lunes, 18 de mayo de 2009

“Big Sisters” me vigilan

 Una de las frases más famosas de la historia del cine fue la que dijo Al Pacino en “El Padrino II”: “Ten cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos”. Seguramente si Pacino hubiera trabajado en mi restaurante y vivido en mi piso no la hubiera pronunciado.
 Hace unos días me pegué un gran susto cuando fui a entrar al piso, vi la puerta abierta y escuché unos ruidos dentro. Se trataba de la casera y su marido haciendo unos apaños en una habitación. Además del susto no me hizo mucha gracia que presenciara la entropía que reinaba en el inmueble. Aunque pensé, por lo visto, con poco acierto que no era asunto suyo.
 Esta semana vino un día al restaurante hecha una furia. Parece ser que accidentalmente cambié el funcionamiento de los radiadores y estaban operando todo el día con el consiguiente gasto energético. Digo accidentalmente porque a día de hoy no tengo ni idea de cómo funcionan, a pesar de mis intentos por descifrar su complejo mecanismo. Me acusó de haberlo hecho premeditadamente para estar calentito en el piso. Acusación muy poco oportuna para un inquilino como yo que, para evitar encender un radiador eléctrico y aumentar la factura eléctrica,duerme con 3 nórdicos y acostumbra a ir en cazadora por el piso. Aprovechando el tirón tuvo unas palabras poco edificantes sobre el estado del piso. Afortunadamente mi nivel de inglés actual no fue suficiente para entenderlas, aunque el lenguaje no verbal no auguraba nada medianamente positivo.
  Con mucho esfuerzo y paciencia por mi parte logré hacerle entender que lo de los radiadores no había sido ninguna maniobra premeditada, y que pensaba dejar el piso como un pincel ante la inminente llegada de la nueva inquilina. También le hice saber la conveniencia de avisar antes de ir al piso, para evitar sorpresas desagradables tanto por su parte como por la mía. Hablar con una pared es difícil. Si encima está cabreada y habla en inglés, es casi imposible. Resumiendo, el piso es suyo y no tiene que dar ninguna explicación ni aviso.
 Además de esto, últimamente, la casera y la otra jefa, hermanas ellas, han insistido en la necesidad de abrir las ventanas del piso para a ventilarlo. Lo que empezó siendo una sugerencia se ha convertido prácticamente en una orden. El problema es que el piso y el restaurante están enfocados al mismo patio, con lo cual, “La Ventana Indiscreta” se rueda un día sí y otro también. Domingos incluidos, ya que hoy ha aparecido una de ellas, ha entrado en el piso sin apenar saludar, ha abierto unas ventanas y se ha ido sin decir ni mu, ante el estupor de la nueva inquilina.
 Todos estos acontecimientos, y otros que no vienen al caso han hecho que esta semana me haya sentido cual disidente controlado por la Stasi. Y lo que no han conseguido el frío, la lluvia, el granizo, la soledad, las cazuelas grasientas y el acento de Glasgow, casi lo han conseguido las “Big Sisters” en una versión escocesa de la novela de Orwell 1984.
 Parecía demasiado bonito estar en un piso bastante grande, pagando muy poco y con la luz incluida. Pero todo tiene su precio. Y me estoy planteando seriamente si merece la pena pagarlo.

2 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Legalmente como propietaria del piso seguramente tendrá todo el derecho a entrar. Otra cosa es que desde el punto de vista ético, seguramente sea un comportamiento más que cuestionable, eso de presentarse sin avisar. En mi caso el primer año que estuve en Irlanda tuve también unas palabras con mi casero. En mi caso aún era peor porque vivia con una familia, cuando volvia del trabajo encontraba que se dedicaban a mirar mis cosas y a preguntarme cuando iba a volver cuando salia a dar una vuelta porque según el, tenía que encender la alarma del piso por seguridad despues de que yo volviera. La verdad es que con 26 años que tenía en aquel entonces alucine un poco. Por lo que cuentas definitivamente parece una costumbre muy "britanica" eso de espiar a los inquilinos. El culmen llegó cuando se me hincharon tanto las pelotas que que me busque un piso compartido de aquiler. Mi anterior casero me amenazo con denunciarme porque según el estaba obligado contractualmente a permancer un minimo de semanas en su vivienda. Yo le dije que me iba y que hiciera lo que le diese la gana que yo no había firmado nada con el (a todo esto, la conversación en ingles), y he de decir que temí por mi integridad física despues de decir esto último. Pero bueno en esta ocasión se cumplio el refran, nunca hay mal que por bien no venga. En el piso compartido al que me mude estuve genial. Era todo gente joven de diversas nacionalidades, incluso hize alla uno de mis mejores amigos en esas tierras, un sudafricano al que le estaré eternamente agradecido por su tiempo al enseñarme Irlanda en varias excursiones y por su paciencia para hablar en inglés conmigo. Todo este rollo, bueno para decir que si el casero se pone muy pesado y por lo que cuentas lo parece, a lo mejor es buena opción buscarse un piso compartido, aunque no se que tal andara la oferta de alquiler por Portree.

joaquin.chc@gmail.com dijo...

Rufus, creo que es el momento de mandar a tomar por saco a las petardas de las dueñas del piso.
Yo en tu lugar me habría marcado como asunto urgente la búsqueda de una "alternativa habitacional".
En el momento que la tengas, diles cuatro cosas a esas guarras y emplea cualquier tipo de lengueje necesario, verbal, no verbal, digital e incluso manual para que sepan que con un aragonés no se juega sucio. A por ellas!