 1 h 45'. Viendo que iba fino, decidí forzar un poco la marcha. Mi objetivo era bajar mi plusmarca personal (1h 35'). En el kilómetro 7 ya había recuperado mi retraso inicial, y marchaba a ritmo de récord. No paraba de adelantar gente,lo que, aparte de darme una pista de que el ritmo era bueno, me daba bastante moral. A mitad de carrera ya hacía cuentas (de la lechera) para bajar de 1h 30', si apuraba al final. Mientras, notaba el apoyo de familiares y pasaba por lugares emblemáticos (la Catedral, el edificio de Botines, el bar Ferrero...) de las primeras calles que vieron mis ojos.
Por el kilómetro 17 ó 18, la prueba se internó en un polígono bastante desangelado. Si a eso le sumamos que el esfuerzo me empezaba a pasar factura, el resultado es que la última parte se me hizo bastante cuesta arriba. Mi cuento de la lechera se desvaneció. Aún así, dándolo todo, conseguí llegar al Estadio Hispánico parando el cronómetro en 1h 31' 30", gran marca que supone darle un "bocado" de 3 minutos y medio a mi anterior récord. Apenas me dio tiempo para recoger la bien nutrida bolsa del corredor, ducharme y dirigirme a la estación de tren. Tenía que volver a Huesca ese mismo día y no tenía una mejor combinación. Mi piernas aún pagan las 6 horas sentado nada más acabar la media maratón. Pero como dice el refrán, "sarna con gusto, no pica". Y correr una media maratón en una ciudad como León, batiendo además mi plusmarca personal, es una sarna que da mucho gusto,