martes, 5 de mayo de 2009

MARINO: GRITOS DE SUFRIMIENTO

 Este fue el titular de un artículo que la revista “Ciclismo a fondo “ dedicó al Giro de Italia ’91. Marino Lejarreta afrontó un ambicioso reto ese año. Ya había corrido las tres vueltas grandes en una misma temporada, pero en el 91 quería disputar las tres. En la Vuelta a España se encontró con un poderosísimo Melchor Mauri que corría en su mismo equipo y tuvo las manos atadas para poder atacar, aunque estaba muy fuerte.
 Empezó el Giro aún más fuerte, pero se encontró con un Franco Chiocholli intratable. Ese año, el Giro fue durísmo, sobre todo en la última semana. Y a ella llegó Marino con la reserva, que se le acabó en la etapa que finalizó en el Passo Pordoi. Esta etapa pasaba por la Marmolada, una auténtica pared. Y fue en ese puerto donde Lejarreta las pasó canutas. Yo no llegué a gritar el domingo, pero poco me faltó.
 La semana pasada sólo libraba el domingo. El problema para un turista permanente como yo, es que ese día apenas circulan autobuses en la isla. Por ello alquilé una bicicleta el sábado por la tarde, para devolverla el lunes por la mañana. Ya la tarde del sábado fui a dar una vuelta por cerca de Portree para recuperar viejas sensaciones. Echaba de menos el pedalear y fue un gustazo. Se me hizo un poco raro circular por la izquierda, incluso tuve algún despiste en algún cruce donde instintivamente me iba al otro lado. Y es que, como dijo el ex-ministro Bermejo, yo siempre he ido por la derecha.
Mi plan para el domingo era ir al Neist Point Lighthouse, un faro que me habían dicho que era digno de ver. Está “un poquillo” lejos de Portree, pero contaba con emplear todo el día para ir y volver. Temía por el mal tiempo, así que cuando a las 6 de la mañana me despertó la lluvia me veía encerrado en casa todo el día. Pero la almohada soluciona muchos problemas, así que me volví a dormir y un rayo de sol me despertó a las 10. Tras un copioso desayuno partí a las 11 en pos del faro.
 Primer problema: mis glúteos acusaban el contacto con el sillín del día anterior.
 Segundo: Se trataba de una bicicleta de montaña bastante pesada, poco adecuada para circular por carretera. De hecho me hizo recordar por qué nunca me he comprado un velocípedo de esta guisa.
  Tercero: Durante la ida sufrí un viento ora en contra, ora lateral en contra.
 Cuarto: En esta isla no hay cien metros llanos.
 Quinto: Hacía unos dos años que no montaba en bicicleta.
 Sexto: La carretera era muy estrecha y debía pararme cada vez que me cruzaba con un coche. 
 Séptimo: Mi bidón de agua había sido el día anterior portador de una bebida con presunto sabor a naranja, que, como el Cid, siguió aportando su repelente sabor al agua que ahora contenía.
Con estos condicionantes lo que debería haber sido un plácido paseo se convirtió casi en una tortura que sólo mi motivación logró vencer.


