domingo, 27 de noviembre de 2011

Doctor Frankenstein, supongo



Esta vez los pronósticos meteorológicos no fallaron. Esa noche había caído (y seguía cayendo) una nevada de aúpa. La ventana del apartamento daba a un angosto patio que no permitía hacerse una idea de cómo estaba la ciudad. Así que había que salir de inspección. Esta vez tocaba Bronx. La idea era ir andando y ver un poco la parte sureste. Nos pusimos unas cuantas capas de ropa y salimos a la calle. El cambio respecto a la noche era total. Las aceras y gran parte de la calzada estaban nevadas. Aparte del cambio estético, se notaba el climático. Hacía un frío que pelaba. A pesar de que llevábamos nuestra ropa más abrigada, pronto empezamos a acusar las bajas temperaturas. Cual Aquiles, habíamos dejado un punto débil al descubierto: nuestras manos. Rápidamente solventamos el problema en una tienda de gangas. Unas manoplas de leopardo nos permitieron salir del paso por 2 humildes dólares. Aún así, el frío, la nieve y la ventisca, hacían que nuestro paseo no fuera precisamente plácido. Conseguimos llegar a una zona de calles comerciales llamada "The Hub", pomposamente conocido como "El Broadway del Bronx". No es lo mismo, pero por lo menos lo intenta. No pudimos apreciar mucho el "glamour" de la zona. Mis ideas y otras partes más tangibles estaban empezando a congelarse, así que nos rendimos y decidimos volver (para más INRI en metro). Pero había que complicarse un poco la vida y bajamos hasta las calle 125 donde presuntamente había unas chupas de cuero a 5 dólares. Al llegar a la tienda, dichas prendas brillaban por su ausencia, y el resto del género no nos llamó la atención. Ahora tocaba subir 25 calles mientras la nevada continuaba. Tuvimos que parar dos veces a reponer calorías en forma de hamburguesas y pasteles estilo sureño, pero logramos llegar al apartamento. Era sábado y la ciudad ofrecía bastantes fiestas pre-Halloween (que se celebraba el martes siguiente). Así que nos apuntamos a una que ofrecía Meetup, una red social que facilita las quedadas para hacer diversas actividades. En este caso se trataba de una fiesta en un local de Manhattan Sur que no tenía mala pinta. Nos presentamos ataviados con dos humildes máscaras, la mía de Frankestein y la de mi amigo, una calavera que daba más risa que miedo. Teníamos un "plan B". Si la fiesta no cubicaba mucho, iríamos a la discoteca "Amnesia", a la que fuimos el día anterior. Pero esta vez antes de las 12 para evitar el serruchazo de 30 dólares. El ambiente no estaba mal, pero no se veía mucha gente y el bar no era muy grande. Nos extrañó, ya que en la web decía que se habían inscrito más de 200 personas. A eso de las 11.20 nos acercábamos al punto de no-retorno. Decidí que había que darle una oportunidad al garito. Al fin y al cabo, era algo más entrañable que una impersonal discoteca. Pronto nos dimos cuenta de nuestro acierto. En mi primera visita al baño pude ver unas escaleras. Bajando por ellas, se accedía a otra planta del bar, donde había una pista de baile, y lo que es mejor, mucha gente, casi toda disfrazada. El ambiente me recordaba a los mejores carnavales que he vivido en Huesca (ya sé que no es Río ni Cádiz, pero no está mal). Nuestras caretas de 2 dólares hacían furor, aunque sólo fuera por lo cutres que eran.Entre la gente que conocimos destacó una conejita playboy coreana o una chica de Búfalo vestida de tiburón. Por supuesto se veían los ya clásicos frotamientos que ganaban mucho con el aditamiento de los disfraces. A eso de las 3 y media se empezaron a encender las luces. Ya no quedaba mucha gente y la fiesta llegaba a su fin. Apuramos incluso la recogida de abrigos y la "salida de los toros" para seguir pototeando, pero ya no se pudo hacer mucho más.Por mí la fiesta podría haber seguido 2 ó 3 horas más. Es, sin duda, una señal de que me lo había pasado en grande.

2 comentarios:

J dijo...

Sensacional, Rufus.
Para la pequeña gran Historia de los Estados Unidos de América queda tu pateada por el Bronx bajo la nieve portando como si nada esas awesome manoplas de leopardo que debieron dejar en estado de shock incluso a los más revoltosos gunners del barrio.
En cada post neoyorquino aportas novedades interesantes de aspectos que no podíamos imaginar, enhorabuena por disfrutar tanto de tus experiencias en NYC y que tengas buena semana.

Rufus dijo...

Gracias J.
Yo creo que las manoplas eran bastante más terroríficas que mi careta de Frankenstein.
Saludos