viernes, 4 de septiembre de 2009

I’m Hungary, no stupid.

La semana pasada, ya en el declinar de la temporada turística, un nuevo kitchen porter pasó a engrosar la nómina del hotel Dunollie. Una buena noticia, que supone menos trabajo para mí, pero llega un poco tarde. Ya tenía decidido que la presente semana sería la última que pasara entre fogones y detergentes. Cansado de mi rutinaria tarea y habiendo ya recorrido todos los rincones de la Isla de Skye que estaban a tiro de autobús y pata, no tenía mucho sentido continuar, pese a que mi contrato expiraba en octubre. Como el primer plato en Portree me resultó muy indigesto y el segundo en Broadford ha fallado en algunos de sus ingredientes, me tomaré un postre a modo de viaje por Escocia e Irlanda intentando que, por lo menos, me quede buen sabor de boca.
El nuevo ayudante de cocina se trata de un húngaro de mediana edad que apenas habla inglés. Tampoco hace falta mucho para desempeñar esta tarea. Se hace llamar Steve, que es la traducción al inglés de su nombre. Esta costumbre, con la que no estoy muy de acuerdo es frecuente entre sus compatriotas por estos lares
Dice el adagio ciclista tantas veces repetido: “Hasta que no se cruza la raya de meta no hay nada decidido”. En mi hotel pasa lo mismo. Me esperaba una última semana plácida, preparándolo todo y planteándome qué hacer en los dos días libres consecutivos (toda una rareza) que me habían tocado en suerte. Eso hasta que el domingo a eso de las 7 de la tarde el mánager se acercó a nosotros mientras desempeñábamos nuestra noble y poco reconocida tarea y nos comentó, de forma un tanto apresurada que “debido a que no podía darnos horas de trabajo” en la cocina, yo tenía que ir de lunes a viernes a otro hotel y trabajar el fin de semana en el Dunollie. Respecto a mi compañero, no hacía falta que se moviera del sitio, pero debía trabajar los 7 días. El mánager no se preocupó mucho del “feed-back” en la comunicación. Más bien lo soltó y se fue. Yo más o menos lo pillé, pero el magiar se quedó como Gabriel Ciprés, es decir, “a verlas venir”. Gracias a la ayuda de una camarera húngara, que estaba al cabo de la calle e hizo las veces de intérprete, Steve se pudo enterar de que se había quedado sin días libres y tendría que trabajar sin ayuda hasta el viernes. Pero no fue eso lo que más le cabreó, sino la actitud del mánager al comentarnos la jugada. De ahí que me dijera con tanta razón como incorrección gramatical: “I’m Hungary, no stupid” (Soy Hungría, no estúpido).
Respecto a mí, ya conozco al mánager. Una persona muy correcta, que le gusta llevarse bien con todos. En su posición, a veces, hay que ser el malo de la película. Y no es un papel en el que se encuentre cómodo. Así que no me sorprendió la situación. Teniendo en cuenta que no sabía qué hacer en esos días libres (como he comentado antes, Skye y redolada no tienen secretos para mí) y considerando que me encanta salir de la rutina, me lo temé como algo, por lo menos, no negativo.
Mi nuevo destino por unos días se trata del “Kyle Hotel”, en Kyle of Lochalsh, última localidad del “Mainland” antes de la Isla de Skye. Por aquí, cuando se refieren a Gran Bretaña, se refieren al “Mainland”, que no deja de ser una isla, pero mucho mayor que Skye. Antes de venir me informé y vi con agrado que es un hotel mucho más pequeño que el Dunollie. Menos capacidad conlleva menos clientes, ergo, menos platos. Y ciertamente se nota a la hora del trabajo. Menos horas y trabajo más reposado. Además me ha tocado en suerte una pedazo de habitación doble que en realidad es el triple de la mía en Broadford. Si no fuera porque el pueblo es un muermazo y ya estoy más que de vuelta, me intentaría quedar más tiempo aquí. Pero la decisión ya está tomada. El lunes parto rumbo a las Hébridas Exteriores.

3 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Haces bien Rufus en darte una vuelta por Eire, aprovecha en divertirte y pototear por ahi lo que no pudistes antes.
Esperamos que ahora que proximamente te vas a ver liberado de la vida entre fogones, puedas prodigarte más y deleitarnos con tus ingeniosas crónicas. Por cierto hace poco probe el restaurante italiano "Muerde la pasta", y me lleve una grata impresión. Un restaurante bueno, bonito y barato, algo dificil de encontrar en los tiempos que corren.

Dina dijo...

Pues na... con la mochila acuesta se quedaran los fogones a tus espaldas... disfruta y sigue contándonos.

Rufus dijo...

Mi frecuencia en publicar dependerá de mi posibilidad de conectarme a internet. Hasta hoy no había podido más que unos minutos. Estos pequeños inconvenientes son parte de la vida del viajero. Pecata minuta.
Ciertamente "Muerde la Pasta" es una gran opción. Aunque hoy he probado un indio que no lo va a la zaga. En próximas fechas me extenderé más.
Dina, lo malo es que además de la mochila llevo un maletón de campeonato. Pero siempre será mejor que estar encerrado entre fogones.