lunes, 20 de abril de 2009

Castillo de Duvengal


En mi larguísimo pero impresionante viaje de casi 7 horas desde Glasgow a Portree, uno de los momentos más emocionantes fue cuando vi el primer castillo genuinamente escocés, el de Eilean. Uno ve “Los Inmortales” de pequeño y luego se emociona con estas cosas.
He querido aprovechar mi primer día libre para visitar uno de estos castillos detenidamente. En este caso ha sido en Dunvegal Castle, hogar del clan McLoud durante siglos. Un autobús en el que íbamos 3 (literalmente) me dejó a los pies del castillo. Para acceder a él, además de pagar, se atraviesan unos jardines bastante currados, pero yo quería castillo y no les hice mucho caso. Al plantarme frente al edificio me llevé una pequeña decepción. Una parte es del siglo XVI, otra se añadió en el XVII, otra se reformó en el XIX, etc. Eso y el hecho de que las paredes estén cubiertas de cemento o similar me dieron la imagen de un auténtico pastiche. Mi lado huesqueta no pudo evitar compararlo con el Castillo de Loarre, ganando éste por KO.
Pero aún no había dicho su última palabra, ya que por dentro sí vale la pena. Se pueden visitar unas cuantas habitaciones donde cuelgan retratos de los líderes del clan y se exponen objetos pertenecientes a la familia. Estando en las lujosas habitaciones, viendo esas pinturas y leyendo las explicaciones me hice una idea de qué ambiente se respiraba en un castillo y cómo era un modo de vida que se fue perdiendo a raíz de la unión con Inglaterra en el siglo XVIII.
Aún tenía 3 horas para coger el autobús de vuelta. Así que tirando de talento natural, y ayudado por un pequeño mapa me encaminé hacia el norte con la esperanza de llegar a mar abierto. El castillo está al final de una pegueña ría o como lo llaman aquí, Loch. Seguí una estrecha carretera que bordeaba la ría. Tras una hora trufada de bonitos paisajes, vi un aparcamiento y un cartel que rezaba: Coral Beach 1 mile. Eso me hizo recordad que en una revista que tengo había un pequeño comentario sobre esta playa que ahora había encontrado de casualidad. Y allí me dirigí. Tras unos 10 minutos vi una pequeña cala donde un valiente pretinajero estaba dándose un baño hasta la cintura. La verdad es que el nombre de Coral Beach me pareció un poco exagerado. Como aún me sobraban 10 minutos seguí andando un poco y allí vino mi sorpresa. Llegué a la auténtica Coral Beach. Formada por trozos diminutos de conchas que dan la impresión óptica de ser arena. En Galicia hay cientos de ellas, pero supongo que por estos lares no abundan y resulta muy curioso. Apenas pude estar 5 minutos es tan evocador escenario. Tenía que volver raudo y desandar lo andado para coger el autobús de vuelta, en el que, por cierto, además de ir cuatro, es el primer autobús que veo con 5 asientos por fila, evidentemente muy apretados. Espero que los de “La Oscense” no se pasen por aquí o ya sabemos lo que nos toca.

2 comentarios:

Gus dijo...

pues sí que te dio tiempo a hacer cosas, aunque siempre ajustado de tiempo como suele ser habitual.

para redondear, deberías haberte bañado, el agua no estaría mucho más fría que en las aguas de la Isla de Arosa.

Rufus dijo...

Hay que aprovechar hasta el ultimo segundo,que si me dejo cosas por ver esta isla no me queda muy a mano.
Espero bañarme en verano. No creo que mucha gente se bañe en abril en la Isla de Arosa.