   A la altura de Dunvegan, donde visité un castillo hace dos semanas, cogí una carretera más secundaria aún y llegué a un cruce. Los carteles señalando el faro brillaban por su ausencia. Así que le pregunté al primer coche que paró, en este caso ocupado por dos suizas. Tras las parrafadas y balbuceos en inglés resultó que hablaban español. Nada más irse el coche de las suizas me preguntó un turista lo mismo. Yo me curé en salud y le dije:”Esas chicas de allí me han dicho que es por esta carretera” Seguí mi camino haciendo cuentas. Iba a ir muy justito para llegar, no sólo de fuerzas, sino de tiempo, para que no se me hiciera de noche a la vuelta.
Tras unas cuantas millas de sube-baja-para que viene coche, atravesando un paisaje privilegiado que el cansancio apenas me permitía admirar, me topé con una rampa del 16 % que fulminó mi ya escasa moral. La subí a pata, llegué al cartel de un pueblo (Glendale) y decidí regresar. Me quedaban unas 3 o 4 millas, pero se veían unas cuestas de horror y probablemente se me hubiera hecho de noche a la vuelta, suponiendo que hubiera tenido fuerzas para llegar a casa. Supongo que debí sentir la sensación de fracaso, pero el cansancio y el miedo a no poder volver, hicieron que no la notara.
En la vuelta el viento fue más favorable a mis intereses. Lástima que en mis condiciones no lo pudiera aprovechar mucho, pero por lo menos no me daba en contra. Una parada en Dunvegal para aprovisionarme de una chocolatina “Lion” me dio ánimos para afrontar las 22 millas que anunciaba el cartel de la ruta que elegí para volver, distinta a la de la ida. Cada pedalada era una tortura. La subidas, por suaves que fueran, se me hacían eternas. En las bajadas ni pedaleaba. La imagen de Lejarreta gritando en la Marmolada se me hacía continuamente presente. Para mayor escarnio, había ratos en los que se ponía a llover con fuerza, aunque a los 10 ó 15 minutos, cesaba. Al final, me veía obligado a subir las cuestas andando. Mis piernas no daban más de sí.
 La nota artística la dio un perfecto arcoíris de 180 grados, que compensó una o dos horas de la excursión, pero no toda.
 A unas dos millas de Portree, una bajada considerable me dio el empujón para poder llegar. Un último arreón de lluvia y viento huracanado le dieron el toque épico a mi entrada en Portree a las 8. Pocas cosas positivas se pueden sacar de un palizón de este calibre, en el que apenas he disfrutado, no he conseguido mi objetivo y como decía Santiago Urrialde, “no siento las piernas”. Pero eso es lo que tienen las grandes empresas, pueden llevarnos a la gloria o al fracaso.

11 comentarios:

Gabriel Puyo dijo...

Una gran hazaña, sin lugar a dudas... pedaleando y luchando contra los elementos. Por cierto, que la anécdota de las suizas parece que cubica...

Tu historia me recuerda mi Nochevieja 2003'2004 en Dublin cuando a eso de las 11 empecé a sentir retortijones descomunales estando en el centro. Decidí ingenuo de mí irme a casa en una bicicleta que me prestaron puesto que no había ya buses.

Y cual fue mi grata sorpresa, que una vez de camino, -unas 15 millas-, los retortijones fueron aumentando, asi como la torrencial lluvia irlandesa, a lo que se sumó el agradable hecho de que me perdí.

Total, que llegué torcido sobre el manillar y medio vomitando...


Ah... las hazañas épicas sobre la bici... qué experiencias...

Ahora, que como las del pototeo.... no hay nada igual.

Gus dijo...

de momento tus aventuras deportivas se saldan con éxitos en la épica pero con muchas dificultades en la materialización. mi consejo es que prepares un poco mejor estos eventos, así los disfrutarías mucho más.

según mis cálculos, esta excursión son unas 60 millas, 100 kms, para alguien que no pedalea hace tiempo se me antoja demasiado exigente.

yo el domingo pasado también tuve mi ración de viento en contra en la llegada, llegué algo justito. pero la llegada por Estrecho Quinto y la visión de Huesca en la bajada me dio alas y llegué hecho un titán.

además la mala suerte de la lluvia, el viento... qué sufrimiento.
te animo a que otro día lo prepares mejor, te pongas un maillot del Ploman Craven Madison, lleves comida, bebida, etc. y seguro que lo consigues.

por cierto, les sacaste el móvil a las suizas?

NOS VEMOS EN UPPER MILOVAIG

Tyrannosaurus dijo...

Bueno vas a volver de Escocia hecho todo un atleta, aunque no se quizas si llevabas mucho tiempo sin pedalear hubiera sido mejor empezar con algo más suave, en todo caso no viene mal exprimirse un poco.
Supongo que en la media marathon tendrás tu especialidad y alli te sentiras como pez en el agua.
Yo con la jorgeada tambien tuve lo mio, aunque en este caso los avituallamientos, la comida, regalos y ducha en Huesca son motivos mas que suficientes para darlo todo, amen de la satisfaccion moral que supone el acabar.

joaquin.chc@gmail.com dijo...

Muy bien Rufus. De fracaso nada, cada pedalada es un pequeño éxito y cuando se te pasen las agujetas recordarás la "Expedición Glendale" como uno de los mejores días del año.
Sigue dándole y ya nos irás contando. Suerte!

iulius caesar dijo...

Es como cada uno de los 11 millones y medio que votaron a ZP, a sabiendas que les mentía, los utilizaba y los trataba como imbéciles. Si así son felices, yo no voy a ser quien les obligue a cambiar."

Drazen dixit.

