lunes, 20 de abril de 2009

De este a oeste (y viceversa)

En mi segundo día libre en Portree mis posibilidades de viajar estaban muy limitadas. Casi todos los autobuses isleños guardan fiesta en domingo. Haciendo de la necesidad una virtud, he intentado matar dos pájaros de un tiro me he trazado una ruta para hacer a pie, corriendo y andando.
Mirando el mapa de la isla, he visto que hay una carretera que, saliendo de Portree, sigue una línea bastante recta que lleva a la costa oeste. Además, por esa zona, en mi plano aparece un lugar de interés turístico llamado Dun Beag Broch.
Poco más allá del mediodía he comenzado mi ruta al trote. Según mis cálculos tenía unos 15 km de ida y otros tantos de vuelta. He planeado correr una hora a la ida y otra a la vuelta, para hacer el resto andando. Pero cuando uno sale a la aventura los planes se suelen ir al carajo, lo cual le da parte de su encanto.
Tras hacer la hora por una carretera estrecha, llena de toboganes y con unos paisajes que me recordaban al mítico Aubisque he visto el mar en lontananza. Eso había que saborearlo, así que me he puesto a andar. Las apariencias engañan y el camino seguía y seguía. Tampoco importaba porque hacía un día estupendo y el entorno era magnífico. Tras una buena caminata he llegado al principio de una ría.
En teoría mi objetivo estaba conseguido, pero me apetecía seguir un poco. Empezaba a tener sed y todavía faltaba la vuelta. Ví un anuncio de un bar a 1 milla y ya me hacía bebiendo una jugosa pinta de bebida isotónica. Al llegar al bar, estaba cerrado. Seguí andando un rato a ver qué había más adelante y vi un cartel: Dun Beag Brog. Alcé mi vista y lo que vi fueron unas ruinas de una fortaleza prerromana. Supongo que serán míticas, pero yo prefiero una buena catedral gótica un palacio renacentista. Ya que estaba allí le eché un vistazo. No está mal, pero la sed empezaba a apretar. Había un desvío en la carretera que indicaba un hotel con bar a 1,5 millas con vistas al maren un pueblo llamado Ullinish. Ir de excursión conmigo tiene más peligro que llevar de compras a una esposa manirrota. No puedo evitar ir siempre a verlo todo. Allá que fui. Paisaje excelente, pero el hotel tenía pinta de estar cerrado. Además, el hecho de que tuviera tropecientas estrellas turísticas que se suelen traducir en serruchazos, no me invitó a investigar. Así que me volví pensando en que la vuelta se me iba a hacer ligeramente penosa.
Pero como dijo mi primo, la suerte ayuda a los valientes. Me senté en una silla exterior del bar que había encontrado cerrado a la ida, y en la mesa había una botella de “Lucozade” casi enterita. No sé quién la había dejado allí ni me importó que hubiera estado unas horas al sol. Me eché unos tragos y la dejé cerrada como si no hubiera pasado nada. Desaparecida la sed, proseguí el camino de vuelta. A pesar del “Lucozade” mi piernas llevaban un tute de los buenos, así que el regreso lo he hecho andando casi todo el rato. Se ha hecho muy duro. El paisaje ya me lo conocía y las fuerzas iban justitas. Parando cuando la ocasión lo requería, he podido, tras unas siete horas de caminata-carrera volver al punto de partida.
Como curiosidad destacar que a la ida se ha parado un hombre ofreciéndome a llevarme en su coche sin yo pedírselo. A la vuelta me ha pasado lo mismo con un taxi. Aquí ya no sé si tan altruistamente como el primero.

4 comentarios:

Tyrannosaurus dijo...

Lástima no haber estado ahí, los castillos son mi debilidad, aqui tenemos la Aljaferia que a estas alturas ya lo tengo un poco revisto. Mira que cansarte con una "caminatilla" de 30 km, este fin de semana me anime con la jorgeada de 76 km y conseguí terminarla (aunque cojo eso si). Aunque bueno supongo que nuestros avituallamientos fueron más generosos que la botella de lucozade que te tomastes tu.
A ver cuando te animas y nos ilustras con la vida nocturna de Portree.

Rufus dijo...

Es que la edad no perdona.De todas formas entre pitos y flautas me salieron mas de 40 km y parte de ellos fueron corriendo.Enhorabuena por la Jorgeada, eres una maquinon.
A ver si cato algun dia de estos la vida nocturna de Portree y hago la cronica correspondiente.

Anónimo dijo...

Si pasaste sed en Escocia, imagínate lo que pasaron unos de por aquí que se acaban de hacer la "Maratón del Desierto" en Jordania y según parece escasísima de abituallamiento líquido. Iban pidiendo agua a los lugareños que se encontraban, porque según parece no conocían el luzocade.
¡Geniales los castillos feudales! Si hubiera vivido en esa época, mejor dentro de ellos que fuera, por la cuenta que te trae.

Rufus dijo...

Supongo que eso de pasar sed forma parte del encanto de una "maratón del desierto".
La verdad es que dentro del castillo se debía estar muy bien.Tenían de todo.