O sea, que según tú, yo que vote a ZP, al igual que otros 11.5 millones de ciudadanos, sabiendo que me mentía, me utilizaba y me trataba como un imbécil, ¿no soy un imbécil?

La clave es la palabra " a sabiendas de". A ver si os enterais.

¿Cómo se puede pensar que 11.5 millones de personas pueden votar a alguien sabiendo que les hace todo eso y que les trata como a imbéciles.?...sí y sólo si son imbéciles. Y encima como soy feliz siendo así, más imbécil todavía. Manda huevos.

¿está es la libertad de expresióón que tanto defendeis? Insisto en que este foro no está para hablar de ésto. Me siento muy decepcionado. Mucho

Además hay alguien que en un gesto de valor me acusa de tirano usando el pseudónimo de Anónimo. Ole y ole.

Lorenzo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lorenzo dijo...

¿Una putada eso de pedalear con el manillar en el lado derecho? ¿no?.........(Humor)

Por cierto ¿Donde llevabas ese bidón del que hablas? ¿En el bolsillo del pantalón? La bicicleta no tiene portabidones por lo que veo.........eso es casi peor a veces que pedalear con lluvia

Esa etapa mentada del Giro del 91 tuvo una particularidad, y es que la Marmolada donde gritaba Marino, se subió pese a no estar inicialmente prevista, unos desprendimientos en otro puerto, el San Pellegrino, obligaron a modificar la ruta y atravesarla en dirección al Pordoi

Drazen, polémicas foreras que veo aparte, aprovecho para saludarte. Hacía meses o quizá años que no sabía de tí, precisamente hace poco te recordé subiendo el Puerto de Anso por la vertiente de Hecho, una subida que ha sufrido un considerable "afeitado" con el arreglo y ensanchamiento de la carretera ¿En qué parte del mundo andas ahora?

Saludos a todos

Gabriel Puyo dijo...

Lorenzo, tío, qué alegría me da saber de ti. ¿Lo último que sé de ti es que estabas en Huesca. ¿Sigues por ahí? ¿Estás en Facebook? Ya me dirás. Veo que sigues dándole a los pedales, como debe ser.
A ver si nos vemos este verano si estoy por esa bendita Osca.

Mándame tu email y me pongo en contacto contigo. Un abrazo.

Abrazos a los míos. Es un placer poder seguir leyendo las aventuras del autor del Blog.

Y a seguir siendo muuuuuuuuuy felices. A sonreír y a pototear que esta maravillosa vida es muy, pero que muy breve.

Rufus dijo...

Drazen, con lo bien que hubieras estado frotando en algún garito. Pero muchas veces la vida nos pone a prueba para demostrar de lo que somos capaces.
No sé si lo volveré a intentar, a menos que consiga una bici un poco más ligera. El Ploman Craven Madison ,¿es un equipo de la zona? El fallo con las suizas fue que esperaba encontrármelas de nuevo en el faro, ya que ellas también se dirigían allí. Pero al tener que regresar no se pudo producir el encuentro.
Ya he inspeccionado el recorrido de la media maratón y es un sube-baja constante, muy dura. Yo soy más llaneador, pero ya que estamos aquí habrá que darlo todo.
Gracias Joaquín. La verdad es que se pasa mal, pero luego se recuerdan estas cosas con cariño.
Lorenzo, veo que Gofi sigue ejerciendo su influencia por Huesca. Tuve que llevar una mochila para meter el botellín, la bomba, las herramientas y el candado, además de la comida y un chubasquero, que resultó ser fundamenal.
Cierto, además me acuerdo que modificaron el trazado sobre la marcha y la etapa quedó con menos km. En antena 3, Pepe Gutiérrez le preguntó a Marino si le perjudicó que hubieran quitado km de llano en los que podía haber recuperado entre puerto y puerto. Estaba tan cascado que dijo:¡Qué va, con más km hubiera sido aún peor!
Me alegra ver que este foro, además de provocar disputas también sirva para que dos personas se reencuentren después de mucho tiempo.

Gus dijo...

Todo este sufrimiento mereció la pena, al haber completado con éxito el puzzle del Faro Neist Point.

Desde los comentarios del blog heterodoso te damos la enhorabuena

Rufus dijo...

¡Gracias Gus! Por mucho que me costara, no quería dejar de ver el faro con mis propios ojos, aunque fuera en un puzzle.